Reino Unido

Isabel II, 70 años de reinado: Jubileo de Platino marcado por la Transición

En los mil años de monarquía ininterrumpida en Reino Unido, ningún rey había conseguido llegar a siete décadas en el trono

Su promesa más importante fue al cumplir los 21 años, cuando realizó su primer discurso público desde Sudáfrica a la Commonwealth: “Declaro ante vosotros que mi vida entera, ya sea larga o corta, estará dedicada a vuestro servicio”. Por aquel entonces, “Lilibet” -como la llamaban cariñosamente sus padres- era una joven princesa que apenas comenzaba a recorrer el mundo. Ese viaje, de hecho, fue la primera vez que salió delReino Unido. A día de hoy, Isabel II es una de las figuras más emblemáticas de la historia mundial. Pero en el 70 aniversario de su ascenso al trono ha querido renovar la promesa que realizó en 1947: “Deseo continuar sirviéndoles con todo mi corazón”.

En los 1000 años de monarquía ininterrumpida en el Reino Unido, ningún rey había conseguido antes tal hito. Ninguno había sido testigo de un cambio provocado por el hombre a tal escala. Ninguno había puesto un foco de atención tan implacable en el servicio a la Corona.

Desde hoy, miles de personas se han reunido en las calles de Londres en unas celebraciones que durarán hasta el 5 de junio, y que constituyen la primera fiesta nacional por el ‘Jubileo de Platino’ de la monarca.

Algunos de los asistentes han pasado la noche para encontrar los mejores lugares para ver a la reina durante este jueves en The Mall, la calle que lleva desde Trafalgar Square al Palacio de Buckingham, con banderas británicas, conocidas como la ‘Union Jack’, y pancartas con palabras de agradecimiento dirigidas a la realeza.

El príncipe Carlos ha recibido el saludo de oficiales y guardias. Posteriormente, la reina apareció en el balcón de la residencia oficial con motivo del vuelo de la Real Fuerza Aérea británica. A la noche, la monarca presidirá el encendido de balizas desde una ceremonia especial en el castillo de Windsor. Se calcula que se encenderán 1.500 balizas en Reino Unido y las capitales de los países de la Commonwealth.

Este es el cuarto jubileo de Isabel II: celebró su Jubileo de Plata en 1977, el de Oro en 2002 y el de Diamante en 2012. Respecto a la cuarta celebración del jubileo de la reina, este miércoles envió un mensaje de agradecimiento a la nación de cara a la festividad: “Sigo sintiéndome inspirada por la buena voluntad que se me ha demostrado, y espero que los próximos días sean una oportunidad para reflexionar sobre todo lo que se ha logrado durante los últimos setenta años, mientras miramos al futuro con confianza y entusiasmo”.

“Este histórico Jubileo de Platino no es únicamente una celebración de la monarca, sino de las cualidad que posee”, ha declarado el primer ministro británico, Boris Johnson, en la red social Twitter. Johnson ha destacado “el coraje y la compasión” de la reina, cualidades que son “una inspiración para todos nosotros”.

El Reino Unido ha cambiado mucho en estas últimas siete décadas: de un imperio a un Brexit. El mundo entero ha cambiado. Isabel II vio cómo encarcelaban a Nelson Mandela y cómo se convertía luego en presidente de Sudáfrica. Ha conocido a 14 inquilinos de Downing Street, 14 presidentes de los Estados Unidos y cuatro papas de la Iglesia católica de la que Inglaterra se separó en 1534.

Durante todo este tiempo su auto-control incansable ha proporcionado una clase magistral de cómo ser una figura tan reconocida y al mismo tiempo tan desconocida. Porque ahí está la clave que se le presupone a un monarca: estar siempre presente, pero ser tan tremendamente neutral que nadie llegue a conocer realmente lo que piensa.

En cualquier caso, a pesar de ser siempre una constante, ha llegado el momento de hablar de cambio en la Corona británica. Es muy posible que este jueves sea la última vez que se vea a Isabel II, de 96 años, en el balcón del Palacio de Buckingham, donde está tan solo de manera puntual porque hace tiempo fijó su residencia en el castillo de Windsor.

Sus apariciones públicas son cada vez más limitadas y es el príncipe Carlos, 73 años, quien cada vez toma más protagonismo. De hecho, el pasado mes de mayo, fue el heredero al trono quien inauguró, por primera vez, la apertura del Parlamento británico, su acto constitucional más relevante hasta la fecha.

Desde hace tiempo se viene ejecutando lo que se denomina una “transición tranquila”. Isabel II sigue al frente de las labores como jefa de Estado, poniendo su firma a cada legislación y recibiendo visitas de mandatarios y embajadores. Pero es el príncipe Carlos y el príncipe Guillermo -mucho más popular que su padre- quienes la representan con cada vez más frecuencia en sus funciones como `jefa de la nación´, un papel más simbólico, que incluye investiduras, inauguraciones y actos con organizaciones benéficas.

Entre los planes de la monarca no está abdicar. Pero con gran sutileza ha tratado en sus últimas intervenciones la cuestión de la sucesión, hablando no solo del papel de su hijo. A principios de este año, expresó públicamente su deseo de que, llegado el momento, Camila sea conocida como reina consorte. Toda una declaración de intenciones.

A medida que se acerca el final de su reinado, su sucesión sigue siendo motivo de preocupación para los monárquicos y, en contraste, de esperanza para los republicanos, un sector de la sociedad que ha sido prácticamente silenciado por la monumental consistencia de estas siete décadas de una mujer que ha cumplido de manera impecable con su labor.

Incluso en los últimos años, con el inicio de las guerras culturales y las luchas de identidad, Isabel II -una figura remota y omnipresente- ha evitado los conflictos interseccionales. Pero su heredero, el príncipe Carlos, no goza de tanta popularidad. Y en este sentido, no son pocos los gestos de Palacio con Guillermo y Kate para simbolizar el futuro de la institución.

Según una encuesta de YouGov, el 27% de la población apoya la abolición de la Monarquía, con una insatisfacción considerablemente mayor entre los jóvenes. Se trata de un salto notable respecto al 15% que había dominado las encuestas en la gran parte del último siglo. Aun así, el republicanismo sigue considerándose prácticamente residual en el Reino Unido y no cuenta con representación en Westminster.

El único partido político en el parlamento con una postura oficial al respecto es el Partido Verde, pero ese compromiso no estuvo plasmado ni siquiera en su último manifiesto. El último intento para acabar con el estatus constitucional de la Corona fue en 1996, con el fallido proyecto de ley de la Mancomunidad Británica del diputado laborista Tony Benn. Fue apoyado por el entonces parlamentario radical Jeremy Corbyn. Pero cuando más tarde este último se convirtió en inesperado líder laborista, lo máximo que llegó a decir sobre la cuestión fue sugerir que la Monarquía necesitaba “mejorar”.