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Macron relanza su polémica reforma de las pensiones en Francia

La izquierda y los sindicatos franceses anuncian protestas contra el retraso de la jubilación de los 62 a los 64 años

Emmanuel Macron visita junto al primer mnistro japonés, Fumio Kishida, la catedral de Notre Dame en París
Emmanuel Macron visita junto al primer mnistro japonés, Fumio Kishida, la catedral de Notre Dame en ParísThibault Camus / POOLAgencia EFE

Llegó el Día D del segundo quinquenio de Emmanuel Macron, el que puede definir el futuro político del Gobierno y condicionar toda la agenda política de las próximas semanas e incluso meses en Francia. Hoy el Ejecutivo galo presenta la polémica reforma de las pensiones, la que para muchos es la “madre” de todas las reformas por lo que puede implicar a nivel de convulsión social y que amenaza con desencadenar una ola de manifestaciones que ahora parece difícil de calibrar.

Cierto es que Macron afronta la reforma con pies de plomo y mirando por el retrovisor, con los miedos aún en el cuerpo de huelgas de sectores y el movimiento de los “chalecos amarillos” que lo puso contra las cuerdas en el primer quinquenio. Pero a Macron también le pesa que las continuas crisis que ha tenido que gestionar, de la pandemia a la energética causada por la guerra, ha ido diluyendo su programa de reformas hasta dejarlo en mínimos.

El presidente cuenta, sin embargo, en su activo la legitimidad de haber prometido retrasar la edad de jubilación para hacer sostenible el sistema de pensiones en la campaña electoral del año pasado tras la que fue reelegido. Una reforma que ya tuvo que ser retrasada en su primer mandato con la irrupción de la crisis de la covid. Ya entonces Macron fue claro explicando que acabada la pandemia rescataría el proyecto. Y ahora ha llegado ese momento. En su tradicional mensaje de Año Nuevo, Macron insistió en que habrá que “trabajar más” para “asegurar el equilibrio” del sistema de pensiones en los próximos años y recordó que su objetivo era aplicar la reforma “a finales del verano” de 2023.

Durante los últimos días se han ido filtrando algunas pistas de lo que hoy la primera ministra, Elisabeth Borne, podría presentar. Aunque en un principio los planes de Macron eran de situar la edad de jubilación en 65 años, el Gobierno habría considerado dejarlo en 64 años. Actualmente, la edad de jubilación en Francia es de 62 años con carácter voluntario, una de las más bajas de Europa.

Pese a ser una realidad en países vecinos, una mayoría de franceses rechazan un retraso de la edad de jubilación: un 54% se opondría frente a un 44% favorable, según un sondeo de Harris Interactive publicado el 2 de enero. Incluso un 68% sería partidario, según otro sondeo de Ifop de principios de enero, a volver a la edad de 60 años instaurada por el presidente socialista François Mitterrand en 1982 y a la que el conservador Nicolas Sarkozy puso fin en 2010.

Para justificar la necesidad de esta polémica reforma, el Ejecutivo galo se basa en las proyecciones del Consejo de Orientación de las Pensiones, un organismo público independiente, cuyos informes han sido objeto de interpretaciones distintas por parte del Ejecutivo y la oposición. Según ha dicho el Gobierno, el sistema de pensiones registrará un equilibrio a corto plazo, pero se prevén déficit en las próximas décadas a medida que disminuye el número de personas que cotizan por cada jubilado, debido al envejecimiento general que vive el país.

Para sacar adelante la reforma, Macron espera contar con el apoyo de Los Republicanos, que en los últimos meses se convirtió en la muleta del gobierno para alcanzar la mayoría absoluta parlamentaria perdida en junio. Para evitar sorpresas y una eventual obstrucción parlamentaria, el Gobierno aboga por usar el mecanismo conocido como 49.3 que le permite adoptar una ley sin someterla a votación. La única manera de frenarla sería aprobando una moción de censura.

En un contexto de temor por la inflación tras años de crisis sanitaria, el Gobierno francés ha intentado aplacar las tensiones en las últimas semanas de varias formas. Por un lado, concediendo ayudas sectoriales a gremios castigados por el aumento de precios como los panaderos. Y por otra, multiplicando contactos con los actores sociales.

Sin embargo, los sindicatos ya han mostrado en los días previos a la presentación del texto una unidad con pocos precedentes. Es la primera vez que todos los sindicatos están dispuestos a manifestarse juntos contra la medida desde hace doce años, cuando se aprobó la reforma del entonces ministro de Trabajo, Eric Woerth, que aplazó la edad de jubilación de 60 a 62 años. Del lado de la oposición, el principal partido de izquierda, la Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon, ya ha llamado a manifestarse el 21 de enero en contra de la reforma.