Reino Unido

Un hangar de películas para entrenar a los agentes responsables de deportar inmigrantes a Ruanda

Se prepararán frente a la resistencia de los «sinpapeles» expulsados a subir al avión

UK Prime Minister Rishi Sunak speaks during a press conference in Downing Street, in response to the Supreme Court ruling that the Rwanda asylum policy is unlawful.
UK Prime Minister Rishi Sunak speaks during a press conference in Downing Street, in response to the Supreme Court ruling that the Rwanda asylum policy is unlawful. Leon NealDPA vía Europa Press

 Rishi Sunak nunca eligió el `Plan Ruanda´. El polémico programa para enviar al país africano a los solicitantes de asilo por vías irregulares fue algo que heredó, muy a su pesar, de la época de Boris Johnson. Mientras el controvertido político de melena albina tiraba de discurso populista prometiendo que así acabaría con la inmigración ilegal, Sunak no creía que esa fuera la forma más efectiva para detener a las pateras que cruzan el Canal de la Mancha. Y sin embargo, ahora que está en Downing Street, el `Plan Ruanda´ ha acabado convirtiéndose en el eje central de su mandato y, al mismo tiempo, en la medida que prácticamente a diario pone en jaque un liderazgo cada vez más cuestionado de cara a los comicios previstos para otoño.

Es tal el ansia de Sunak -o desesperación, según se mire- por demostrar al núcleo duro de sus filas su compromiso con el controvertido programa que ha llegado hasta límites inverosímiles. Consciente del gran escándalo que provocarán los vuelos, el Ejecutivo ha alquilado un hangar para aviones, utilizado normalmente por las productoras como estudio cinematográfico, para que los funcionarios de seguridad puedan ser entrenados para obligar a los inmigrantes a meterse en el avión con destino al país africano, donde existen dudas de que sus derechos se puedan ver garantizados.

Los inmigrantes serán escoltados uno por uno desde un centro de detención en una base aérea por guardias de seguridad, que están siendo entrenados para lidiar con situaciones “problemáticas”, que incluyen la posibilidad de que los migrantes utilicen la violencia para evitar ser deportados o protestas al estilo de `Extinction Rebellion´ en las que los activistas “se hacen los muertos” al tirarse en el suelo y negarse a moverse.

Se estima que se necesitarán cinco agentes por cada migrante. Los responsables de seguridad también se están preparando para la perspectiva de manifestaciones fuera de la base aérea en un intento de detener los vuelos. Entre los que reciben entrenamiento se incluyen los agentes de inmigración y personal extranjero de la empresa de seguridad Mitie, que tiene un contrato multimillonario con el Ministerio del Interior para gestionar el asilo y la detención de inmigrantes.

La información, publicada ayer en exclusiva por The Times, no ha hecho más que incrementar la polémica ante un plan que ha levantado todo tipo de críticas que van más allá de la oposición laborista. Los principales representantes de la Iglesia de Inglaterra, 23 obispos que ocupan escaños en la Cámara de los Lores, llegaron a firmar una carta en la que denunciaban una práctica “que debería avergonzarnos como nación”. “Es una política inmoral que avergüenza al Reino Unido”, rezaba el texto.

La ubicación del hangar no ha sido revelada, pero una fuente gubernamental señaló que el ministerio del Interior había firmado un contrato por un año. El departamento dijo que el plan ayudaría a los escoltas a responder “profesionalmente a los desafíos de expulsar a personas sin derecho a estar en el Reino Unido”. Se espera que los primeros vuelos despeguen del aeródromo del Ministerio de Defensa en Boscombe Down, cerca de Salisbury. Desde allí debía partir el primer vuelo de deportación hacia Kigali en junio de 2022, hasta que el avión quedó en tierra cuando el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo lo detuvo en el último momento.

El controvertido programa migratorio fue inicialmente anunciado en abril de 2020 por el entonces premier Boris Johnson. Pero ningún avión ha conseguido despegar aún con destino a Ruanda por la intervención de la justicia. A finales del año pasado, el Tribunal Supremo del Reino Unido siguió los pasos del Tribunal Europeo de Derechos Humanos oponiéndose a la medida al considerarla ilegal.

Sunak ha tenido que cerrar ahora un nuevo pacto con Kigali con modificaciones para asegurar que “las personas desplazadas a Ruanda no correrán el riesgo de ser devueltas a un país donde su vida o su libertad se vean amenazadas”. Pero el nuevo proyecto de ley no convence al núcleo duro del Partido Conservador que quiere endurecer aún más la medida.

Más de 60 rebeldes tories votaron en contra del Gobierno el pasado martes durante la tramitación de las enmiendas del proyecto de ley en lo que supuso el mayor desafío al liderazgo de Sunak. El miércoles finalmente el proyecto de ley consiguió luz verde en la Cámara Baja con 320 votos a favor frente a los 276 en contra. Pero debe sobrevivir ahora a la Cámara de los Lores, donde cuenta con gran rechazo.

Sunak quiere que el primer avión pueda despegar con destino a Ruanda cuanto antes, consciente de la importancia que la cuestión migratoria tiene para sus propias filas y el electorado. Pero fuentes de Interior creen que no será posible hasta junio, contando con que el proyecto finalmente consiga convertirse en ley y luego obtenga el visto bueno de los tribunales.

Pese al empeño que el premier muestra por acabar con la inmigración ilegal y “recuperar el control de las fronteras” -el que fuera gran emblema del Brexit- su popularidad sigue cayendo en picado. Todas las encuestas vaticinan el fin de la era tory tras más de trece años en el poder. Cambiar de líder cuando apenas quedan meses para la cita con las urnas -que como muy tarde tendría que ser en enero de 2025- podría parecer un suicidio. Pero el Partido Conservador tiene un acreditado historial de `regicidio´. Los parlamentarios pueden ser capaces de cualquier cosa cuando se muestran desesperados por conservar el escaño.