Reino Unido
Financiación y fortuna de los Windsor: El gran enigma del Palacio de Buckingham y gran desafío de Carlos III
El rey Carlos III es consciente de que el elevado coste de la corona es una de las principales bazas de los antimonárquicos y está dispuesto a ser más transparente en las cuentas
A principios de este año, Carlos III propuso al Gobierno ceder “al bien público” parte de los ingresos que le corresponderían, después de que la gestora de "Crown State" - las tierras de las que proviene gran parte de la financiación para la monarquía- anunciara un acuerdo para seis nuevos parques eólicos marinos que reportarán un beneficio anual “inesperado” de 1.000 millones de libras durante al menos tres años.
Con el gesto, el jefe de Estado, que precisamente había destacado en su mensaje de Navidad la crisis por el aumento del costo de la vida, demostraba su compromiso para hacer cambios en una institución que está en plena transición y que debe adaptarse a los tiempos modernos para garantizar su supervivencia. Es precisamente el coste de la monarquía una de las grandes bazas para sus críticos. Y ya no por el hecho de lo que supone para el erario público, sino por todo el secretismo que siempre ha envuelto a sus fuentes de riqueza "privada".
En 1992, Isabel II reconoció en un discurso ante el Guildhall de la City de Londres que “ninguna institución, la City, la Monarquía, lo que fuera, debe esperar estar libre del escrutinio de quienes le dan su lealtad”. Pero, teniendo en cuenta que la Familia Real está exenta de la Ley de Libertad de Información (por la que el ciudadano puede solicitar información sobre las autoridades públicas), ¿hasta qué punto es posible saber cuánto cuestan y cuánto dinero tienen los Windsor? Son muchas las preguntas que se plantean ahora encima de la mesa. Entre ellas, ¿deberían estar obligados a pagar impuesto sobre la renta o el de sucesión? ¿Deberían hacer públicos los testamentos?
Una de las fuentes más importantes de sus ingresos proviene del erario público a través de la "Subvención Soberana", un pago basado en las ganancias de "Crown Estate". Las tierras del monarca, que datan de la época de la conquista normanda, son hoy en día un lucrativo negocio inmobiliario, con una cartera de 15.600 millones de libras, que incluye 241 propiedades en el centro de Londres, amplias tierras de cultivo, edificios de oficinas, y parques comerciales en ciudades como Southampton o Newcastle. Aunque es propiedad de la Corona, es administrado de forma independiente como empresa privada, con ganancias anuales de más de 300 millones de libras.
Esta partida cubre los gastos de una institución, que emplea un promedio de 491 trabajadores, el mantenimiento de los Palacios Reales y el costo de los viajes de la Familia Real para llevar a cabo compromisos públicos. Sin embargo, la seguridad se paga aparte y es una cifra que, aunque está estimada en alrededor de 100 millones de libras, no se hace pública de manera oficial. Desde el Gobierno alegan que es por “cuestión misma de seguridad”. Pero en países como Estados Unidos sí desvela.
En 2017, se decidió aumentar la "Subvención Soberana" del 15% al 25 % respecto a los beneficios del "Crown State", de manera temporal hasta 2027, para hacer frente a la necesaria renovación de 369 millones de libras del Palacio de Buckingham, que cuenta con calderas de los años 50. Por lo tanto, la "Subvención Soberana" asciende ahora a los 86,3 millones de libras (alrededor de 94 millones de euros). Comparado con los 7,4 millones de euros que recibe la Casa Real española podría parecer una cifra desorbitada. Pero lo cierto es que equivale a 2.40 libras por contribuyente, una cifra que va en línea con el resto de monarquías europeas. Y, según organizaciones, como la consultora Brand Finance, los gastos se ven superados por los ingresos que la institución aporta cada año a la economía (1.766 mil millones de libras en 2017), como impulsor del turismo.
Ducado de Lancaster y ducado de Cornualles
Por otra parte, otra de las fuentes más importantes de ingresos para los Windsor proviene del ducado de Lancaster y el ducado de Cornualles. El primero consta de 18.481 hectáreas de tierra rural, principalmente en el norte de Inglaterra y Midlands. La propiedad en sí está valorada en 652 millones de libras y sus ganancias -20 millones de libras al año- pasan automáticamente al monarca.
El segundo ducado, que abarca 52.450 hectáreas, principalmente en el suroeste de Inglaterra, tiene un valor de más de 1.000 millones de libras. Sus ganancias siguen yendo automáticamente al heredero al trono, por lo tanto, el pasado mes de septiembre, cuando Guillermo, 40 años, se convirtió en príncipe de Gales, se transformó en multimillonario y uno de los mayores terratenientes de Inglaterra, ya que las ganancias están también valoradas en alrededor de 20 millones de libras.
Desde Palacio de Buckingham aseguran que los ingresos de los ducados son “privados” por lo que no proporcionan una descripción detallada de cómo se gasta el dinero. Aunque, según la prensa británica, la difunta reina Isabel II los utilizó para ayudar a su hijo, el Príncipe Andrés, a pagar un acuerdo extrajudicial estimado en más de 9 millones de libras, para finalizar el caso de supuesta agresión sexual de menores presentado contra él por Virginia Giuffre.
Una de las peculiaridades de los ducados es su exención del impuesto de sociedades y del impuesto sobre las ganancias de capital. Por lo tanto, aunque el rey y el heredero sí pagan voluntariamente impuesto sobre renta, eso proporciona a sus ducados grandes ventajas comerciales sobre las propiedades inmobiliarias convencionales en el Reino Unido. Aunque no es el único motivo por el que hay polémica. En 2017, los "Paradise Papers" revelaron que el patrimonio del ducado de Cornualles había invertido millones en empresas extraterritoriales, incluida una empresa registrada en las Bermudas dirigida por uno de sus mejores amigos de Carlos.
Por último, la reserva final de dinero, y la más secreta, es la fortuna privada de los Windsor compuesta, entre otros, por propiedades, joyas y obras de arte. Según Rich List, Isabel II tenía un patrimonio neto de unos 430 millones de dólares. Aunque gran parte de la riqueza personal siempre se mantuvo en privado, según "The Guardian", Carlos III habría heredado ahora de su madre activos que han llevado a su riqueza privada a los casi 2.000 millones de libras. Y todo, sin pagar impuesto de sucesión.
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