Relevo

La crisis económica, las negociaciones con la UE y la sanidad pública, los retos que esperan a Sunak

El «premier» más joven de los dos últimos siglos y el primero indio admite que se han cometido «errores» y advierte de que Reino Unido sufre una profunda crisis

Rishi Sunak, de 42 años, hizo ayer historia al convertirse oficialmente en el primer inquilino de Downing Street de origen indio y de religión hindú. Se trata también del jefe de Gobierno más joven en dos siglos. Su vida ha dado un drástico giro en apenas cuatro días. Tras perder el pasado 5 de septiembre la batalla por el liderazgo del Partido Conservador, después de una larga contienda que paralizó Westminster durante todo el verano, se disponía a tomarse unas vacaciones en Ibiza con la familia. Pero tras la abrupta dimisión la semana pasada de la fugazLiz Truss, por el fracaso de su polémico plan fiscal, y las nuevas primarias celebradas por vía exprés, ha acabado mudándose al Número 10.

Tras reunirse en Buckingham Palace con Carlos III –que además de ser el jefe de Estado es la máxima autoridad de la Iglesia Anglicana– para oficializar su nombramiento, Sunak protagonizó ayer su primer discurso como primer ministro frente a la famosa puerta negra de Downing Street con la promesa de situar la «estabilidad financiera» en el centro de su agenda. Para ello adelantó que deberán tomarse «decisiones difíciles». «En este momento, nuestro país se enfrenta a una profunda crisis económica. Las secuelas de la covid aún perduran. La guerra del [presidente ruso, Vladimir] Putin en Ucrania ha desestabilizado los mercados energéticos y las cadenas de suministro en todo el mundo», explicó. Nadie mejor que él para saber cómo está ahora el libro de cuentas porque fue precisamente Sunak, quien ocupó el cargo de ministro del Tesoro durante la pandemia, el reto más complejo al que se enfrentaban los Gobiernos a ambos lados del Atlántico en tiempos de paz. Pero, ahora, cuando regresa como primer ministro, se enfrenta posiblemente a una crisis financiera aún mayor.

Con una inflación del 10.1% –la más alta en 40 años– y un agujero de 40.000 millones de libras en las finanzas públicas, se espera que la economía de Reino Unido esté en recesión hasta mediados de 2023. La agencia de calificación Moody’s anunció ayer una rebaja en las perspectivas de la calificación de diversas entidades británicas que refleja la «debilitada» capacidad del Gobierno de Reino Unido para «respaldar a los bancos sistémicos del país».

Mientras que la drástica reducción de impuestos fue lo que forzó la dimisión de Truss, Sunak se presenta ahora como un conservador que quiere bajar impuestos, pero no a costa de subir la deuda. Tras las grandes ayudas prestadas al inicio de la pandemia (se llegaron a conceder 70.000 millones de libras), luego apostó por un programa en el que la carga fiscal aumentó más que con cualquier otro «chancellor» desde la década de 1970. Los británicos, por lo tanto, se pueden hacer una idea de lo que está por venir.

Aparte de la economía, Sunak se enfrenta a grandes desafíos como las negociaciones aún abiertas con la UE respecto ala polémica del Protocolo de Irlanda, pieza clave del acuerdo del Brexit. Las conversaciones se encuentran en una etapa extremadamente delicada. La malograda primera ministra, Liz Truss, amenazó con romper unilateralmente lo pactado con la UE respecto a los nuevos controles aduaneros, al considerarlos responsables de las tensiones políticas en la provincia británica, actualmente sin Gobierno autonómico.

Pero el tono de Londres se había relajado considerablemente en las últimas semanas a fin de evitar una guerra comercial. Dependerá de Sunak decidir ahora si continúa con este enfoque. Demasiadas concesiones enfadarían al núcleo duro de la formación. Pero no hacer concesiones para llegar a un acuerdo provocaría una confrontación tanto con la UE como con Joe Biden (de origen irlandés), que quiere urgentemente encontrar una salida. Se espera que el nuevo líder conservador apueste por un tono conciliador

Asimismo, está la crítica situación del Sistema nacional de Salud Pública (NHS). Desde su creación en 1948, el sistema nacional de salud público (NHS) siempre ha sido el gran orgullo de los británicos. Pero el que presumía de ser uno de los servicios más eficientes, igualitarios y completos del mundo se encuentra ahora en una crisis sin precedentes: las listas de espera para la atención de rutina se sitúan en un récord de siete millones; las ambulancias tardan una hora en llegar a los casos de infartos; y hay hasta 100.000 vacantes sin cubrir para personal sanitario. Los enfermeros amenazan con sumarse por primera vez en la historia a las huelgas protagonizadas ya por otros sectores para pedir mejoras salariales ante una inflación disparada. Y, mientras tanto, los contagios de covid subiendo. No existe una solución rápida, pero prometerla es un imperativo político.

En definitiva, aunque su entrada en Downing Street ha estado marcada por grandes hitos, tiene ante sí una compleja carrera de obstáculos, que tendrá que afrontar además sin la autoridad moral del mandato del electorado. Su antecesora, Truss, fue elegida tan solo por los 160.000 afiliados. Pero, en esta ocasión, ni tan siquiera han opinado los simpatizantes. La elección de Sunak se ha limitado a los 357 diputados conservadores. Y no tiene intención alguna de adelantar los próximos comicios.