Resaca electoral
Macron se lanza a la tercera vuelta en busca del control de la Asamblea Nacional
Le Pen y Melenchon buscan una revancha en las legislativas para forzar al presidente a una cohabitación
“La cólera que les llevó a votar por Le Pen debe tener respuesta” dijo Macron en su discurso de la victoria el pasado domingo apuntando ya de primeras el que va a ser su gran reto en este segundo quinquenio que ahora se abre: reconciliar a un país fracturado, dar respuestas a esa Francia olvidada que la ultraderecha ha ido conquistando poco a poco y también a la desafección que muestra la alta tasa de abstención del 28% que no se producía desde finales de los años 60. Una falta de motivación que también demuestra las dificultades crecientes del presidente para movilizar a los votantes contra Le Pen.
El frente republicano se tambalea porque los partidos tradicionales están en mínimos. Hay antilepenistas que se han quedado en casa porque se negaban a apoyar a Macron y por ello el éxito del presidente tiene bastantes notas a pie de página que lo hacen incompleto. La cartografía territorial del voto y su sociología ponen de relieve esa fractura. Macron atrae a jóvenes y mayores, a los más ricos y mejor formados. Le Pen es fuerte entre las clases trabajadoras y con menos educación, y en la Francia rural. Entre los abstencionistas abundan los jóvenes, sobre todo los de izquierdas. Un 41% de las personas entre 18 y 24 años no se desplazó a votar. Macron es consciente que va a tener un mandato complicado y ya se encuentra evaluando personalidades de distintas sensibilidades ideológicas para configurar un equipo gubernamental y parlamentario que lo ayuden en la compleja travesía.
Una vez finiquitadas las presidenciales, la resaca electoral deja en Francia sin oportunidad de pausa el pistoletazo de salida para la llamada popularmente como la “tercera vuelta”, las elecciones legislativas de junio. El equilibrio de fuerzas en el parlamento francés puede facilitar o entorpecer el mandato del jefe de Estado y conseguir una mayoría en las legislativas supondrá tener la capacidad para tumbar las políticas impulsadas desde el gobierno.
Macron necesita una mayoría parlamentaria para articular su agenda política y en caso de que no la obtenga, se expone a tener que convivir con un primer ministro de distinta sensibilidad ideológica en esa disposición de poderes llamada cohabitación que se ha producido en otras ocasiones de la historia, la última entre el expresidente conservador Jacques Chirac y su primer ministro socialista Lionel Jospin hace ahora veinte años.
Dice la demoscopia, al revés de lo que se pueda pensar, que a los franceses les gusta la cohabitación porque encuentran en ella un buen equilibrio de contrapoderes. Esto fue a menos así cuando los partidos tradicionales, Los Republicanos y socialistas, se alternaban. Ahora, en el escenario de la Francia tripolar con el hipercentro macronista y los dos polos extremos, esa cohabitación deja más incertidumbre.
¿Podría convivir Macron con Mélenchon de primer ministro? Esa posibilidad es la que persigue al menos La Francia Insumisa que ya se rearma para el combate de las legislativas tras su éxito en las presidenciales con el 22% y a punto de robarle a Le Pen la segunda plaza en la segunda vuelta de las presidenciales. Mélenchon busca condicionar desde la izquierda el segundo quinquenio de Macron y ya está en contacto con otras formaciones como los ecologistas y los comunistas para configurar una gran coalición y ganar las legislativas. Por su parte, Le Pen pronunciaba un discurso el domingo tras conocerse los resultados que bien podría considerarse como su primer mitin de cara a las elecciones legislativas. La ultraderechista, que considera que los resultados ya suponen “una gran victoria”, no ha tardado en llamar a su electorado a convertir a Reagrupamiento Nacional en “la oposición a Macron” de cara a la próxima cita con las urnas el 12 y 19 de junio.
El ultraderechista Éric Zemmour, que apoyó abiertamente a Le Pen tras la primera vuelta, también ha aprovechado esta resaca electoral para hacer un llamamiento por la “unión nacional” para combatir al bloque “macronista” y al bloque “islamo de izquierdas” de Jean-Luc Mélenchon en las legislativas. Este rearme de ambos bloques intenta disimular sin embargo algunas debilidades. Lo cierto es que Macron parte con alguna ventaja. No sólo porque los franceses suelan dar la mayoría al presidente elegido en las legislativas, sino también porquesu partido está unido y no presenta fracturas, más si cabe después de su reelección mientras que ocurre justo lo contrario con sus rivales. En el bloque de izquierdas las divisiones son evidentes: en la primera vuelta hubo hasta 6 candidaturas y, a pesar que Mélenchon se clasificó como tercero con casi ocho millones de votos, muchos partidos ‘hermanos’ siguen sin reconocerle como el más capaz de reunir tras de sí a una coalición progresista. Algo similar, aunque menos marcado, ocurre con los votantes de la extrema derecha, ya que también hay un sector que se decantó en primera vuelta por Zemmour y el propio polemista ya ha criticado que el clan Le Pen en su conjunto repita tanta derrota final evocando la necesidad de un relevo.
De momento, y hasta que las legislativas lleguen, el calendario tendrá otras citas. Mañana miércoles se producirála proclamación oficial de los resultados. El encargado de hacerlo es el presidente del Consejo Constitucional, Laurent Fabius, y este trámite sirve para hacer oficial la reelección del presidente. El 13 de mayo es la fecha del final del mandato de Macron, por lo que la ceremonia de investidura debe celebrarse un día entre estos dos, que aún no se ha determinado. La ceremonia de investidura tiene lugar en la Sala de Fiestas del Palacio del Elíseo y Macron deberá estar acompañado por el primer ministro Jean Castex así como por los presidentes de la Asamblea Nacional (Richard Ferrand, de su partido, La República en Marcha) y del Senado (Gérard Larcher, del conservador Los Republicanos). Castex hará una dimisión de cortesía tras unos días de transición. Se trata de una tradición que no viene dictada por ley y con la que se persigue que Macron pueda dar un impulso con gobierno renovado antes justo de las legislativas.
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