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Ucrania

Cuatro meses de invasión rusa: “Es la libertad o la muerte para nosotros”

Pese a los avances de las tropas rusas en el Este, los ucranianos confían en su eventual victoria y esperan que la solidaridad de los occidentales se traduzca en armas

Familiares y amigos participan en las ceremonias fúnebres del soldado ucraniano Volodimir Dmytras (28), en Novyi Vytkiv (Ucrania)
Familiares y amigos participan en las ceremonias fúnebres del soldado ucraniano Volodimir Dmytras (28), en Novyi Vytkiv (Ucrania)Orlando BarríaAgencia EFE

Una procesión fúnebre sale de la iglesia de la guarnición militar de San Pedro y San Pablo en Leópolis para cruzar la plaza central de Rynok en su camino hacia el antiguo cementerio de Lychakiv. La gente sale de los cafés y de sus oficinas, algunos se arrodillan, para rendir homenaje a un soldado que perdió su vida mientras intentaba frenar el avance ruso e impedir más muerte y destrucción. El soldado fallecido es Artemiy Dymyd, de 27 años, de la antigua familia de profesores, sacerdotes y artistas.

Le gustaba viajar, saltaba de país en país con soltura: “Un día estaba en México andando en moto, al día siguiente estaba en Francia”, recuerda su hermano. Cuando Rusia invadió Ucrania, estaba en Estados Unidos. No dudó ni un minuto. Inmediatamente compró un chaleco antibalas y se subió a un vuelo para alistarse en el Ejército y ayudar a proteger a su país. Artem fue asesinado por una mina rusa cerca de Donetsk hace varios días. En el funeral, después de cantar la última canción de cuna a su hijo, su madre insiste en la necesidad de seguir luchando: “¡Es libertad o muerte para nosotros!”.

Sus palabras son un recordatorio apropiado para los ucranianos que están sintiendo la peor parte del estrés psicológico, físico y financiero. Cientos de miles de soldados recién reclutados parten hacia el frente, el tercio de todos los negocios ha cesado de funcionar, decenas de miles de personas han perdido sus hogares, mientras muchas familias siguen separadas con millones de niños y mujeres refugiados al extranjero.

A medida que las imágenes de los fallecidos inundan los medios y las redes sociales, la explosión inicial de adrenalina y entusiasmo después de que Rusia fuera detenida en el norte de Ucrania ha disminuido. La sociedad ha comenzado a cuestionar algunas acciones de su liderazgo. Surgen dudas sobre si se podría haber hecho más en el sur del país para evitar la captura de Jersón y el rápido cerco de Mariupol.

Aun así, todos los ojos están puestos en mantener el enorme esfuerzo para repeler la agresión rusa. Los ucranianos sienten que simplemente no tienen otra opción que seguir luchando. “El precio de la libertad es alto. Es muy difícil, porque el enemigo tiene la ventaja en artillería. Pero cada metro de tierra ocupado por el invasor está inundado con su sangre”, insiste el top militar ucraniano Valerii Zaluszhnyi en su cuenta de Telegram.

La doctora militar voluntaria, Daria, cuenta a LA RAZÓN que confía en Zaluzhnyi: ”Él es nuestro superhombre. Repelemos a los ocupantes rusos en el norte tanto por el coraje de las tropas como por las decisiones del comando”. Añade, “claro que no nos gustaría pelear hasta la última gota de sangre, queremos salvar lo más importante que tenemos, nuestra vida. Sin embargo, si se nos ofrece la paz en términos enemigos, nadie estará de acuerdo. Significaría derrota y acoso a lo largo de los años, como en Bucha o Irpin. Ahora Ucrania es un muro entre los orcos rusos y Europa. No tenemos derecho a tenerles miedo”.

El analista militar Mykola Bielieskov está seguro de que, dadas todas las circunstancias, el Ejército ucraniano ha hecho todo lo posible. Ha destruido el mito de un potente Ejército ruso, infligiéndole graves daños en el este y repeliendo el avance cerca de Kyiv y Jarkiv. Bielieskov insiste en su blog: “Es un milagro lo bien que combatimos dado que solo podemos disparar 5-6.000 proyectiles de artillería al día, mientras que el enemigo dispara 10 veces más”.

La guerra en Ucrania ha visto las batallas más grandes en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, pero se parece más a la guerra de trincheras de la Primera Guerra Mundial, con sus lentos y prolongados duelos de artillería y avances limitados. Los drones y las unidades de reconocimiento eligen los objetivos y dirigen el fuego de artillería. La artillería se mueve rápidamente para evitar ser detectada por el enemigo. La infantería y los tanques avanzan solo si el enemigo es destrozado por los bombardeos. Ambos bandos utilizan aviones y aviación para atacar las posiciones enemigas. Rusia continúa atacando objetivos con misiles en toda Ucrania, mientras que Ucrania ha comenzado a alcanzar objetivos más profundamente en los territorios controlados por Rusia.

 

El principal temor de Bielieskov y de muchos ucranianos es que el statu quo continúe por mucho más tiempo con Rusia manteniendo bajo control los territorios en el sur y el este y erosionando lentamente el Ejército y la infraestructura ucranianos. Temen que la atención internacional se esté alejando por las preocupaciones domésticas en medio del aumento de los precios y la presión de Rusia sobre las exportaciones de energía. Con los puertos ucranianos bloqueados y millones de personas en el extranjero, su economía sería estrangulada.

Aun así, el 93% de los ucranianos cree que pueden ganar esta guerra. Para hacer esto, su desafío y coraje deben combinarse con muchas más armas de las que ya han obtenido de sus socios occidentales. Las posibilidades de que algo cambie en Rusia, con su estricto control sobre los medios y la vida social así como su beligerante retórica antiucraniana y antioccidental, son escasas. A determinar el curso de la guerra será si el mundo libre continúa apoyando a Ucrania.