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Elecciones suecas

Suecia despierta a la pesadilla de la violencia de las bandas criminales

Los socialdemócratas, en el poder desde 2014, prometen mano dura ante la alarma ciudadana por el aumento de los tiroteos entre las pandillas

Coches incendiados en protestas en el barrio de Rosengard de Malmö el pasado abril
Coches incendiados en protestas en el barrio de Rosengard de Malmö el pasado abrilJohan NilssonAgencia AP

Ajenos a los índices de delincuencia de otros países europeos, lo suecos ven con incredulidad cómo la guerra entre pandillas del crimen organizado se apodera día a día de sus calles. Una violencia desconocida hasta ahora que ya no se concentra exclusivamente en los suburbios conflictivos de las grandes ciudades. La batalla por el mercado de la droga y las armas entre bandas extranjeras llega a todas partes en una sucesión de tiroteos, bombas en viviendas y vehículos y ataques con granadas.

Desde el 1 de enero, 48 personas han muerto por armas de fuego en Suecia, tres más que en todo 2021. Según un informe del Consejo Nacional para la Prevención del Delito, entre 22 países con datos comparables, solo Croacia tuvo más tiroteos mortales, y ningún otro país registró un aumento mayor que Suecia durante la última década.

En la comisaría de Rinkeby, uno de los suburbios desfavorecidos de Estocolmo, el policía de patrulla Michael Cojocaru, de 26 años, relata que él y sus colegas se enfrentan regularmente a una violencia brutal que recuerda a la guerra con el uso de armas de asalto, granadas y explosivos. “Vas a ver heridas, personas que han recibido disparos con AK47, que han sido apuñaladas, personas que tienen heridas de guerra”, explica a France Presse. “Es como una sociedad totalmente diferente… otro tipo de Suecia”.

No hay día que los medios de comunicación no den cuenta de un tiroteo en las calles suecas. El 19 de agosto, un hombre de 31 años identificado como líder de una pandilla en Malmö, la tercera ciudad más grande de Suecia, fue asesinado a tiros en el centro comercial Emporia, varios meses después de la muerte de su hermano. Un joven de 15 años fue arrestado por el asesinato.

Una semana después, una mujer joven y su hijo de cinco años resultaron heridos por balas perdidas mientras jugaban en un parque de Eskilstuna, una tranquila ciudad de 67.000 habitantes al oeste de Estocolmo. Ambos quedaron atrapados en el fuego cruzado indiscriminado de una disputa entre pandillas. “¿Cómo podemos vivir en un lugar donde los niños corren el riesgo de recibir un disparo en un patio de recreo? Ya no hay seguridad”, lamentaba el padre en declaraciones al diario “Dagens Nyheter”.

En plena campaña electoral para las elecciones de este domingo, los socialdemócratas, en el poder desde 2014, tratan de eludir las críticas prometiendo más mano dura contra los delincuentes y más medios para una Policía que se siente desbordada por el desconocido nivel de violencia de las bandas.

Durante una visita a Eskilstuna, la primera ministra, Magdalena Andersson, denunció “un ataque a toda la sociedad, por lo que toda la sociedad debe defenderse”. Según Andersson, la escalada del número de delitos se debe a la aparición de “sociedades paralelas” tras “demasiada inmigración y muy poca integración”. Precisamente, acabar con esos guetos es uno de los ejes de su campaña electoral. “Vivir segregados no es nuestra visión futura para Suecia”, asegura. “Deberíamos haber trabajado más en [combatir] la segregación para prevenir el reclutamiento [de las pandillas] de lo que hemos hecho”, lamentó Andersson con autocrítica.

La líder socialdemócrata propone un plan “para que tanto la Policía como la aduana tengan nuevas oportunidades para quitarles las armas a los delincuentes, pero también su dinero en efectivo, vehículos y relojes de lujo. El propósito es a menudo solo ganar dinero”. Andersson también quiere que los agentes puedan registrar una vivienda sin que tenga que haber una sospecha de que se está cometiendo un delito.

Para la oposición conservadora, en cambio, el Gobierno socialdemócrata no ha sabido combatir con firmeza la creciente violencia callejera. “Las bandas criminales ahora disparan a plena luz del día, en medio de los centros comerciales, en una tarde normal de viernes cuando la gente se prepara para el fin de semana”, lamenta el líder del Partido Moderado, Ulf Kristersson. “Después de ocho años, ya no reconocemos a Suecia. Hoy, Suecia tiene más delitos graves que en otros países, pero tenemos una legislación penal más débil”, añade.

Según una encuesta de Novus, la criminalidad preocupa al 54% de lo suecos, lo que la coloca en su segundo tema de interés tras la sanidad. Ley y orden e integración son un binomio que, a priori beneficia a la derecha, por lo que los socialdemócratas han endurecido su discurso para no verse desplazados. “Existe la idea generalizada de que inseguridad ha empeorado en los últimos años. De ahí que los socialdemócratas estén ansiosos por neutralizar este tema acercándose a partidos como los Moderados y los Demócratas de Suecia con la esperanza de que la campaña cambie el enfoque a otros temas”, explica a LA RAZÓN Niklas Bolin, profesor de Ciencias Políticas en la Mid Sweden University.

Torsten Elofsson, un ex jefe de policía de Malmö que ahora es candidato de los demócratas cristianos, lamenta que durante muchos años las autoridades han preferido mirar hacia otro lado ante el preocupante aumento de la violencia. “Solía ser solo Estocolmo, Gotemburgo y Malmö”, explica en alusión a las tres grandes ciudades suecas, pero “ahora lo ves en pequeños pueblos de Suecia. Cada vez está más cerca de donde vive la mayoría de la gente”.

Como oficial de policía, Elofsson constataba que los nombres de origen inmigrante estaban sobre representados entre los detenidos. “Durante muchos años, fuimos silenciados. Ni los políticos ni los medios lo tomaron en serio”, lamenta al señalar que había señales de sociedades paralelas e incluso de variantes de la “sharía” (ley islámica).