Fraude fiscal

Crisis en el Gobierno británico tras la salida de su número dos

La dimisión de Angela Rayner les deja sin una de las voces mas poderosas para la clase trabajadora

Starmer elige como viceprimera ministra a Angela Rayner, 'número dos' laborista
Starmer elige como viceprimera ministra a Angela Rayner, 'número dos' laboristaEuropa Press

El Gobierno de Keir Starmer sufrió ayer un gran movimiento sísmico tras la dimisión de su número dos, Angela Rayner, una de las figuras más potentes de la izquierda laborista. La que hasta ayer era viceprimera ministra, responsable de Vivienda y vicepresidenta de la formación, presentó su renuncia por una polémica sobre su situación fiscal. Su salida crea ahora una guerra civil entre las filas, acentuando la gran crisis que atraviesa el premier Keir Starmer. Tras un año en Downing Street, su popularidad no remonta y el populista Nigel Farage, líder de Reform UK, le va tomando cada vez más terreno con un discurso de extrema derecha con el que culpa a la inmigración de todos los problemas económicos.

Rayner era una figura clave para Starmer como mediadora del ala izquierda del partido, equilibrando sus demandas con la estrategia más moderada del liderazgo. Llevaba varios días en el punto de mira tras publicarse una investigación sobre sus asuntos fiscales realizada por el asesor de ética del primer ministro. La pesquisa, iniciada a petición propia de la perjudicada, concluyó que, pese a haber actuado de “buena fe”, pagó menos impuestos de los que correspondían por la compra de una propiedad, algo que ella atribuye a un “error” en un asesoramiento legal inadecuado.

Rayner, de 45 años, es por sus orígenes humildes, estilo combativo y pasado sindical una referencia para la izquierda del Partido Laborista, que viró al centro con Starmer tras un periodo convulso bajo la batuta del socialista Jeremy Corbyn.

Su dimisión deja, por tanto, al Gobierno sin una de sus voces más auténticas y poderosas de la clase trabajadora.

Con la nueva estructuración del Gabinete, David Lammy, hasta ahora ministro de Exterior, pasa a sustituir a Rayner como viceprimera ministra. Lammy también ha sido nombrado ministro de Justicia. Por su parte, Yvette Cooper, hasta ahora al frente de Interior, es la nueva responsable de la diplomacia británica, puesto que se enfrenta en los próximos días al gran reto que supone la polémica visita de Estado de Donald Trump al Reino Unido.

Downing Street publicó ayer una carta manuscrita del primer ministro donde recalcaba que le “entristece mucho” que la etapa de Rayner como viceprimera ministra, secretaria de Estado y vicepresidenta del Partido Laborista haya terminado de esta manera.

La carismática política de melena pelirroja creció en un entorno difícil en Stockport, en el norte de Inglaterra, y abandonó la escuela a los 16 años, embarazada y sin calificaciones. Su madre, afectada por un trastorno bipolar, no pudo apoyarla en la educación, y fue su abuela quien, con tres empleos, mantuvo a flote a Angela y a sus dos hermanos.

Rayner -madre de tres hijos y abuela a los 37 años- siempre ha explicado que los centros cívicos infantiles instaurados por anteriores gobiernos laboristas le ofrecieron un apoyo crucial como madre joven, permitiéndole desarrollarse y abrirse camino hacia la política. Su experiencia en los servicios públicos -como cuidadora para el Ayuntamiento de Stockport y atendiendo a ancianos en sus hogares- la acercó al sindicalismo, donde llegó a puestos de responsabilidad con el sindicato UNISON, uno de los mayores del Reino Unido.

Su talante directo y su defensa de los trabajadores con salarios bajos y contratos precarios la hicieron destacar en el Partido Laborista, y en 2015 fue elegida diputada por la circunscripción de Ashton-under-Lyne, siendo la primera mujer en ocupar ese escaño.

Desde entonces formó parte del equipo de Corbyn y, en 2020, fue elegida por las bases número dos de Starmer, con quien mantuvo una relación a veces tensa pero productiva. Tras la victoria laborista en las elecciones generales de 2024, se convirtió en viceprimera ministra y ministra de Vivienda, responsable de proyectos clave como la construcción de más pisos de protección oficial.

Rayner se había puesto en contacto con el asesor ético tras confirmar que pagó incorrectamente la tasa más baja de impuestos por la compra de un piso en Hove. Lo clasificó como su única propiedad, a pesar de pasar gran parte del tiempo con sus hijos en la casa familiar en Ashton-under-Lyne, Gran Mánchester, donde habitó con su marido antes del divorcio. Tras su separación, invirtió su participación en la casa de Ashton en un fideicomiso creado en 2020 para gestionar el pago a uno de sus hijos, quien, tras nacer prematuro tiene discapacidades de por vida.

Dado que su hijo es el beneficiario de dicho fideicomiso y es menor de 18 años, Rayner seguía contándose como titular de un interés financiero en él a efectos fiscales. Sin embargo, cuando compró el piso de Hove, declaró no tener participación en ninguna otra propiedad. Aunque afirmó haber recibido asesoramiento fiscal por escrito antes de completar la compra, afirmando que tenía derecho a pagar la cantidad menor, el abogado de Rayner declaró ayer que no le había proporcionado dicho asesoramiento. Dos expertos en fideicomisos también le habían aconsejado que buscara asesoramiento legal completo antes de comprar la propiedad, lo que no hizo.