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Alemania

Merz reivindica sus primeros 100 días en el poder entre elogios propios y críticas de la oposición

El canciller alemán busca afianzar un relato de acción y liderazgo, mientras la oposición y parte de sus socios cuestionan su capacidad de cumplir lo prometido

German Chancellor Merz attends 'Day of the Homeland 2025' in Stuttgart RONALD WITTEKEFE

Tras cumplir cien días en el cargo, el canciller alemán, Friedrich Merz, presentó este jueves un balance optimista de su gestión y en un vídeo publicado en sus redes sociales habló del inicio de un “cambio político” en el país. “Alemania vuelve a ser un socio fiable en Europa y en todo el mundo”, declaró. “Hemos iniciado la recuperación económica y corregido la política migratoria de los últimos años, el comienzo está hecho”. Merz aseguró que en poco más de tres meses su Gobierno ha trabajado “para mejorar las condiciones de vida de los alemanes” y que ya se notan los avances: “Se está volviendo a invertir en Alemania y la situación económica está mejorando poco a poco”. Según el canciller, las condiciones para las empresas están mejorando y el objetivo es que el país sea “un país industrial moderno, con inteligencia artificial y tecnologías punteras, capaz de competir a nivel global”.

Merz destacó que el Ejecutivo impulsa un plan de inversión masiva en puentes, carreteras y otras infraestructuras, financiado con un fondo especial de 500.000 millones de euros para modernización y protección climática. “Es algo que deberíamos haber hecho hace décadas”, afirmó. También subrayó que Alemania está invirtiendo más que nunca en la Bundeswehr, con el objetivo de destinar en cuatro años el 3,5% del PIB a defensa, en línea con las exigencias de la OTAN. En política exterior, el canciller marcó un tono distinto al de su predecesor, Olaf Scholz. Su agenda internacional comenzó con viajes a Francia y Polonia, reuniones en Bruselas y una visita a Washington para encontrarse con el presidente estadounidense, Donald Trump. Este primer contacto transatlántico “sin incidentes” ha sido interpretado en Berlín como un éxito en tiempos de alta tensión internacional. Asimismo, defendió las medidas adoptadas para restringir la inmigración irregular, una de las promesas centrales de su campaña. Entre ellas figuran el rechazo en frontera de solicitantes de asilo, la suspensión de la reunificación familiar durante dos años y la eliminación del proceso de “turbonaturalización”, que pretende recortar los plazos para conseguir la nacionalidad alemana. “Queremos prevenir la entrada ilegal y reducir los incentivos para venir a Alemania”, reiteró.

Si el mensaje de Merz fue optimista, el de la oposición resultó implacable. La líder del grupo parlamentario de Die Linke, Heidi Reichinnek, acusó a la coalición gobernante de aplicar políticas “antisociales”. “Teníamos pocas expectativas con este Gobierno, pero estos primeros 100 días son difíciles de superar en irresponsabilidad y frialdad social”, declaró al periódico “Tagesspiegel”. Desde la ultraderecha, los líderes de Alternativa para Alemania, Alice Weidel y Tino Chrupalla, celebraron lo que consideran un desplome de la popularidad del canciller. “La drástica caída de la aprobación demuestra que esta coalición ya ha perdido la confianza de la ciudadanía”, afirmaron. Según ellos, Merz “ha iniciado muchos proyectos desde su elección, pero no ha completado ninguno”. Los Verdes, socios minoritarios en otras etapas pero ahora en la oposición, coincidieron en el diagnóstico crítico. “Merz anunció un gran cambio, pero lo que vemos es una regresión”, señaló el líder ecologista Felix Banaszak. Las voces discordantes no solo vienen de fuera. Dentro del propio Gobierno, algunos socios de coalición admiten fallos. Jens Spahn, líder del grupo parlamentario conservador, reconoció “problemas de comunicación” en una entrevista con la televisión pública ARD. “Aún hay margen de mejora, tenemos que ser más pragmáticos y claros en lo que cada socio puede esperar del otro”, dijo. Por su parte, el líder parlamentario socialdemócrata, Matthias Miersch, reclamó corregir cuanto antes los déficits de coordinación: “En algunas áreas la cooperación no ha funcionado bien y, en la percepción pública, eso eclipsa los logros sustanciales. Esto debe cambiar sin duda”.

Detrás de los anuncios de inversión, el Ejecutivo afronta un escenario fiscal complejo. El presupuesto federal acumula déficits millonarios, agravados por el alza de los tipos de interés y el coste de nuevos programas, como el paquete de infraestructuras, el incremento del gasto en defensa, las ayudas por maternidad o la rebaja fiscal a la hostelería. Merz también encara reformas que aún no han pasado del papel en áreas sensibles como sanidad, pensiones y sistema de bienestar. El Gobierno quiere reducir costes para los ciudadanos y las empresas, afectadas por el peso creciente de las cotizaciones sociales. “Hasta ahora no se ha hecho nada; se espera que las comisiones empiecen pronto a trabajar en ello”, admiten en la Cancillería. Merz prometió que “pronto” los ciudadanos notarán en su vida diaria los frutos de estas políticas: desde la renovación de escuelas y piscinas públicas hasta el arreglo de carreteras y vías férreas. El objetivo, insiste, es dar un impulso duradero a la economía. “El mundo nunca duerme -recordó- y nosotros tampoco podemos hacerlo si queremos mantenernos en cabeza en investigación, desarrollo y empleo cualificado”. A los cien días, el canciller busca afianzar un relato de acción y liderazgo, mientras la oposición y parte de sus socios cuestionan su capacidad de cumplir lo prometido. Los próximos meses dirán si el “cambio político” que Merz proclama se consolida o se desvanece en el fragor de la política alemana.