Francia
Macron se asoma al abismo de la parálisis política y el inmovilismo
El presidente francés descarta disolver el Parlamento o hacer una crisis de Gobierno tras salvar por la mínima la moción de censura
“Esto no es una derrota”, dijo Emmanuel Macron durante una reunión de emergencia con los diputados de su partido este martes, haciendo referencia a los resultados de la moción de censura de la Asamblea Nacional. Por escasos nueve votos, el mandatario se salvó de ver partir a su primera ministra y de retirar la polémica Reforma de Jubilaciones.
Pero si la palabra “derrota” no es la correcta, tampoco lo es “victoria”. Este mismo martes, un grupo de diputados de la extrema derecha introdujo un recurso ante el Consejo Constitucional, con la intención de censurar el texto de la reforma de las pensiones, especialmente el artículo 7 que encierra el punto que mantiene al país encendido: el retraso de la edad de retiro de 62 a 64 años. Según el procedimiento oficial, el Consejo admite el texto para su revisión y suspende durante un mes la promulgación de la ley. Una vez terminada la evaluación, declarará si el texto es inconstitucional como claman sus detractores.
Según fuentes ligadas a la presidencia, Emmanuel Macron sigue firme en su posición de no retirar la reforma de pensiones, aunque el 68 % de los franceses la rechacen, como indica el último sondeo de IPOF. Sigue firme también en conservar su gabinete de ministros y ha renunciado a la disolución de la Asamblea Nacional, una idea que revoloteaba en el ambiente en las últimas semanas si la moción de censura llegaba a aprobarse. Tampoco está dispuesto a convocar a un referéndum sobre la reforma. En realidad, Macron no cede ni un milímetro.
Y justamente por eso, sigue habiendo mucha rabia en la calle. Desde el 16 de marzo, cuando el mandatario decidió aprobar la reforma de pensiones por decreto – sin pasar por el voto de la Asamblea- las protestas se han radicalizado. Ya no responden a una convocatoria organizada de los sindicatos y son mucho más violentas que otras veces. Hay incendios, choques contra la policía, destrucción de bienes públicos y paralización de actividades básicas como la recolección de basura. Es el escenario cotidiano en París, Marsella, Lyon, Estrasburgo, Burdeos y otras ciudades de Francia.
En este contexto, la pregunta que flota en el ambiente es: ¿va a caer Macron?
La respuesta es no. O al menos eso sostiene Michel Wiewiorka, sociólogo del Instituto de Ciencias Políticas de París, quien tiene una lectura mucho más mesurada de lo que sucede hoy en Francia.
“No es el caos total. Es el bloqueo de ciertos sectores, son protestas con algo de violencia, pero no es el caos de todo el país. El gobierno no va a caer” – apunta Wiewiorka calmando los ánimos. “Lo que sí es cierto es que Macron es hoy un presidente debilitado, sin mucha legitimidad en la opinión popular. El problema para él es que le será muy difícil presentar nuevas leyes o medidas en el resto de su mandato. Es el bloqueo de su capacidad política”.
Sin embargo, Macron trata de blindarse con los diputados de su partido Renaissance, presentes en el palacio del Elíseo este martes, a quienes pidió presentar nuevas propuestas en las próximas tres semanas, con el fin de “cambiar de método y de agenda de reformas”. El mandatario intentaría calmar las aguas y tener un programa claro y en consonancia con sus compatriotas, al menos hasta después de los Juegos Olímpicos de París, previstos para julio de 2024.
¿Y a quién beneficia esta crisis? El análisis general apunta a Marine Le Pen. Recordemos que, en las elecciones de 2022 y 2017, una buena masa de votantes se volcó a apoyar a Macron para evitar una presidencia de extrema derecha. Hoy, ante el rechazo general que ha generado la reforma de jubilaciones y su aprobación forzada, se respira una sensación de arrepentimiento por haber dado ese “voto útil”. Además, se evidenció que el partido de derecha tradicional, Los Republicanos, no es un apoyo incondicional para Emmanuel Macron, visto que un tercio de la bancada votó la moción en su contra.
“Esta crisis beneficia al partido de Le Pen, eso es obvio, pero también beneficia a la abstención”, apunta el sociólogo Michel Wiewiorka. “La gente se dice a sí misma ‘ya no voto más porque igual mi voto no se respeta’ y el resultado es terrible para la democracia”.
Sin embargo, las elecciones no son mañana. Todavía faltan más de cuatro años para ir a las urnas y el panorama político, como en cualquier país, puede cambiar.
A nivel popular, los sindicatos también acumulan una buena dosis de indignación. Para este jueves 23 de marzo han convocado a una gran huelga general que afectará especialmente al transporte urbano y ferroviario. Paralizará igualmente a los maestros, empleados públicos, recolectores de basura y a todos los detractores de la reforma de jubilaciones y su aprobación forzada.
En medio de la agitación, el presidente Macron finalmente ha decidido hablar. Ha anunciado una entrevista este miércoles al mediodía con dos canales de televisión franceses. Para sorpresa de muchos, cambió el formato de la alocución tradicional y solitaria para recibir en el Elíseo a dos periodistas jóvenes que nunca lo han entrevistado. ¿Su discurso calmará al país? Si no retrocede en la reforma de las pensiones, nada garantiza que eso ocurra.
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