César Vidal

Florida, uno de los estados clave, aupó al «Trumpismo»

Los pronósticos de que se iba a producir un empate en Florida no se cumplieron

Ronique Slack sale de un centro de votación en el Colegio Martin Luther King, en Nueva Orleans, ayer
Ronique Slack sale de un centro de votación en el Colegio Martin Luther King, en Nueva Orleans, ayerlarazon

La inesperada abultada victoria del republicano por más de 130.000 sufragios en este estado clave disparó su carrera hacia la Casa Blanca.

En el año 2000, el resultado de las elecciones presidenciales quedó en el aire durante semanas a causa de lo sucedido en el estado del sol, es decir, la antigua colonia española de Florida. Era sabido que cualquiera de los candidatos presidenciales que se adjudicara el estado llegaría a la Casa Blanca. Al final, fue George W. Bush y no el demócrata Al Gore quien por una diferencia de 548 votos sobre seis millones se hizo con la presidencia de EE UU. Ayer los votantes locales eran conscientes de que algo semejante podría tener lugar en estos comicios. Una reciente encuesta de la Universidad de Quinnipiac señalaba una situación de empate virtual en Florida y Carolina del Norte entre la candidata demócrata a la Casa Blanca, Hillary Clinton y su rival republicano, Donald Trump.

De acuerdo con la citada encuesta –realizada entre los días 3 y 6 del presente mes– Clinton aventaja a Trump por un punto en Florida (46/45%) y por dos en Carolina del Norte (47/45%). Con esos datos, no son pocos los que sospechaban que el resultado final acabara estando también muy relacionado con la presencia de candidatos de un tercer partido. Por ejemplo, el libertario Gary Johnson contaba con una intención de voto del 3% en Florida y con una del 2% en Carolina del Norte. De hecho, si los votos de Johnson se desviaran hacia el magnate –lo que tendría cierta lógica dada la oposición de los libertarios hacia el Partido Demócrata, en general, y hacia Hillary Clinton, en particular–, significaría la victoria segura del candidato republicano. Por el contrario, la candidata ecologista Jill Stein –que no pasaba de una intención de voto del 1%– poco o nada podría influir en la victoria de Hillary aún suponiendo –lo que es bastante difícil– que ésta lograra captar sus votos.

En Florida, mientras se abrían los colegios electorales para las votaciones, casi la mitad de los votantes ya había emitido su sufragio en las semanas anteriores. En números aportados por la División de Elecciones del estado, ya habían ejercido su derecho al voto unos 6,42 millones de ciudadanos sobre los casi trece millones que se han registrado para votar. Dado que en 2012 votaron algo más de ocho millones y medio de personas, cabe esperar una cifra semejante e incluso algo superior en estas elecciones.

De los habitantes de Florida que ya habían depositado su sufragio, algo más de dos millones y medio aparecen registrados como demócratas y poco menos de dos millones y medio como republicanos. A ellos hay que sumar cerca de un millón y cuarto de «independientes», es decir, sin afiliación política. Los votos por correo y con anticipación han otorgado un 47% de los votos a Hillary frente a un 43% a Trump. De los denominados independientes, un 45% ha entregado su voto a Clinton y un 43% a Trump. Por lo que se refiere a los inscritos en uno y otro partido, el empresario ha recibido el 86% de los votos de los republicanos y la ex secretaria de Estado el 85% de los demócratas. De manera significativa, pero nada sorprendente, Trump está superando a Clinton hasta el momento entre los votantes blancos (57% de Trump sobre 34% de la demócrata) y los hombres (48% de Trump sobre 40% de su rival). Por el contrario, Hillary ha recibido un respaldo mucho mayor de los votantes no blancos (68% de Hillary sobre el 23% de Trump) y las mujeres (50% de Clinton sobre el 42%).

En apariencia, la ex jefa de la diplomacia estadounidense debería imponerse en Florida a juzgar por estas cifras. Sin embargo, la realidad resulta mucho más compleja. De entrada, de los votantes anticipados, la mayoría ha sido, como resulta habitual, demócrata y, de hecho, no cabía esperar algo diferente si se tiene en cuenta que el despliegue de los seguidores de Hillary para lograr que la gente votara por anticipado ha resultado en Florida espectacular. ¿Qué sucedería con los que se acercaran a las urnas en día electoral? A pesar de que los seguidores de la candidata demócrata continuaron telefoneando para pedir el voto y llamando puerta por puerta intentando animar a los que no se acercaban a los colegios electorales, no se descartaba al cierre de esta edición una mayor proporción de votantes que otorgase su sufragio a Trump. No sólo eso. Algunas franjas de población, como los cubanos de Miami, esperaban a votar mayoritariamente hasta el día de las elecciones. Esos cubanos –siquiera por la frustración sentida a causa del acuerdo entre el presidente Obama y Raúl Castro– difícilmente votarían por el continuismo de Clinton. Algo similar cabe decir del votante anglo. Por lo tanto, al cierre de esta edición, Florida podía acabar entregando sus 29 compromisarios a cualquiera de los candidatos y con ellos, la llave de la Casa Blanca.