Opinión

Finlandia da jaque al zar

Tras la invasión rusa de Ucrania, el presidente finlandés Sauli Niinisto y la primera ministra Sanna Marin mostraron su apoyo este jueves al ingreso del país nórdico en la OTAN

No se le da bien a Rusia la invasión de países vecinos que le planten cara. Ucrania resiste todavía al invasor. Pero es que Kiev no ha sido el único vecino que se le ha atragantado al Kremlin. Ya en 1939, en la denominada Guerra de Invierno, Moscú intentó recuperar el control de Finlandia, que se había independizado en 1917. Apenas cinco meses después, y tras haber perdido a más de 150.000 soldados en su fallida invasión, la Unión Soviética firmó la paz con Finlandia, haciéndose con el 9% del territorio. Moscú vendió una estrepitosa derrota ante los indomables finlandeses como una gran victoria. Los “perdedores” habían sufrido únicamente 25.000 bajas, y aunque la pérdida de territorio fue significativa, la humillación sufrida por el ejército rojo fue formidable.

De esta guerra salió, además, una condición impuesta a Helsinki, su neutralidad en el panorama internacional. Tras darse de bruces contra la férrea resistencia finlandesa, la Unión Soviética no podía permitirse tener a un enemigo a menos de 170 kilómetros de Leningrado, actual San Petersburgo. Así pues, obligaron al país “vencido” a adoptar una política exterior no alineada, condición que ha mantenido hasta ayer.

Tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia, en un comunicado conjunto, el presidente de Finlandia Sauli Niinisto y la primera ministra Sanna Marin, instaron a las autoridades parlamentarias de su país a tomar las medidas necesarias para solicitar el ingreso en la Organización del Tratado del Atlántico Norte. Este anuncio ha sido bien recibido, tanto por parte de la alianza atlántica, como por parte de la opinión pública finlandesa.

Por otro lado, Suecia, el otro gran actor neutral en el Norte, podría, a su vez, anunciar este mismo lunes su intención de solicitar el ingreso en la OTAN. Si este fuera el caso, nos encontraríamos ante el cambio más profundo del tablero geopolítico europeo desde la caída de la Unión Soviética. Y es que, precisamente, estos desarrollos supondrían un verdadero jaque al Kremlin añadiendo dos piezas clave en el lado occidental.

Con el acceso de Finlandia a la alianza, ésta gana 1.300 kilómetros de frontera con Rusia. Precisamente, parte de la retórica del Kremlin se ha basado en que la “operación especial” estaba diseñada específicamente para evitar que Ucrania se convirtiera en miembro de la OTAN, acercándose así, aún más, el enemigo a las puertas. Aunque la guerra le estuviera yendo bien, que no le va, esto supondría de por sí el peor gol en propia meta geopolítico que Putin hubiera podido meterse.

Finlandia es un país grande en extensión, unos 338.000 kilómetros cuadrados, casi tan grande como Alemania pero con una población algo mayor a la de la Comunidad Valenciana. Se trata, a pesar de sus poco más de cinco millones de habitantes, de una pieza clave en el tablero geoestratégico, no ya por su situación geográfica, sino también por sus más que capaces y bien equipadas fuerzas armadas. Helsinki es una excepción en el panorama militar europeo. Es de los pocos que, debido justamente a su tamaño y posición, decidió mantener el servicio militar obligatorio, algo que le ha permitido mantener unos gastos de personal relativamente bajos, destinando su presupuesto a la mejora y renovación de su equipamiento, incluida la compra de aviones F35 o la modernización de su armada.

Así pues, nos encontramos ante un pueblo con gran capacidad de movilización, pudiendo llegar a contar con unos efectivos totales de 280.000 soldados bien entrenados y equipados, capaces de hacer frente a la mayor pate de amenazas militares convencionales. Además, es un pueblo que está altamente concienciado con el deber de la defensa de su tierra, ya que el 84% estaría dispuesto a tomar las armas en defensa de país.

En cualquier caso, debemos tener en cuenta que estos desarrollos no tienen una consecuencia inmediata. Es más, el proceso de ingreso puede durar meses ya que debe ser ratificado unánimemente por los 30 miembros de la alianza. Si bien ambos socios serían recibidos de buen agrado por los socios occidentales podría encontrarse algún que otro escollo por el camino que retrasase su entrada oficial. Putin, mientras tanto, subirá el tono de la retórica victimista que él y sus secuaces han empezado a utilizar en relación con su confrontación con occidente.

Estamos ante un mundo, hoy, que se ha vuelto más peligroso. Helsinki no ha dejado de recordar a sus socios de la UE la existencia de la cláusula de defensa común del artículo 42.7 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea, que es algo así como el artículo 5 de la OTAN que sería una pequeña consolación, y un seguro, mientras su petición de ingreso a la alianza se va procesando. En todo caso, el acceso de Helsinki a la alianza atlántica es un desarrollo muy deseable en el nuevo reordenamiento internacional. ¿Le seguirá Estocolmo?