Internacional

Ahorro energético

Duchas frías y apagón de monumentos: Así se prepara Alemania para un invierno sin gas ruso

Varias ciudades han presentado sus planes de ahorro en caso de emergencia energética y algunas ya lo aplican con piscinas cerradas, alumbrados a media luz o fuentes apagadas

Puerta de Brandemburgo en Berlín
Puerta de Brandemburgo en Berlínlarazonfreemarker.core.DefaultToExpression$EmptyStringAndSequenceAndHash@731b78c5

La Puerta de Brandenburgo a oscuras será una realidad en las próximas semanas: En la capital de Alemania han decidido apagar doscientos monumentos y edificios por la noche a partir del mes que viene, entre ellos varios símbolos de la ciudad como dicho emblema, el Ayuntamiento o la gran Catedral de Berlín. Es solo una de las medidas para reducir un 10% el consumo municipal de energía ante el desafío que supone la carencia de gas ruso. Y Berlín es solo un ejemplo, ya que todas las ciudades han creado o están trabajando en planes de contingencia ante el difícil invierno que se avecina. A partir del lunes 1 de agosto las diez saunas públicas de Múnich permanecerán cerradas hasta próximo aviso. La temperatura de las piscinas no podrá traspasar los 22 grados, cuatro menos que hasta ahora, con excepción de las piletas para niños. En la ciudad de Gießen han cerrado también las piscinas cubiertas, una medida que han tomado numerosos pueblos y que pretender mantener este invierno.

El alumbrado público a media luz, los semáforos en calles poco transitadas apagados por la noche o fuentes ornamentales desconectadas son algunas de las medidas públicas que en Ausburgo ya se están aplicando. Toda la población está llamada a reducir su consumo energético: ducharse en dos minutos, reducir la calefacción, ventilar de forma adecuada y llevar ropa de abrigo en invierno en el interior de los edificios. En el caso de que el envío de gas ruso, que en este momento se ha visto reducido al 20% de lo normal, continúe o se agrave, la economía y la vida diaria en Alemania se verán afectadas de forma dramática este invierno.

Las sanciones contra Rusia y contra el gasoducto Nordstream a raíz de la invasión rusa de Ucrania han colocado a Alemania en apuros energéticos. El Gobierno asegura que el presidente ruso, Vladimir Putin, utiliza el gas como un arma en la guerra económica desatada. El presidente del Deutsche Bank, Chrsitian Sewing, aseguraba al diario “Frankfurter Allgemeine Zeitung” que ello supondría “un revés con consecuencias muy graves para el rendimiento económico” y que Alemania entraría en recesión, aunque el país y sus bancos podrían hacer frente a dicha crisis. La inflación llegará al 8% a fines de 2022 y podría pasar del 10% si se corta el flujo del gas, asegura el manager.

También el suministro de electricidad se podría ver afectado por una interrupción del gas, ya que alrededor del 13% de éste se utiliza para producir energía eléctrica. La preocupación ante la posibilidad de grandes apagones o de una industria parada ha llevado al Gobierno de coalición de socialdemócratas, verdes y liberales a reformular su política energética y plantearse volver a poner en funcionamientos centrales de carbón y postergar el apagón de las tres últimas centrales nucleares planificado para finales de este año. La primera de ellas ha sido la central de carbón de Mehrum en Baja Sajonia, cerrada desde la primavera de 2021 según los planes energéticos para abandonar las energías no renovables y que está funcionando desde el pasado lunes de nuevo. Un abandono completo del gas para generar electricidad no es posible en este momento, como el Ministerio de Economía y Energía explicaba en una nota informativa.

El ahorro en la Administración y las recomendaciones de ahorrar en los domicilios privados no se debe únicamente a la escasez, sino también en buena parte a la subida de precios de la energía. Un ejemplo lo ofrece la empresa Rhein Energie, que abastece a dos millones y medios de personas en la región de Renania del Norte-Westfalia. A partir del 1 de octubre, informaba la televisión RTL, sube el Kilowatio por hora de 7,87 céntimos a 18,3. Una subida del 133% que puede costar hasta 1.500 euros al año más a una familia con consumo medio de unos 15.000 Kilowatios.

“Da igual que recibamos la energía o no, ya que no podemos pagarla”, asegura el director de la central municipal de la ciudad de Reichenbach, Lars Lange, en una entrevista con la televisión pública MDR. En dicha ciudad, los responsables de la administración han firmado una carta abierta al Gobierno pidiendo la reanudación de relaciones comerciales con Rusia para evitar “una ola de insolvencias”.

Lo cierto es que aunque Alemania quisiera mantener la compra de gas, Moscú también podría decidir de forma unilateral como contrapartida a las sanciones y envíos de armas cerrar el grifo del gas, al igual que ha hecho en otros países europeos, aunque estos eran menos dependientes que Alemania. Es por ello que, en el peor de los casos, entraría en vigor el nivel de emergencia en la Agencia Nacional de Energía (Bundesnetzagentur en alemán), que sería la encarga de racionar el gas y decidir a qué empresas e institutciones se les cortaría o reduciría el suministro. Los hogares privados, los hospitales, escuelas u otros edificios de la Administración tendrían prioridad por encima del resto.