Giro político

Londres se suma al primer foro paneuropeo tras el Brexit

Truss participa en Praga en la reunión de la Comunidad Política Europea, ideada por Macron para impulsar el diálogo entre la UE y sus vecinos continentales

Encuentro entre Emmanuel Macron y Liz Truss durante la Asamblea General de la ONU en Nueva York
Encuentro entre Emmanuel Macron y Liz Truss durante la Asamblea General de la ONU en Nueva YorkStefan RousseauAgencia AP

La “premier” Liz Truss viajar este jueves a Praga para asistir a la primera reunión de la Comunidad Política Europea. Se trata del nuevo club -propuesto el pasado mes de mayo por el presidente francés, Emmanuel Macron- para que los Veintisiete, junto con países candidatos (como Ucrania, Balcanes Occidentales y Turquía), y vecinos que no quieren estar dentro de la UE (como Noruega, Suiza o el propio Reino Unido) puedan discutir cuestiones que afectan al Viejo Continente, como el actual desafío que plantea Vladimir Putin con su invasión de Ucrania

Cuando el proyecto se propuso el pasado mes de mayo, el entonces “premier” Boris Johnson y su camarilla de euroescépticos se burlaron. Y, sin embargo ahora, su sucesora en el Número 10 -esa euroescéptica reconvertida que primero hizo campaña por permanecer en la UE y luego se volvió la más `brexiter´ de todos para lograr el apoyo del ala dura que la alzó al poder- no solo asististe a la primera cita, sino que quiere que la próxima reunión se celebre en Londres.

Seis años después del histórico referéndum del Brexit, el Gobierno de Truss no se está planteando un regreso a la UE. Pero su participación en la reunión de Praga sí marca un nuevo e interesante inicio en las relaciones entre Reino Unido y el bloque, que aún siguen enfrascados en las negociaciones del Protocolo de Irlanda del Norte, pieza clave del acuerdo de divorcio.

En su época como ministra de Exteriores, Truss se mostró de lo más radical, presentando ella misma el proyecto de ley con el que el Gobierno de Johnson quería romper unilateralmente lo pactado, justificando que los nuevos controles aduaneros que hay que aplicar ahora en la provincia británica están desestabilizando el proceso de paz entre católicos y protestantes. Sin embargo, ahora ha cambiado considerablemente el tono.

Al participar desde el principio en este nuevo club europeo, se podría pensar que Reino Unido quiere evitar repetir sus errores de la década de los cincuenta, cuando se mantuvo al margen de las negociaciones que condujeron luego a la entonces Comunidad Económica Europea y no pudo moldear el proyecto en su propio interés. Ahora Truss tiene sus líneas rojas: los temas de defensa deben ser dominio exclusivo de la OTAN y no quiere dar ningún paso que amenace al G-7 o G-20.

Sin embargo, desde un análisis puramente de política doméstica, la decisión de reincorporarse a un proyecto político europeo en un momento en el que su autoridad está completamente cuestionada -primero por la caída de la libra y luego por los posteriores volantazos- es una opción de alto riesgo. Truss no puede permitirse ahora el lujo de enfadar, aún más, a sus filas. Sus planes fiscales ya han sido motivo de grandes amenazas de rebeliones internas. Está por ver ahora cómo reacciona la formación a este acercamiento a la UE.