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La fatiga migratoria hace mella en la Unión Europea en plena guerra de Ucrania

La llegada del invierno y los bombardeos rusos sobre infraestructuras clave amenaza con provocar una nueva oleada de refugiados que tensione más a los gobiernos castigados por la alta inflación

Ucranianos de Mariupol se bajan de un autobús en el que se puede leer en ruso: "niños"
Ucranianos de Mariupol se bajan de un autobús en el que se puede leer en ruso: "niños"Leo CorreaAgencia AP

Con el país preparándose para las primeras gran nevadas del invierno los bombardeos selectivos a infraestructura esencial en Ucrania están dejando a millones de personas sin acceso a agua, electricidad y calefacción. Mientras el Ejército del presidente Volodímir Zelenski presiona a las fuerzas rusas en el campo de batalla, especialmente en la zona sur con combates organizados, el Kremlin busca avivar las tensiones en la Unión Europea provocando una nueva oleada migratoria y de esta manera crear discrepancias entre los estados miembros.

Según Naciones Unidas, 7,7 millones de personas han abandonado sus hogares en Ucrania desde el inicio del conflicto el pasado 24 de febrero. Es la mayor crisis de refugiados europea desde la Segunda Guerra Mundial. Poco después de que comenzara la guerra, los 27 Estados miembros acordaron una Directiva de Protección Temporal que garantiza vivienda, atención médica y acceso al mercado laboral sin visa a los ucranianos hasta marzo de 2024.

Los presupuestos, recursos y la infraestructura europea se ha visto alterada desde el inicio de la guerra. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) estima que Polonia gastará 8.360 millones de euros en planes para los refugiados ucranianos este 2022, la cifra más alta entre los miembros de la organización. En la actualidad, los Estados que comparten frontera con Ucrania están preparando tiendas de campaña, polideportivos y creando una red de voluntarios para dividirlos en los centros logísticos de llegada.

El flujo migratorio que podría venir de Ucrania durante los meses de invierno ejercerá una presión extra a los gobiernos, que aquejados por la subida de los precios de la energía y la alta inflación en productos de consumo básicos deberán sacar una partida más dedicada a ayudar a miles de refugiados. Entre enero y septiembre, hubo 4,4 millones de solicitudes de protección temporal de ucranianos en la UE, aunque se estima que cientos de miles han regresado.

En Polonia, más de 1,3 millones de ucranianos se registraron para hacer del país su residencia oficial. Después de haber entrado en el décimo mes de guerra, los altos niveles de inflación hacen que cada vez más ciudadanos polacos sean reacios a ofrecer ayuda a los refugiados. El trato prioritario para cubrir puestos de trabajo con ciudadanos ucranianos que muchas empresas ofrecen, ha tensado las relaciones entre algunos residentes con sus nuevos vecinos. Aunque los ataques a alojamientos de los refugiados y a ucranianos individuales, han sido mínimos en toda Europa, resaltan los peligros potenciales a los que se pueden enfrentar.

A la oleada migratoria que Europa espera desde Ucrania este invierno un nuevo éxodo desde el norte de África, Oriente Medio y Asia podría poner a prueba el sistema de acogida de los países de la unión. La ONU estima que 145.349 migrantes han llegado a Europa por mar procedentes de esta región. Migrantes que escapan de la violencia y la pobreza.

En los últimos meses, con la inmigración como agenda, partidos de extrema derecha han ganado elecciones y puestos en los parlamentos de toda Europa. En Italia, la nueva primera ministra, Giorgia Meloni, y su socio de gobierno Matteo Salvini, se niegan a aceptar a más migrantes, según ambos líderes, estas personas suponen una amenaza para la seguridad e integridad del país. Italia, es junto con Grecia, Chipre y Malta uno de los países que más presión migratoria sufren en sus costas.

La Comisión Europea aprobó en noviembre de 2022 un plan sobre el Mediterráneo Central muy similar al anterior, su objetivo es prevenir la migración en origen a través de ayudas económicas a los gobiernos; unos gobiernos que en su mayoría tienen un alto grado de corrupción y se ha demostrado que son autoritarios. Naciones Unidas ya denunció la complicidad entre la Guardia Costera libia, altamente financiada por el plan europeo, y los traficantes de personas en el norte de África. Los países del Mediterráneo receptores de la migración africana y asiática reclaman un cambio en las políticas de asilo de la UE a través de una corrección en el acuerdo de Dublín que establece que las solicitudes de asilo deben procesarse en el primer país europeo al que llegan. Una medida que hace que países como Italia nieguen abrir sus puertos a barcos de rescate que pasan semanas a la deriva buscando un puerto para desembarcar.

Una mayor distribución entre los Estados miembros, similar a la cuotas de refugiados creada por Bruselas en la crisis migratoria de 2014 - 2014, es una solución altamente demandada para equilibrar la carga que ahora soportan algunas ciudades europeas como Berlín, Varsovia o Bratislava. Los gobiernos europeos también han llamado a países como Estados Unidos y Canadá a aceptar más refugiados. Ambos cuentan con mayor capacidad logística, una flexibilidad de recursos y un mayor espacio físico.