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Exclusiva: LA RAZÓN desvela cómo era el centro de operaciones de Assange en la embajada de Ecuador

La Fiscalía ecuatoriana incauta 36 ordenadores con 110 terabytes de datos encriptados y 30 teléfonos al «hacker» australiano. EE UU, que le imputa 17 cargos nuevos, tendrá acceso a este material, que puede arrojar luz sobre su actividad durante los siete años que estuvo encerrado en la embajada y su nexo con el «Rusiagate» o el referéndum de Cataluña

La Fiscalía ecuatoriana incauta 36 ordenadores con 110 terabytes de datos encriptados y 30 teléfonos al «hacker» australiano
La Fiscalía ecuatoriana incauta 36 ordenadores con 110 terabytes de datos encriptados y 30 teléfonos al «hacker» australianolarazon

La Fiscalía ecuatoriana incauta 36 ordenadores con 110 terabytes de datos encriptados y 30 teléfonos al «hacker» australiano. EE UU, que le imputa 17 cargos nuevos, tendrá acceso a este material, que puede arrojar luz sobre su actividad durante los siete años que estuvo encerrado en la embajada y su nexo con el «Rusiagate» o el referéndum de Cataluña.

El inventario de las pertenencias del ciberactivista Julian Assange en la embajada de Ecuador de Londres incluye más de 30 teléfonos móviles, 36 ordenadores, unidades de memoria, así como CDs, grabadoras, cámaras, cuadernos manuscritos, un maletín con esposas, libros y 30.000 euros en diferentes monedas. Fuentes cercanas a la investigación aseguraron a LA RAZON que el hallazgo de semejante equipo informático confirmaría que el ciberactivista gobernaba Wikileaks desde la embajada de Ecuador en el barrio de Knightsbridge, el corazón de la capital inglesa.

Un equipo de peritos incautó el pasado lunes por orden de la fiscalía de Ecuador todos los dispositivos electrónicos que pudieran servir como indicios de la posible comisión de delitos y que el «hacker» australiano tenía en el momento de su detención el 11 de abril, cuando el Gobierno de Ecuador decidió retirarle la protección y entregarlo a la Policía de Reino Unido, donde cumple una condena de 50 semanas de cárcel por romper la libertad condicional.

Una copia del material informático hallado en las dos habitaciones precintadas de la embajada que estaban a disposición del pirata informático va a ser enviada a las autoridades estadounidenses en virtud de una petición de asistencia penal internacional cursada por el Departamento de Justicia de ese país a Ecuador. Según las fuentes conocedoras del caso, al menos veinte países en los que Wikileaks habría actuado podrían solicitar a Ecuador esta asistencia penal, España incluida.

Estados Unidos había pedido a Reino Unido la extradición de Assange por un supuesto delito de conspiración para infiltrarse en ordenadores gubernamentales. Además, el Departamento de Estado norteamericano presentó ayer 17 nuevos cargos, entre ellos uno por espionaje, lo que podría suponerle una condena de hasta 170 años, según «The Washington Post». Tras su detención en Londres, la fiscalía sueca ha reabierto la investigación por supuestos delitos de violación y abusos sexuales a dos mujeres en 2010, un caso por el que decidió pedir asilo en la Embajada de Ecuador.

Según las mismas fuentes, existen al menos 110 terabytes con miles de archivos cifrados en los equipos informáticos. Y se estima que desencriptar esos datos podría ser un proceso que se alargue seis meses, ya que usaba entre siete y ocho capas para encriptar la información, tres capas más de las que suelen utilizar el resto de los hackers. Los expertos consideran que será mucho más fácil acceder a la información contenida en los teléfonos móviles. Como demuestran las fotos, Assange utilizaba no sólo «smartphones» sino también móviles simples, que son más difíciles de grabar y rastrear.

