Guerra en Ucrania
La tragedia de las mujeres Bazilevych que Leópolis no puede olvidar
La muerte de Emilia, Daria y Yaryna junto a su madre muestra el recrudecimiento de los ataques rusos en zonas urbanas
La muerte violenta se ha convertido desde hace tiempo en una parte omnipresente de la vida de los habitantes de Leópolis, donde cada día se entierran en el cementerio militar local al menos dos o tres soldados fallecidos en el frente. Muchos han sentido que su sentimiento de dolor se ha ido apagando con el tiempo, como si su psique se negara a dejar entrar las emociones crudas cada vez, por puro instinto de conservación. Algunas muertes todavía pueden golpear especialmente fuerte y despertar incluso a aquellos que están atrapados en el letargo al sufrimiento continuo que traen los misiles y bombas rusos al país y a esta ciudad, ubicada a unos 1.000 kilómetros de la línea del campo de batalla.
Miles de personas, muchos de ellos jóvenes, acudieron al entierro de cuatro miembros de la conocida familia Bazilevych, que murieron en un reciente ataque ruso que destruyó su apartamento en uno de los barrios más antiguos y tranquilos de la ciudad.
En cuatro ataúdes blancos se encontraban los cuerpos de tres hermanas jóvenes, Emilia, Daria y Yaryna, de 7, 18 y 21 años, y de su madre, Yevhenia, de 43 años. Los acompañaba Yaroslav, el marido de Yevhenia y padre de las jóvenes. «Cuatro ataúdes, cuatro cruces, una familia. Es lo más aterrador que he visto en mi vida», reaccionó el alcalde de la ciudad, Andriy Sadovyi. La foto de Yaroslav, con el rostro ensangrentado, caminando junto al cuerpo de una de sus hijas cerca de la casa destruida, se había difundido rápidamente por las redes sociales tras el ataque. Sacudió a toda la ciudad, mientras las condolencias se derramaban sobre el hombre que perdió a su familia en un abrir y cerrar de ojos.
«Se amaban tanto. No sé si el padre sobrevivirá a tanto dolor, es imposible. Después del ataque, se quedó, a pesar de sus heridas, buscando a su familia entre los escombros», dijo Shanel Kurnikova, vecina de las víctimas, mientras observaba cómo los bomberos sacaban la enorme pila de escombros de la elegante casa de tres pisos buscando supervivientes.
El apartamento de Kurnikova quedó destruido en el ataque, pero ella y su hija de 14 años sobrevivieron porque no pasaron la noche allí. La familia Bazilevych se encontraba en la casa cuando ésta se derrumbó parcialmente tras una explosión. La foto de la familia, todos sonriendo y abrazándose, fue compartida por la Universidad Católica de Ucrania, donde Daria estudiaba Cultura nacional. En su carta de presentación había escrito que estaba interesada en aprender sobre la cultura y la historia de su país y contárselo al mundo entero. «Esta pasión nació en mí gracias a mi familia, que siempre compartía conmigo historias sobre las dificultades que vivieron nuestros antepasados como resultado de las guerras mundiales, el Holodomor y durante la Unión Soviética», explicó. «Tenemos una familia increíblemente amigable y armoniosa. Mi familia es una fuente inagotable de apoyo que me ayuda a superar cualquier obstáculo», también compartió en la misma carta.
La familia pertenecía a un cerco de intelectuales locales que sobrevivieron a la represión de las autoridades soviéticas y era muy activa en la vida cultural local. Emilia, la más pequeña, acababa de empezar su segundo año en la escuela, mientras que Yaryna, la mayor, era coorganizadora del festival juvenil local, Molodvizh.
Una amiga, Daryna Doskach, comentó a los periodistas que los padres invirtieron mucho en la educación y el desarrollo de las tres niñas. «En las redes sociales, el padre, Yaroslav Bazilevich, publicó muchas fotos de él y su familia pasando tiempo juntos, yendo a menudo al teatro». «Eran personas muy alegres. Es una gran pérdida para todos: para los amigos, conocidos», dijo Oleksandra Petryuk, amiga de la familia.
«Daria tenía el abrazo más fuerte del mundo y sus ojos siempre brillaban de felicidad. Cuando me enteré de que se había ido, algo se rompió dentro de mí. Es una pérdida muy dura», compartió Yaryna Chuma, una amiga suya.
Rusia ha intensificado recientemente sus ataques contra zonas residenciales en todo el país, en un esfuerzo por quebrar la voluntad de resistir la invasión. Kyiv sigue pidiendo a sus aliados más defensas aéreas y, lo que es crucial, sin éxito hasta ahora, el derecho a atacar aeródromos y bases de lanzamiento de misiles rusos con misiles occidentales, precisamente para evitar nuevos ataques como el que mató a la familia Bazylebych. Para Ucrania el uso de los misiles de largo alcance se ha convertido en una necesidad vital para frenar el empuje de las tropas enemigas. La sensación es que cada vez queda menos tiempo.
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