Opinión
¿Cómo ven los rusos la OTAN? Una visión basada más en los mitos de la URSS que en la lógica
La Alianza Atlántica nunca ha atacado Rusia e incluso EE UU propuso en la década de los 2000 que el Kremlin se uniese a la organización militar
Las relaciones entre Rusia y la OTAN -o, mejor dicho, la percepción de la OTAN tanto por parte de los políticos rusos como del pueblo ruso- es uno de las cuestiones más contradictorias y turbias de la política contemporánea. Yo diría que esta percepción está configurada predominantemente por recuerdos y mitos históricos más que por argumentos políticos sólidos. Por un lado, la OTAN es vista en Rusia como un bloque que fue creado para contrarrestar a la URSSdurante los años de la Guerra Fría, y por tanto más hostil cuanto más se imagina la nueva Rusia como una Unión Soviética recreada. Por otro lado, la OTAN se asocia con Estados Unidos y se ve como un instrumento para proyectar el poderío estadounidense, a la vez que se presenta como una “voluntad colectiva” de Occidente. Así, la “misión antirrusa” de la OTAN y el dominio de Estados Unidos en el bloque son dos factores importantes que conforman la actitud de los rusos hacia la Alianza. Esta actitud, sin embargo, es más irracional y emocional que lógica.
La OTAN nunca atacó a Rusia; los líderes estadounidenses supuestamente propusieron a Moscú que se uniera a la Alianza a principios de la década de 2000; la OTAN y Rusia cooperaron en la “Guerra contra el terror” tras los atentados del 11-S. Las naciones de la OTAN proporcionaron un importante apoyo económico y humanitario a Rusia inmediatamente después del colapso de la Unión Soviética, y la OTAN como organización nunca intervino en los asuntos soberanos de las naciones postsoviéticas.
Yo diría que en el centro de la relación de Rusia con la OTAN se encuentra el hecho de que Rusia se siente una nación que se ve militarmente como un organismo igual a la Alianza, pero que no tiene en el trato con ella. Como antiguo líder de sus propias alianzas, Rusia no desea participar en las creadas por sus adversarios (insisto en que la historia podría tomar otro camino si la OTAN decidiera fusionarse con el Pacto de Varsovia a finales de la década de 1980 en lugar de incorporar a todas las partes de este último a sus estructuras en década de 2000), y estos celos explican la mayor parte de las contradicciones actuales.
La OTAN es vista en Rusia como un contendiente que intenta luchar contra los amigos de Rusia (este Este enfoque surgió ya en 1999 con la operación de la OTAN contra Yugoslavia) y apoyar a los enemigos (incluso imaginarios) de Rusia (lo que puede aplicarse a Ucrania). Pero yo diría que hay tres puntos que vale la pena mencionar. El primero es la sensación de peligro e inseguridad que presenta la OTAN a la Federación de Rusia. Desde el regreso del presidente Putin al Kremlin en 2012, la proporción de los rusos que creen que su país no tiene razones, o tiene pocas, para temer a la OTAN, subió constantemente hasta un máximo histórico del 44%, frente al 24% de 2011. Esta tendencia, creo que refleja el éxito de la retórica militarista de Putin: los rusos simplemente empezaron a creer que su país está bien preparado para contrarrestar cualquier intento hostil, y la cuestión perdió gran parte de su importancia.
En segundo lugar está la actitud hacia la OTAN en los distintos grupos de edad: mientras que sólo el 4% de los rusos de 55 años o más dicen tener una “buena” impresión de la OTAN, el 16% de los que tienen entre 18 y 24 años expresan la misma actitud. Para las generaciones más jóvenes de rusos, más “globalizados”, la amenaza militar de Occidente es algo mucho menos presente que para los nacidos en la Unión Soviética. Yo incluso diría que el asalto de Putin a Ucrania se produjo en el momento en que los rusos se preocupaban menos que nunca por los planes agresivos de la OTAN.
En tercer lugar está la actitud hacia la OTAN y Ucrania. Ahora, como la guerra en Ucrania es ampliamente descrita como un ataque preventivo contra Occidente, que deseaba expandir su influencia en la “Rusia histórica”, la actitud hacia la OTAN es menos crítica que que hacia Ucrania. Sólo el 62% de los encuestados cree que la OTAN está orientada a acciones agresivas frente a Rusia, mientras que hasta un 78% piensa lo mismo sobre Ucrania. Resulta contradictorio que los rusos piensen que el “proxy” de la OTAN es “más agresivo que la propia OTAN que la dirige”, pero el razonamiento nunca fue el punto fuerte de los rusos.
Así que, reitero, la actitud de los rusos hacia la OTAN nunca ha sido racional. Ha sido moldeada por una multitud de mitos y prejuicios arraigados en de la época soviética y, de hecho, reforzada con al menos algunas de las acciones de la OTAN en años recientes (no sería original si digo que la seguridad enEuropa iría mucho mejor si la OTAN decidiera conceder a los antiguos miembros del Pacto de Varsovia algún tipo de garantías de seguridad vinculantes que incorporarlos directamente a la Alianza). Puedo recordar docenas de discusiones en las que los responsables políticos occidentales intentaron convencer a los rusos de que la OTAN no representa ningún peligro para su país, pero ningún hecho ni argumento pudo ayudarles a tener éxito.
Mi conclusión es que ahora las relaciones entre la OTAN y Rusia no pueden repararse -y nadie debería preocuparse por averiguar qué parte fue más responsable de tal resultado- parece que Moscú se sentiría incómoda en cualquier situación en la que no pueda imponer su voluntad hegemónica en los territorios y países que cree, como dijo recientemente el presidente Putin, “es nuestro”. Por supuesto, estos países -como Ucrania, en primer lugar- poseen su derecho inalienable a luchar por su libertad. De eso se trata ahora, y las naciones de la OTAN deben hacer todo lo posible para ayudar a los ucranianos a asegurar la independencia de de este país, al margen de lo que piensen los dirigentes rusos o el pueblo ruso sobre sus acciones.
*Vladislav Inozemtsev es asesor especial de MEMRI, Rusian Media Studies Project, es fundador y director del Center for Post Industrial Studies de Moscú
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