Las autoridades ecuatorianas siempre sospecharon que el australiano utilizaba su cuarto en la embajada como centro de operaciones de Wikileaks, algo que le fue convirtiendo en un huésped incómodo e indeseado con la llegada de Lenin Moreno a la presidencia de Ecuador en 2017.

Las revelaciones que puedan surgir de los discos duros podrían arrojar nuevos datos sobre la actividades de Assange en diversos frentes. Uno de ellos sería su labor a través de Wikileaks en las elecciones de EE UU en 2016, cuando el portal de filtraciones divulgó correos confidenciales de la Convención Demócrata que afectaron de lleno a la imagen de la candidata Hillary Clinton.

Las fotografías a las que ha tenido acceso LA RAZÓN muestran cómo era la habitación privada de Assange antes de su inmediato desalojo, cuya puerta sólo podía abrirse mediante un código secreto y con la huella dactilar del propio refugiado.

Durante el tiempo que permaneció recluido, ningún empleado de la legación diplomática pudo entrar a su guarida. Ni el servicio de limpieza tuvo acceso a esta sala, donde el australiano trabajaba y dormía. Allí también recibió a algunos de los invitados, desde periodistas a famosos como Pamela Anderson, Vivienne Westwood o el político británico Nigel Farage.

En su habitación albergaba una cinta de correr que prefería como lugar para dormir en vez de la cama. Disponía también de un baño, máquina de pilates y una balda con libros. Con el paso del tiempo, la salud física y su estado de ánimo se resintieron. Según «The New York Times», sufría falta de vitamina D, problemas dentales y depresión. La vida de Assange en la Embajada acabó resultando un incordio para los trabajadores, tal y como relató el embajador Juan Falconí en una carta de 2014 al Ministerio de Exteriores. Su falta de higiene, el trato despectivo a los guardias y su costumbre de usar el patinete y jugar al balón en el interior de la embajada soliviantaron al personal.

En la época en que Rafael Correa gobernaba Ecuador, Assange habría amenazado al embajador, a raíz de un desencuentro entre ambos, con llamar al propio presidente del país para que le echara de la misión diplomática. En otra ocasión, restregó sus heces en la puerta del embajador.

Correa, que gobernó el país entre 2007 y 2017, fue quien decidió conceder el asilo político en 2012 y procuró satisfacer muchas de las demandas de Assange. «En la época de Correa se le daba todo lo que pedía», asegura una fuente cercana que pide anonimato. El ministro de Exteriores José Valencia calculó en 6,5 millones de dólares el coste de la estancia de más de seis años, si bien un informe de la Contraloría General del Estado cifró en 800.000 dólares los gastos de manutención.

Finalmente, fuentes cercanas a la investigación aseguran que lo que precipitó el desalojo de Assange fue su actividad dentro de la embajada. El presidente de Ecuador, Lenin Moreno, acusó al que había sido su huésped de haber convertido el recinto diplomático «en un centro de espionaje» y defendió que la expulsión se hizo de acuerdo a la «normativa internacional» y que no fue «arbitraria».

En marzo del año pasado, el Gobierno ecuatoriano interrumpió su acceso a internet después de que denunciara que el ciberactivista había violado un acuerdo por el que se comprometió a dejar de opinar e influir públicamente sobre política internacional.

Cabe recordar que Assange mostró su apoyo en las redes sociales a la independencia de Cataluña. En Estados Unidos, el fiscal especial Robert Mueller investigó posibles interferencias de Wikileaks en la campaña electoral de 2016 que dio el triunfo a Trump.

El letrado del australiano, Aitor Martínez, afirmó esta semana que la incautación de los bienes «no tiene precedentes en la historia del asilo». «Ecuador está cometiendo una flagrante violación de las normas más elementales de la institución del asilo entregando indiscriminadamente todo el material personal del asilado al país del que le protegía».

Por su parte, la editora de Wikileaks, Kristinn Hrafnsson, dijo en un comunicado que no tenía «ninguna duda» de que las autoridades de Ecuador habían «manipulado» las pertenencias reclamadas por Estados Unidos.