Elecciones
“Sorpasso” de la ultraderecha a los conservadores en Suecia
Los socialdemócratas son los más votados, pero el bloque de derechas encabeza el escrutinio provisional
Los suecos conceden de nuevo la victoria a los socialdemócratas aunque sin garantías para seguir gobernando, mientras la ultraderecha continúa su imparable crecimiento electoral y desbanca a los conservadores como principal fuerza de la oposición. Con el 93% de los votos escrutados en las elecciones de este domingo, se mantiene un estrecho pulso entre la oposición de derechas (175 escaños) y la izquierda (174). Apenas les separan 47.000 votos. La incertidumbre se mantendrá hasta el miércoles, cuando se contabilicen el voto por correo y el emitido en el exterior.
El recuento oficial sorprendía dando la la vuelta al sondeo a pie de urna de la televisión pública SVT, que a las ocho de la tarde preveía que la primera ministra, Magdalena Andersson, podría mantenerse en el poder al atribuir al bloque de izquierdas (socialdemócratas, verdes, ex comunistas y centristas) un 48,8% de los votos y 176 escaños frente al bloque de la derecha (moderados, ultraderecha, liberales y cristianodemócratas), que sumarían el 48,2% y 173 diputados. Lo cierto es que el escaso margen de seis décimas entre ambos bloques (apenas 400.000 votos), así como que muchos electores seguían aún votando por las largas colas frente a los colegios electorales, obligaban a los líderes políticos a mantener la prudencia ante la que se auguraba como una larga noche electoral.
El estrecho margen de los resultados retrasó las apariciones públicas de los dos candidatos a primer ministro, la socialdemócrata Andersson y el conservador Ulf Kristersson. El ánimo en la fiesta electoral de sus respectivos partidos fue mutando a medida que avanzaba el escrutinio oficial. El entusiasmo entre los socialdemócratas dio paso a una repentina decepción cuando pasadas las 10:30 de la noche cambiaban las tornas. La decepción conservadora por el “sorpasso” de la derecha populista, en cambio, se transformó en alegría al acariciar la posibilidad de regresar al Gobierno tras ocho años en la oposición.
“Estoy dispuesto a hacer todo lo posible para crear un Gobierno nuevo, estable y eficaz para toda Suecia y todos los ciudadanos”, aseguró Kristersson tras lamentar que la polarización también se haya instalado en Suecia.
El líder de la oposición tuvo palabras de reconocimiento a su rival político tras los duros debates de la campaña: “A veces ha sido duro, pero tengo un gran respeto por mis oponentes políticos y no menos importante por Magdalena Andersson”.
Mientras, en un intento de animar a sus simpatizantes ante la paradoja de poder ser apartados del poder pese a su buen resultado, Andersson recordó que el recuento aún no ha concluido. La primera ministra, que se enfrentaba a sus primeras elecciones como candidata insistió en que “los socialdemócratas hemos hecho unas buenas elecciones. El apoyo para nosotros ha aumentado y está claro que la socialdemocracia sueca es fuerte”.
Aunque esperado, el «sorpasso» de los ultras Demócratas Suecos (SD), con el 20,7%, al Partido Moderado (19%), que ha sido la segunda formación política más votada del país desde 1979, supone un auténtico terremoto para el consenso que ha caracterizado la política del país nórdico.
La derecha sueca sueña con regresar al poder tras una campaña centrada en la inmigración, la criminalidad y la subida de la energía que debía favorecerles. Y así ha sido, pero a los radicales y xenófobos, que aspiran areducir la inmigración al mínimo que permitan las leyes de la UE, se frotan las manos al ver que los grandes partidos asumen progresivamente su discurso.
Lo suecos parecen haber perdido el miedo a la ultraderecha, que no deja de crecer elección tras elección tras su irrupción por primera vez en el «Riksdag» (Parlamento) en 2010. La negativa del resto de partidos a pactar con ellos dificultó paulatinamente la gobernabilidad del país. Sin embargo, doce años después, conservadores y cristianodemócratas han roto el “cordón sanitario” y colaboran abiertamente con SD para gobernar con su apoyo.
El ex ministro de Finanzas conservador Anders Berg quitaba importancia a la humillación de pasar a ser la tercera fuerza del «Riksdag» porque «existe un consenso entre las partes sobre una política financiera responsable, ventajas fiscales, inversión en defensa y energía».
El hecho de que los Demócratas Suecos sean el mayor grupo del bloque de derechas aumentará las exigencias de su líder, Jimmie Akesson, para apoyar un Gobierno liderado por Kristersson, que podría tener los días contados al frente del partido si no logra formar Gobierno en su segundo intento.
En 2002, los moderados recibieron solo el 15% de los votos y su entonces líder, Bo Lundgrens, pronto fue cesado. Anna Kinberg Batra, antecesora de Kristersson, se vio obligada a dimitir antes de las elecciones por abrirse, precisamente, a hablar con los ultras.
Nicholas Aylott, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Södertörn de Estocolmo, explica a LA RAZÓN que las consecuencias del «sorpasso» dependerán del ganador de las elecciones. «Si gana el bloque de izquierda, obligaría a todos los partidos del bloque de la derecha, incluido el SD, a reevaluar sus relaciones. Sería un ‘shock’, seguro, pero puede que no signifique tanto un cambio real».
Por el contrario, si se impone la derecha, explica Aylott, «podría ser muy significativo. Anteriormente, todos, incluido el propio SD, habían aceptado más o menos que este apoyaría un Gobierno minoritario de centro derecha, pero no se uniría a él. Si Demócratas Suecos se convirtiera en el partido más grande de la derecha, le sería más difícil permanecer fuera del Gobierno».
En campaña, Akesson ya enunció sus condiciones: expulsar a los extranjeros que delincan, prohibir la mendicidad y acabar con las áreas con alta criminalidad. “Los votantes están más interesados en cuestiones de fondo que en cargaos ministeriales”, insistía.
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