Ciclón "Daniel"

El fantasma de Gadafi empaña la ayuda europea en Libia

Las tareas de recuperación de cadáveres comienzan a descorrer el manto de la tragedia cuya magnitud todavía no conoce fondo: ya son más de 11.000 muertos

Vista aérea de la ciudad de Derna (Libia), tras el paso del ciclón Daniel
Vista aérea de la ciudad de Derna (Libia), tras el paso del ciclón DanielSinc

Algunos cuerpos nunca podrán ser recuperados. Flotan o se hunden Mediterráneo adentro, cuatro días después de que la furia descontrolada del río Derna les arrancara de cuajo de su sofá y de su vida. Otros miles de cadáveres flotan en el agua, accesibles con el tiempo, enganchados entre las ruinas. Las tareas de rescate se centran ahora en recuperar el mayor número posible de víctimas con el fin de ofrecerles un entierro medianamente digno y algo a lo que puedan aferrarse sus familias. La cifra de fallecidos ya ha superado los 11.000 pero sigue sin dejar de subir.

3.000 cuerpos fueron enterrados el jueves, otros 2.000 recibirán sepultura en los próximos días. El ministro de Sanidad del este de Libia, Othman Abduljaleel, tuvo que reconocer este viernes que “la mayoría han sido enterrados en fosas comunes”. Y quedan muchos más por descubrir a medida que el agua rebaje sus niveles, poniendo al descubierto los cuerpos confundidos en el barro o enganchados entre las ruinas y los vehículos volcados por la ola de siete metros que derribó la ciudad de Derna el pasado 11 de septiembre. Los equipos de emergencia trabajan como pueden: sin apenas presupuesto en un país hundido por la guerra desde hace más de diez años y procurando a su vez encontrar la manera de transportar la maquinaria pesada hasta el lugar de la catástrofe. Una tarea harto difícil, desde que el paso del ciclón “Daniel” ha anegado los caminos con agua y su tránsito es hoy casi imposible.

Oriente Medio se vuelca en las ayudas

La ayuda internacional resulta imprescindible para paliar los efectos de la catástrofe. El Alto Representante de la UE para Política Exterior, Josep Borrell, comunicó al día siguiente de las inundaciones que “la UE sigue de cerca la situación y está dispuesta a prestar ayuda”, sin especificar de qué tipo. Por el momento, sólo Alemania, Rumanía y Finlandia han ofrecido tiendas de campaña, camas, sábanas, alimentos, agua y ochenta generadores que se unirán a los 500.000 euros donados por la Unión Europea y a los equipos de bomberos mandados desde Italia y España.

Finalmente han sido las naciones de Oriente Medio las más implicadas. Emiratos Árabes Unidos envió rápidamente dos aviones con más de 150 toneladas de alimentos y medicinas; la ayuda de Qatar se resume en un hospital de campaña, bombas de agua, tiendas de campaña y dos aviones con ayuda; Jordania, Kuwait, Egipto, Turquía, Argelia y Túnez también han enviado ayuda traducida en medicamentos, comida, equipos de protección civil, hospitales de campaña, etc. Naciones Unidas ha solicitado a su vez una partida de 71 millones de dólares destinados a los más de 250.000 afectados por el desastre, una suma que supondría 284 dólares por afectado. Una cifra más que insuficiente para quienes lo han perdido todo. Estados Unidos, que en la primera semana de la guerra de Ucrania donó 14.000 millones de dólares, ha asegurado que aportará ayuda económica al Gobierno libio pero sin especificar de qué tipo.

El programa de ayudas enviadas por Europa y Estados Unidos se revela como un arma de doble filo que podría perjudicar todavía más las relaciones entre África y Occidente. En las redes sociales, pero también en algunos medios libios, se critica que la ayuda ofrecida “no llega a la mitad” que en otras catástrofes sucedidas en otros países, mientras se extiende una opinión en lo que respecta a la responsabilidad de los países miembros de la OTAN ante lo sucedido. “La OTAN bombardeó Libia durante ocho meses y ahora nos envían menos ayuda que los países árabes”. Así lo exponía un usuario de la red social X, entre que Karim Mezran, profesor asociado al Rafik Hariri Center for the Middle East, indicaba que “en lugar de perder el tiempo persiguiendo fantasías como que Libia se una a los acuerdos de Abraham, la primera ministra italiana Meloni y el ministro de Exteriores Tajani deberían liderar y empujar la creación de un comité internacional para coordinar una ayuda directa a la población golpeada por las inundaciones”.

Libia se considera un país estratégico en lo que respecta a la inmigración africana que llega a Europa, y la colaboración de sus autoridades en esta materia resulta fundamental. Igualmente, el fantasma de Gadafi y de su asesinato (para bien o para mal, considerado como una traición de Europa a ojos de los africanos) planea de nuevo sobre las relaciones entre dos continentes cada día más distanciados por el rencor y las malas decisiones.