Francia
¿Qué se juega Macron en las elecciones legislativas de junio?
Los sondeos colocan al partido de Le Pen como principal fuerza de la oposición en la nueva Asamblea Nacional francesa
Nada más cerrarse las urnas el domingo y que las primeras proyecciones anunciaran la reelección de Emmanuel Macron con el 58% de los votos frente al 42% de Marine Le Pen, los partidos francesas se lanzaron sin perder un segundo a la inminente batalla electoral, las legislativas del 12 y 19 de junio. La conocida como “tercera vuelta” tras las recién celebradas elecciones presidenciales del 10 y 24 de abril representan una oportunidad única para la oposición para poner en aprietos a Macron durante su segundo quinquenio.
Desde la reforma constitucional de 2000, el mandato presidencial francés se redujo de siete a cinco años con la intención de acomodar el ciclo electoral en Francia. Desde entonces, durante los últimos veinte años, los franceses han elegido su Asamblea Nacional inmediatamente después de a su presidente, lo que ha permitido al inquilino del Elíseo de turno beneficiarse del impulso de su elección en las legislativas y así disfrutar del apoyo parlamentario necesario para poner en marcha su agenda.
Sin embargo, la polarización política que vive Francia, con un hipercentro encabezado por Macron que ha devorado a los partidos tradicionales (conservadores y socialistas) y otros del polos antisistema a derecha (Marine Le Pen) e izquierda (Jean-Luc Mélenchon) pone en tela de juicios las tradiciones políticas.
Dado que el presidente centrista, al que le gusta definirse como ni de izquierdas ni de derechas, ha sido elegido por apenas el 38% de los franceses teniendo en cuenta que la abstención sumó el 28%, muchos electores se pueden sentir tentados a votar contra Macron en las legislativas. Y son, precisamente, Le Pen y Mélenchon quienes quieren aglutinar a su alrededor ese malestar político. Si no es forzando al jefe de Estado a una incómoda cohabitación con un primer ministro de un color político contrario, al menos convirtiéndose en la principal fuerza de la oposición, el mejor trampolín de cara a las ahora lejanas presidenciales de 2027, a las que Macron ya no podrá presentarse.
El presidente de la Republica, que se ha retirado junto a su mujer Britgitte a la residencia de La Lanterne tras su victoria electoral, ultima la composición de un nuevo Gobierno que responda a “la cólera” expresada por los franceses en las urnas e impulse a los candidatos su partido, La República en Marcha (LREM), en las legislativas. Los círculos macronistas anticipan que el líder centrista dará un golpe de efecto nombrando a una mujer ecologista como nueva primera ministra. Solo la socialista Edith Cresson ha ocupado el Palacio de Matignon y de eso hace ya 30 años. La elegida ahora podría ser Elisabeth Borne, actual ministra de Trabajo en el Gobierno de Jean Castex, que tiene previsto presentar su dimisión en los próximos días.
Un primer sondeo elaborado por Harris Interactive concede al partido de Macron y a sus posibles aliados, como el centrista Modem de François Bayrou o el grupo Horizon de su ex primer ministro Édouard Philippe, una amplia victoria en las legislativas con entre 328 y 368 diputados en una Asamblea Nacional con 577 escaños, donde la mayoría absoluta son 289. Es decir, si confirman las urnas este resultado, el presidente disfrutaría como hasta ahora de comodidad para sacar adelante sus leyes en la Cámara Baja. El Senado, que no se renueva hasta 2023, tiene mayoría de derechas, pero las leyes que sean rechazadas por la Cámara Alta pasan de nuevo por la Asamblea Nacional, que tiene la última palabra legislativa.
Como principal fuerza de la oposición, se colocaría por primera vez la ultraderecha de Le Pen, que lograría ser la segunda fuerza parlamentaria más votado pese a que el sistema electoral francés a dos vueltas suele castigarla enormemente al no poder traducir sus votos en escaños. Ahora, por ejemplo, solo tiene 9 diputados pese a reunir el 13% de votos en la primera vuelta de las legislativas de 2017. En esta ocasión, Reagrupación Nacional (RN, el antiguo Frente Nacional) dispondría entre 75 y 105 escaños. Hasta ahora, las legislativas de 1986, cuando excepcionalmente el Parlamento fue elegido por sistema proporcional, marcaban el hito de la mayor representación parlamentaria de la ultraderecha, cuando el FN irrumpió con 35 diputados.
La izquierda, inmersa ahora en un proceso de diálogo para negociar coaliciones para concurrir junta a las urnas el 12 y 19 de junio, lograría en el mejor de los escenarios un centenar de diputados. En concreto, el sondeo concede a Francia Insumisa (FI) de Mélenchon, que se calificó en tercera posición de la primera vuelta de las presidenciales con 7,7 millones de votos, entre 25 y 45 escaños; a los socialistas entre 20 y 40; a los Comunistas entre 5 y 10; y a Los Verdes entre 1 y 5. Ninguno de estos tres últimos partidos alcanzó siquiera el 5% de papeletas en la primera vuelta de las presidenciales para recuperar sus gasto de campaña.
Finalmente, la derecha moderado, Los Republicanos (LR), opada por el centro por Macron y por la derecha por Le Pen y el xenófobo Éric Zemmour, tampoco levanta cabeza y caería hasta los entre 35 y 65 diputados (ahora cuenta con 137).
Otro factor importante de las elecciones legislativas francesas será el nivel de abstención en unos comicios que suelen suscitar menos interés entre los electores que las presidenciales. En 2017, por ejemplo, solo el 42,6% de los electores acudió a votar en la segunda vuelta de las legislativas, frente al 74% registrado apenas un mes antes en la segunda de las presidenciales, cuando Macron se impuso a Le Pen con el 66% de los votos.
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