Sahel

Flanco sur de la OTAN: Estados Unidos se despide de Níger

El portavoz de la junta militar nigerina ha anunciado la ruptura de todos los acuerdos de cooperación con Washington

Un simpatizante de las fuerzas armadas con su cuerpo pintado con las banderas de Níger y Rusia durante un mitin en Niamey, Níger, el 06 de agosto de 2023,
Un simpatizante de las fuerzas armadas con el cuerpo pintado con las banderas de Níger y Rusia durante un mitin en Niamey, Níger, el 06 de agosto de 2023, ISSIFOU DJIBOAgencia EFE

La junta militar que gobierna Níger desde el golpe de Estado de julio de 2023 anunció este sábado la suspensión del tratado que permitía la presencia de soldados estadounidenses en el país africano. Fue el portavoz de la junta, Amadou Abdrame, el encargado de comunicar la noticia, justificando su decisión en la presión ejercida por Estados Unidos para evitar la colaboración militar de Níger con otras potencias (en clara alusión a Rusia). La decisión supone un golpe de gracia para la presencia occidental en el Sahel, después de la concatenación de crisis diplomáticas protagonizadas por Francia y de los fútiles esfuerzos de la UE. Además, queda reforzada la posición de Rusia en la región.

El portavoz hizo alusión a la delegación norteamericana que se había entrevistado recientemente con la junta en Niamey, diciendo que “fue con una decisión unilateral, informada mediante una nota verbal, como el gobierno americano informó al gobierno nigerino de la fecha de llegada y de la composición de esta delegación […] sin precisar el objeto de esta visita”. Procedió a enumerar los puntos que se trataron en la reunión: la transición militar en curso, el interés de EE. UU por colaborar con Níger en la lucha antiterrorista y “las orientaciones y perspectivas políticas de Níger a la hora de escoger socios en el plano diplomático-militar-estratégico”. A la hora de informar sobre su contestación a esa colaboración que ofrecían los yanquis, el portavoz aludió primero a la soberanía de Níger para escoger sus socios, antes de informar de que “los Estados Unidos de América han decidido unilateralmente suspender toda la cooperación entre nuestros países” y luego anunciar el deseo de una alianza con Rusia, “de Estado a Estado” en ámbitos que incluirían lo militar y el suministro de armamento.

La danza que protagonizaban Niamey, Washington y Moscú ha llegado a su fin, y Vladimir Putin vuelve a colocarse una medalla con colores de África. Alrededor de 1.000 tropas estadounidenses deberán abandonar, en un plazo que se prevé que será estipulado próximamente, el que fuera en los últimos once años el bastión escogido por EE. UU para combatir al terrorismo en el Sahel. La Base Aérea 201, que fue oficialmente la más cara en el extranjero que mantenían los norteamericanos, el lugar exacto donde la nación que inició la Guerra contra el Terror todavía podía ejecutar tímidos esfuerzos para combatir al yihadismo saheliano, deberá ser abandonada. Y si no desmantelasen sus bases antes de irse, irónicamente, podrían ser utilizadas (junto con el material militar que donaron) por miembros de Wagner/Africa Corps, como ha ocurrido en el pasado con bases francesas en Mali.

Debe considerarse que Níger fue el país escogido por EE. UU como centro de mando para combatir al yihadismo; no escogió Malí o Burkina Faso, naciones que hace años que rechazaron a Francia, sino Níger, el último en caer, y han sido evidentes los esfuerzos procurados para mantener esa posición desde verano de 2023. La secretaria de prensa adjunta del Pentágono, Sabrina Singh, fue franca durante una rueda de prensa en agosto donde dijo que “Níger es un socio. Y no queremos ver cómo esa asociación desaparece. Hemos invertido cientos de millones de dólares en bases allí, entrenado con sus fuerzas armadas. Realmente queremos una solución pacífica”. Una inversión que ahora peligra con perderse, o peor… caer en manos rusas.

La retirada de Estados Unidos, posterior a la francesa, deja únicamente a una Unión Europea maniatada (la EUTM Mali hace meses que no entrena a soldados malienses, aunque sigue enclaustrada en Bamako) y que ya ha anunciado su intención de retroceder a los países costeros de África Occidental, allí donde algunos de los gobiernos son más afines a las políticas occidentales. Los nigerinos apostarán por lo mismo que sus vecinos, aunque, muerto Prigozhin, tendrán que tratar con la administración rusa para formalizar el trato. A propósito de esto, Ali Zeine, primer ministro nigerino, indicó en su visita a Rusia durante el mes de enero que “nosotros [Mali, Níger y Burkina Faso] esperamos que nuestro socio, Rusia, fortalezca nuestras capacidades, nos provea del consejo que necesitamos y, por encima de todo, movilice el equipo necesario para proteger nuestros países”. Los “mercenarios” rusos ya tienen la bota plantada en Mali, República Centroafricana, Burkina Faso, Camerún, Sudán, República Democrática del Congo, Madagascar, Libia y en las minas de Guinea Conakry, entre otros rumores que se mezclan como las sábanas de un fantasma.

Los vínculos entre Rusia y Níger son ya evidentes, como lo son con Irán o Turquía. La formación de la Alianza de Estados del Sahel (AES) como bloque ha dado fuerza a tres países en guerra y con bajas perspectivas económicas, un bloque que ahora se instala cómodamente en la antesala de Europa. Panafricanismo, ideas nuevas y una dura doctrina militar dan forma a nuevas sociedades que buscan liberarse de la influencia occidental para buscar nuevos aliados. Sus criterios morales basados en el conservadurismo religioso y el empleo de la violencia se afianzan en sólido, chocando en ocasiones con la actitud dialogante y progresista de los gobiernos europeos.

Se comprende ahora que el avispero del Sahel, decenas de grupos armados zumbando en torno a minas de oro, fundamentalismo e intereses geopolíticos, corre ahora a cargo de Rusia y de las juntas militares. Son el país en guerra abierta contra Ucrania y tres juntas militares que se han declarado públicamente antieuropeas, quienes sostienen ahora las riendas de la peor crisis declarada del fundamentalismo islámico desde 2015. Y no debe olvidarse que Europa es el objetivo último de ese fundamentalismo, su archienemigo, el villano final en la fanática odisea de Al Qaeda. La gravedad de lo sucedido este sábado en Níger refuerza la condición del Sahel como flanco sur de la OTAN, en vistas a una amenaza latente para la opinión pública.

Macron, ya derrotado en este campo de batalla, centra sus esfuerzos ahora en Ucrania. Es otro sábado en la guerra fría de nuestro tiempo.