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Corrupción

Conmoción entre los socialistas europeos por el escándalo “Qatargate”

El grupo cree que el círculo de sospechosos está acotado al exeurodiputado Panzeri y ve poco probable más ramificaciones

La líder de los socialistas europeos, Iratxe Garcia, conversa con la presidenta de la Comisión Europea, Ursual von der Leyen JULIEN WARNANDEFE

Esta semana no solo ha sido una de las más complicadas en la historia de la Eurocámara, sino un particular vía crucis para los socialistas europeos, ya que todos los sospechosos de la trama pertenecen a esta familia política. La jefa de la delegación en el Parlamento Europeo, la española Iratxe García, ha prometido que los socialistas europeos colaborarán para esclarecer lo sucedido e incluso se personarán como acusación particular durante el juicio. Según las fuentes consultadas en esta formación, los servicios jurídicos del grupo presentaron un informe el pasado lunes y han concluido que es necesario contratar a letrados belgas. Todavía no ha terminado el proceso de selección y resulta aventurado dar plazos.

Aunque en estos momentos dentro del grupo nadie pone la mano en el fuego por nadie ni se descartan más arrestos, la sensación es que resulta difícil que surjan más nombres en los próximos días, ya que el círculo parece acotado a los colaboradores del ex eurodiputado hasta 2019 Antoni Panzeri. En el grupo socialista intentan recuperarse de la sorpresa y guardar el equilibrio adecuado entre el respeto a la presunción de inocencia y la mano dura contra la corrupción.

Tras conocerse el arresto de la vicepresidenta,Eva Kaili, el pasado viernes, los socialistas griegos decidieron de manera fulminantes su expulsión, lo que fue seguido del mismo veredicto por parte de los socialistas europeos. Al tener inmunidad como eurodiputada, era evidente que Kaili había sido pillada en flagrante delito y de ahí la reacción tan rápida.

Otros casos, sin embargo, presentan más aristas. Al conocerse nuevos registros, la dirección del grupo pidió a todos los eurodiputados que renunciasen a sus cargos como ponentes o presidentes de comisión si sus nombres aparecían involucrados en la trama. En el caso de Marc Tarabella, los socialistas belgas le han pedido explicaciones y también ha sido suspendida su pertenencia al grupo europeo, al menos mientras dure el proceso. El domicilio del eurodiputado belga fue registrado el sábado, pero no se ha procedido a su detención.

Otros eurodiputados que están bajo el ojo del huracán son María Arena, cuyo despacho fue registrado ya que uno de sus asistentes había trabajado para la organización fundada por Panzeri, el ex eurodiputado italiano al que se considera cerebro de la trama. Arena, tal y como reclamó su grupo, ha renunciado a la presidencia de la subcomisión de Derechos Humanos, aunque el Partido Popular Europeo exige su expulsión de los socialistas. Fuentes del partido, sin embargo, explican que este paso tan solo llegará si existen nuevas sospechas contra ella lo suficientemente solidas, ya que de momento todo indica que el involucrado es tan solo su asistente. La misma situación se repite con Andrea Cozzolino, acusado por Francesco Giorgi, la pareja de Kaili. Giorgio comenzó a trabajar para Cozzolino después de que Panzeri dejara su escaño en 2019.

La cautela y la conmoción son las notas dominante estos días en la bancada socialista. Esta pasada semana, en la sesión plenaria en Estrasburgo la tensión era tal que nadie osaba hacer la más mínima broma sobre el tema, ni siquiera para utilizar el humor como válvula de escape en estos difíciles momentos.

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