Horrores de la guerra

Una niña ucraniana de 14 años se queda embarazada tras ser violada por 5 soldados rusos y podría no tener más hijos

La adolescente, natural de Bucha, planea quedarse con el bebé después de que los médicos le advirtieran del riesgo que corre si aborta

La invasión de Rusia a Ucrania está dejando secuelas psicológicas en los miles de personas que tratan de seguir con sus vidas
La invasión de Rusia a Ucrania está dejando secuelas psicológicas en los miles de personas que tratan de seguir con sus vidaslarazon

La invasión de Rusia a Ucrania no solo deja miles de muertos, heridos, desplazados y destrucción. También deja secuelas psicológicas en los miles que intentan seguir con sus vidas en medio del hambre, el miedo, la desolación e, incluso, tras sufrir violaciones sexuales.

Uno de los casos más sonados lo encontramos en una niña ucraniana de 14 años, que se quedó embarazada después de haber sido violada por cinco soldados rusos en Ucrania, según recoge ‘Mirror’. La adolescente, natural de Bucha, está valorando quedarse con el bebé después de que los médicos advirtieran que si decidía abortar ahora, era posible que no pueda volver a tener más hijos, añade la información.

Su historia fue contada por la psicóloga Oleksandra Kvitko al portal ucraniano HB con el consentimiento de los padres de la víctima: “La familia de la niña también es muy religiosa, por lo que decidieron seguir adelante con el embarazo. Siempre es la elección de la persona que busca ayuda, por lo que ahora estamos trabajando en cómo tratará al niño que dará a luz. Pero admito que es difícil para mí incluso confiar en algo, porque en la práctica psicológica estos casos salvajes casi no se describen”.

La profesional, que se encarga de atender a víctimas de abusos cometidos por el Ejército ruso en los territorios ocupados, describió “atrocidades que no existían en el mundo moderno desde hacía mucho tiempo”. Kvitko también habló de los casos más difíciles que tiene.

“El niño más pequeño con el que trabajo tiene 10 años”, contó la psicóloga. Asimismo, indica que “las atrocidades de la guerra no excluyen a nadie, tengo varios casos de violación de hombres. Sólo uno me permitió hablar de su experiencia. Este hombre es discapacitado, tiene 45 años, no pudo ir al Ejército y se vio obligado a quedarse en casa por su estado de salud cuando fue atendido. La violación de varones en nuestra sociedad es un tabú, tradicionalmente se requiere que tengan coraje, valentía y fuerza. Los hombres rara vez se atreven a hablar de tal lesión, mucho menos que las mujeres. No es fácil para las mujeres hablar de esto, y especialmente para los hombres”, asegura la psicóloga.

“Las primeras víctimas de violencia sexual comenzaron a acudir a mí después de la liberación de la región de Kyiv. Han pasado tres o cuatro días y las llamadas han vuelto y aún no terminan. Después de Kyiv, se unió la región de Jerson, las aldeas bajo ocupación, las niñas que fueron sacadas de allí. Estas personas tienen mucho miedo, no confían en nadie. Le envié una foto de mi pasaporte y un certificado como psicóloga a una niña para mostrarle que tengo la competencia para comunicarme con ella. Nos comunicamos de tal manera que su vídeo estaba apagado y mi video funcionaba constantemente, ella necesita verme porque la confianza en estas chicas está muy destruida”, explica Kvitko.

Posteriormente, la psicóloga estableció una diferencia entre lo que denominó violaciones domésticas y las que se dan en un contexto de guerra. “Las violaciones domésticas tienen como objetivo el placer sexual del violador. Obtener tal placer no es natural, se llama perversión (...). Ahora también estamos ante la perversión, pero con un gran componente de sadismo, y su naturaleza es diferente. En mi opinión, no se trata del placer, sino del poder del violador sobre la víctima. Obtienen poder y control, a menudo sin siquiera placer físico sexual, solo moral. Varias chicas me dijeron que en su caso la violación no terminó en eyaculación”, cuenta la especialista.

La mayoría de los violadores, según las chicas, llevaban máscaras o pasamontañas, y era mucho más difícil que si tuvieran la cara descubierta. Porque después de eso todos los hombres se vuelven violadores de esa víctima. Por voces, estos son muchachos de 20, 25, 27 años. Parece que la violencia ha sido una misión para estos tipos durante toda su vida. No entienden quién es objeto de violencia para ellos, puede ser cualquier persona, de cualquier edad y género. Y esto también distingue a los violadores rusos de los violadores domésticos, que seleccionan cuidadosamente a la víctima de acuerdo con ciertos criterios”, agrega Kvitko.

En relación a cómo le afecta psicológicamente a una persona que ha sufrido abusos sexuales, especialmente durante la guerra, la psicóloga señaló: “La mayoría de las veces la víctima se culpa a sí misma, y esta acusación se intensifica durante la guerra. Tenemos un ejemplo, tanto la madre como la niña me permitieron contarlo, cuando la niña salió de la casa a recoger algo en el jardín para su madre, su madre le pidió que no saliera. La niña fue vista por soldados rusos. Según ella, comenzaron a tocarla en diferentes lugares y luego no recuerda nada. Su madre la encontró inconsciente en el jardín. Lo único que me dice ahora es: ‘Soy culpable, no debí haber ido, mi madre me dijo que no fuera, soy culpable’”.

Por último, respecto al trato que se le debe dar a una persona que ha sufrido una violación y, más aún, en el contexto de guerra, puntualizó que “lo principal es estar cerca. A una persona que ha sido violada le resulta difícil establecer contacto. Debemos preguntar constantemente: ¿Puedo abrazarte? ¿Puedo tomar tu mano? Los límites de la personalidad de estas personas, no sólo morales sino también físicos, son destruidos. Ahora se sienten como un cuerpo y como carne, necesitan recuperar el sentido de la personalidad, que son importantes, que se controlan a sí mismos, a su cuerpo, a sus capacidades”.