Nueva era
Carlos III: Del eterno heredero al monarca desconocido
En los primeros seis meses de reinado, Carlos III ha afianzado su neutralidad y los expertos aseguran que más que compararlo con su madre habrá que hacerlo con él mismo cuando era príncipe de Gales
Cuando un nuevo monarca sube al trono, el perfil real de las monedas cambia para mirar en la dirección opuesta evidenciando así el inicio de una nueva era. El reinado de Carlos III será muy diferente al de Isabel II. La coronación ha sido ya toda una declaración de intenciones. Se respetó la tradición, pero la ceremonia nada tuvo que ver con la de 1953. Se compara estos días mucho al nuevo jefe de Estado con su progenitora. Pero la clave estaría más bien en comparar a Carlos con el propio Carlos. Porque el hombre que se ha visto como príncipe será muy distinto al que se verá ahora como soberano.
“La idea de que, de alguna manera, voy a continuar haciendo las cosas exactamente de la misma manera es una completa tontería”, manifestó el ahora monarca en una entrevista con la BBC en 2018 con motivo de su 70 cumpleaños.
Habiendo pasado prácticamente toda una vida como eterno heredero al trono bajo el foco de las cámaras – en concreto 64 años y 44 días- se podría pensar que guarda ya pocos secretos. Isabel II asumió la Corona con tan sólo 25 años. Fue la reina silenciosa. Pero con su primogénito todo es distinto. A sus 74 años, el pueblo le ha visto enamorarse, divorciarse y casarse de nuevo. Ha escuchado incluso las conversaciones privadas con su entonces amante, Camilla, convertida hoy en reina. Y ha sido testigo de sus muchas intromisiones sobre asuntos políticos.
En los años ochenta, sus planes para estimular “la rehabilitación del centro de Londres” irritaron profundamente a Margaret Thatcher. Durante el Gobierno de Tony Blair, advirtió que si se cambiaba “la ley para la caza del zorro” abandonaría el país y pasaría el resto de su vida “esquiando”. Aunque en sus primeros seis meses de reinado ha sido el modelo de neutralidad política que se exige a la institución, algo con lo que no todos contaban.
La periodista Catherine Mayer asegura que Carlos sigue siendo un “gran desconocido”. “Es mucho más complicado de lo que la gente puede llegar a pensar”, asegura a LA RAZÓN. “Es mucho más emocional. A Diana todo el mundo la reconocía como una persona emocional y, por lo tanto, él parecía una especie de tipo estoico seco a su lado. Pero en realidad es, al menos, tan sensible como ella. Por otro lado, es muy divertido. Podría haber sido un gran cómico. Aunque también tiene un fuerte sentido de la injusticia. Y una de sus cualidades menos atractivas es que se queja mucho”, explica.
La autora del libro “Carlos: El Corazón de un Rey” -uno de los más rigurosos, según los analistas- conoce bien al monarca. Con motivo de su 65 cumpleaños, publicó un reportaje en "Time" que no pasó desapercibido. En lugar de la caricatura que siempre se había mostrado del “hombre a la espera del trono”, la autora dijo haberse encontrado con un “apasionado filántropo, uno de los empresarios dedicados a ONGs más prolíferos del mundo”, que quería aprovechar lo máximo posible la época que aún le quedaba para seguir defendiendo las causas en las que cree: la sostenibilidad y la arquitectura tradicional.
“Tiene un sistema de creencias complicado”, matiza. Aunque es anglicano, de hecho es la máxima autoridad de la Iglesia de Inglaterra, Mayer señala que también cree que “la geometría es sagrada” y “la naturaleza misma es sagrada”. “Su ambientalismo está impulsado por ideas mucho más profundas y, a veces, más extrañas de lo que cabría esperar”, explica. “Y su crítica hacia la arquitectura modernista no es por cuestión de estética sino porque considera que es profano, que va contra la naturaleza, contra las formas sagradas de la geometría”, asegura.
Según la periodista, que durante años ha seguido a la comitiva real, Carlos tiene el deseo “no solo de desempeñar el papel para el que se considera que ha nacido, sino para desarrollarlo de una manera apasionada para poder cambiar el mundo y, de hecho, salvarlo”.
El peso de la corona
Desde los inicios, fue claramente consciente del peso de la Corona. De hecho, cuando Carlos Felipe Arturo Jorge nació en el Palacio de Buckingham el 14 de noviembre de 1948, la BBC no anunció que la reina había tenido un niño. La noticia fue que había nacido un príncipe. Cuatro años más tarde, se convirtió ya en heredero.
Su vida ha estado definida por tres mujeres: Isabel II, Diana de Gales y Camilla, la que siempre fue “el amor de su vida”. Su madre le ha dejado un reinado imposible de superar en años y trascendencia. Su ex mujer determinó en buena medida su imagen pública y durante mucho tiempo el título de villano. Su actual esposa le ha dado finalmente la tranquilidad y la felicidad. Carlos siempre quiso ser rey a su lado. Y ahora finalmente lo ha conseguido.
Su objetivo ahora es modernizar la institución. Aunque ya desde el inicio, Carlos simbolizó una Monarquía moderna. Fue el primer heredero educado fuera de casa, el primero en obtener un título universitario y el primero en crecer bajo la creciente mirada de los medios de comunicación, cuyo escrutinio ahora hacia las Casas Reales es muy distinto al de hace siete décadas.
Pasó una infancia marcada por su timidez y por la frialdad de las relaciones en Palacio, con un padre estricto y una madre distante. Y eso marcó la manera en la que se relacionó luego con su hijos, Guillermo y Harry. Pero con sus nietos es muy distinto. “Se tira al suelo con ellos y les lee Harry Potter interpretando voces”, reveló la propia Camilla.
En definitiva, es posible que, pese a todo, Carlos siempre sea el gran desconocido y que, tal como reveló en su día la actriz Emma Thompson, bailar con él sea “mejor que el sexo”. O es posible que ya como rey, muestre su verdadero yo.
Las celebraciones de la coronación continuaron ayer con los tradicionales almuerzos vecinales y un gran concierto en el castillo de Windsor con artistas como Lionel Richie, Katy Perry o el grupo Take That. Y se extenderán este lunes con un día festivo en el que se anima a los ciudadanos a realizar labores de voluntariado y colaborar con los proyectos de sus comunidades locales.
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