URSS

Hombres comidos por lobos y ejecutados: la atroz matanza de Stalin en la que se ha basado Putin en Ucrania

El antiguo dictador de la Unión Soviética culpó a los nazis de la masacre de Katyn, el mayor crimen de la Unión Soviética

En 1939, con la invasión a Polonia, regía un pacto de no agresión entre Hitler y Stalin
En 1939, con la invasión a Polonia, regía un pacto de no agresión entre Hitler y StalinlarazonAgencia AP

Una matanza como nunca antes había tenido lugar. Decenas de miles de personas asesinadas, enterradas en fosas comunes. Un dictador que aprovechó la tensión entre dos naciones para culpar a otro tirano y su grupo. Y unos animales que, habían descubierto “el pastel” y echaron abajo el plan. En eso se resume la terrible decisión del antiguo jefe de la URSS, José Stalin, de asesinar a 21.768 polacos -la mayoría oficiales de las fuerzas armadas de ese país- y culpar a los nazis y al totalitario Adolf Hitler de semejante matanza.

El oficial alemán Rudolph Christoph Freiherr von Gersdorff era uno de los jefes de la ocupación alemana en Polonia. Un mes antes, había intentado asesinar al dictador alemán en un atentado suicida, y por suerte para él no fue detectado. Pero eso le obligó a quedarse en el frente oriental, con los rusos que se le venían encima después de la recaptura de Stalingrado, de la rendición del ejército del mariscal Von Paulus y del inicio de la contraofensiva del Ejército Rojo que tenía como destino final Berlín.

Sus tropas se internaron un 13 de abril de 1943 en el bosque de Katyn, a unos 400 kilómetros de Moscú. A lo lejos, encontraron una gigantesca cruz hecha con dos abedules y una enorme cantidad de huesos que se asomaban a la luz. Excavaron, y encontraron una gigantesca fosa común que albergaba miles de cadáveres.

Aquellos cuerpos fueron descubiertos por lobos anteriormente. Desenterrados a medias mientras la otra mitad de los cadáveres habían sido comidos por los mamíferos. Estaban apilados en hasta doce capas superpuestas de cinco filas de quinientos cadáveres cada una, y tres metros de tierra encima. Todos tenían la huella de un balazo en la nuca.

Soviéticos y alemanes se echaron la culpa los unos a los otros. No fue hasta finales de los 80 cuando la política de transparencia de Gorbachov permitió echar luz sobre la matanza. Y es que todo había ocurrido en 1940, unos años antes de ser descubiertos.

En 1939, con la invasión a Polonia, regía un pacto de no agresión entre Hitler y Stalin. Ambos invasores tomaron a miles de prisioneros, entre ellos oficiales. El 5 de marzo de 1940, Lavrenti Beria, jefe del temible NKVD, precursor de la KGB que dirigiría Putin antes de hacerse con el gobierno de Rusia, elevó a Stalin una nota en la que recomendaba la ejecución de 14.700 prisioneros de guerra y de 11.000 nacionalistas y contrarrevolucionarios polacos. A Bertia le acompañaeron otros como Motolov, Kalinin o Miyokán, que fue figura poderosa en los años de Guerra Fría. Y Stalin firmó la sentencia de muerte.

Un año más tarde, el líder del gobierno polaco en Londres, Wladyslaw Sikorski, viajó a Moscú y preguntó por el paradero de esos oficiales. Stalin aseguró no saber nada, y dijo que fueron los nazis porque estos se habían fugado. Pero era mentira. Y tras descubrirse los cuerpos, Sikorski y su hija fallecieron en un accidente de avión con el que acababan de despegar en Gibraltar.

La verdad fue que mataron a todos de un balazo en la nuca con una pistola alemana Walther PPK y con municiones de fabricación alemana, enviadas todas desde Moscú, con lo que quedó claro a los investigadores que la intención original de Stalin había sido culpar a los nazis de la matanza.

Nadie se tragó las mentiras de Stalin, pero muchos guardaron silencio. Entre ellos, Estados Unidos, a quien le interesaba tener al dictador soviético como aliado. Los documentos desclasificados y publicados por el Archivo Nacional de Estados Unidos, revelaron en 2012 que Roosevelt había recibido varios mensajes codificados que sugerían que habían sido los soviéticos, no los alemanes, los autores de la masacre de Katyn. Y que la estrategia de guerra valoró más evitar el enfado del líder de la URSS.

Así, Gorbachov logró que se aprobara la publicación de documentos sobre la matanza y en 1990, se entregó una copia de estos, entre los que estaba la terrible nota de Beria a Stalin, en la que la URSS admitía el crimen.

Simil con la invasión de Ucrania

En Bucha, de 30.000 habitantes y situada el norte de Kiev, se levantó una ola de indignación y de rabia, tras encontrarse 400 cadáveres de civiles que habían sido asesinados por las tropas rusas. La retirada de los invasores de las regiones de la capital, Chernígov y Sumy reveló la brutalidad de la ofensiva militar de Rusia. Políticos rusos y varios periodistas estadounidenses creen que los muertos civiles de esta ciudad son un montaje para desacreditar al Kremlin. Pero las investigaciones dan la razón a Ucrania.

Mientras, es posible que la cifra de masacres sea mayor. Rusia ha ordenado destruir cualquier evidencia de los crímenes que está cometiendo en Ucrania y utiliza con mayor profusión crematorios móviles. En particular, en Mariupol se instalaron 13 de estos aparatos para “limpiar” las calles de los cuerpos de civiles muertos.

Las Fuerzas Armadas Rusas pretenden destruir también los cuerpos de soldados rusos para no pagar a las familias las indemnizaciones correspondientes. Según fuentes ucranianas, las acciones del ejército ruso entran en la definición de “genocidio” de acuerdo con la Convención para la Prevención del Delito de Genocidio y la Sanción y el artículo 6 del Estatuto de la Corte Penal Internacional.