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Los misiles nucleares de Putin en Bielorrusia: ¿Una amenaza real?

La participación militar de Bielorrusia en la guerra de Ucrania acerca un desequilibrio regional en Europa del Este

MISIL HIPERSÓNICO HGV
El presidente bielorruso Alexander LukashenkoAntonio CruzLA RAZÓN

Consciente de la proximidad y el comienzo de una contraofensiva ucraniana respaldada por Occidente, Vladimir Putin ha blandido una vez más la amenaza de las armas nucleares, anunciando que quiere estacionar misiles nucleares "tácticos" en Bielorrusia. Detrás de esta declaración intencionada del presidente ruso, muchos ven un farol, tanto en Washington como en Bruselas, la sede de la OTAN, que no han visto ningún indicio de que Rusia haya transferido aún armas nucleares a Bielorrusia. ¿Qué podemos aprender de este episodio?

En primer lugar, farol o no, sigue habiendo una escalada del conflicto debido a la ampliación internacional del mismo, ya que Bielorrusia -un Estado estrechamente dependiente de Rusia, pero soberano- está dispuesta a albergar estos misiles nucleares.

En segundo lugar, en cuanto a la ubicación de éstos, no supone una gran diferencia para los europeos porque los misiles nucleares rusos ya están estacionados a 50 kilómetros de la frontera polaca y, por tanto, de la OTAN. Por ejemplo, hace unos años se divisó una base de lanzamiento en el enclave ruso de Kaliningrado.

En tercer lugar, si se demuestra el movimiento de misiles, es peligroso. Cierto, cuanto más amenacen los rusos con utilizar armas nucleares y luego no lo hagan, menos convincentes resultarán. Pero siguen teniendo armas nucleares y la capacidad de utilizarlas. No es un hecho tranquilizador, porque demuestra una vez más que Rusia está dispuesta a utilizar las armas nucleares para ejercer presión y utilizarlas de forma agresiva. Ucrania no ha tardado en reaccionar a esta amenaza convocando urgentemente una reunión extraordinaria de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU. Espera de sus cuatro miembros permanentes tomen medidas eficaces para contrarrestar el chantaje nuclear del Kremlin. Pero es probable que este llamamiento quede en papel mojado. Rusia asumirá en abril la presidencia del Consejo de Seguridad durante un mes.

En segundo lugar, cabe esperar que el peligro de una escalada atómica siga siendo bajo, especialmente tras la reciente visita del presidente chino a Moscú. Xi Jinping ha enfriado cualquier ardor ruso por una guerra nuclear caliente. Sabe que en el pasado los estadounidenses habían colocado misiles nucleares tácticos en Corea del Sur y no quiere volver a verlos, debido a la alianza chino-rusa. Al parecer, el presidente Xi dijo "muy claramente" a su homólogo ruso que no debía desplegar ese tipo de armas. Además, el "plan de paz" de Pekín para Ucrania estipula que hay que impedir la proliferación nuclear y evitar una crisis nuclear. El comunicado conjunto de Rusia y China tras su reunión de la semana pasada afirmaba que todos los Estados poseedores de armas nucleares debían retirar las armas nucleares desplegadas en el extranjero. La decisión de Rusia de avanzar con Bielorrusia en la ubicación de los misiles enfada a Pekín, que a la vez quiere presentarse como el nuevo paladín de la paz y no quiere provocar la ira de Occidente porque China aún no es lo bastante fuerte como para competir con Estados Unidos en cuestiones militares y de seguridad colectiva.

Entonces, ¿por qué Moscú pasó por encima de los intereses chinos? Un vistazo al calendario puede explicar la amenaza de Putin. Su intención de colocar sus peones en Bielorrusia fue comunicada el 25 de marzo, fecha en la que se conmemora el nacimiento de la República Popular Bielorrusa en 1918. La entrega de estas armas es señal de una alianza reforzada entre Minsk y Moscú. Compartir armas nucleares es la mayor prueba de confianza que puede existir entre dos países, aunque en este caso Moscú seguirá siendo el único propietario y responsable del uso de estas armas. Cabe recordar que, aunque Bielorrusia no está directamente implicada en el conflicto de Ucrania, Moscú ya ha utilizado su territorio para llevar a cabo su ofensiva sobre Kyiv el año pasado o para realizar ataques contra objetivos ucranianos.

Esta alianza reforzada entre Minsk y Moscú aumenta el riesgo de que Bielorrusia entre en el conflicto. Si Bielorrusia se convierte en beligerante, podría abrir nuevos frentes, especialmente en el oeste de Ucrania. Atacar esta parte del territorio con el Ejército ruso cortaría los suministros a Ucrania desde Polonia. Mientras tanto, el equilibrio bielorruso entre la Unión Europea y Rusia está llegando a su fin porque, con la instalación de los misiles rusos, Minsk, que siempre había negado querer entrar en esta guerra, parece haberse decidido definitivamente por la línea de Putin. Sin embargo, la participación militar de Bielorrusia no debe representar en sí misma un punto de inflexión en la guerra. En principio, no hará que otros aliados rusos entren en el conflicto. Todavía no es inminente una guerra europea, pero no se descarta un desequilibrio regional en el este.