Mali

El gobierno maliense reanuda la lucha contra el yihadismo, marca nuevas distancias con Argelia

La ruptura este 25 de enero del Acuerdo de Argel promete cambios en el tablero geopolítico del Sahel

Malí.- El Gobierno de transición de Malí anuncia el fin del acuerdo de paz de 2015 con los grupos separatistas
Malí.- El Gobierno de transición de Malí anuncia el fin del acuerdo de paz de 2015 con los grupos separatistas.Europa Press

Los ataques del Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM) en Mali contra el Ejército maliense (FAMA) y los mercenarios del Grupo Wagner fueron especialmente intensos durante los meses posteriores a verano. Una de las razones que explicaban este incremento de la violencia sería la ofensiva iniciada por Bamako contra el bastión independentista de Kidal, al norte del país, y considerando que las posiciones ubicadas al sur del Níger quedaron desatendidas para centrar los esfuerzos malienses en la lucha contra el independentismo de Azawad. Esto facilitaba el éxito de las acciones de los yihadistas.

A lo largo de los meses se produjeron derrotas alarmantes en lo que respecta a la lucha antiterrorista: sendos ataques al campamento militar de Mourdiah, en la región de Koulikoro, efectuados los días 30 de noviembre y el 25 de diciembre, concluyeron con la huida de los militares malienses y la consiguiente captura de material por parte de los muyahidines; una huida que se repitió el 20 de diciembre en Dinangourou; y la ciudad de Tombuctú sufre un asedio permanente a manos del JNIM desde este mes de agosto. Sigue con múltiples atentados en la carretera principal para acceder a la vecina Burkina Faso (N15), cuatro ataques realizados entre el 18 y 20 de enero a lo largo de la geografía nacional, etc.

El uso del grueso de sus recursos militares y de la ayuda que suponen los efectivos Wagner para recuperar Kidal demostró el principal interés del jefe de Estado maliense, Assimi Goita: decapitar al movimiento independentista tomando su capital, Kidal, tras casi una década sin una presencia del Estado, y configurar la cohesión nacional antes de retroceder al sur y enfrentarse nuevamente a la amenaza yihadista.

Después de la toma de Kidal, ampliamente difundida por los medios de propaganda rusos o afines a Goita, el siguiente movimiento buscó reafirmar la autoridad del Estado en el territorio. Algo, que, en Kidal, se ha conseguido realizar con resultados aceptables gracias a la rápida instauración de nuevas autoridades militares, el cumplimiento del toque de queda y la actitud mayoritariamente conciliadora de las FAMA con los pobladores de la urbe. Lo que no quita que hayan ocurrido denuncias de asesinatos perpetrados por las fuerzas Wagner y FAMA en las zonas rurales, o críticas en el mes de noviembre por los “arrestos arbitrarios” de miembros asociados a la ONG AEN (Aide de l'église Norvégienne) en Kidal. Igualmente, este 19 de enero se denunció la ejecución sumaria de tres civiles a manos de las FAMA en colaboración con efectivos Wagner a 25 kilómetros al sur de Tessalit. Los ejecutados fueron decapitados y sus cabezas terminaron clavadas en sendos palos, mostrándose las cabezas decapitadas y los desmembramientos de extremidades como una imagen que comienza a ser repetitiva en el norte de Mali y que siempre viene asociada a los mercenarios rusos.

Se entiende que Goita dedicó los meses posteriores a verano a combatir contra los insurgentes de Azawad, obviando o sin capacidad de atender a una misma vez los continuos ataques yihadistas al sur del territorio. Recientemente afirmó en la televisión maliense que la reconquista del territorio nacional era una “misión cumplida”, en referencia a la lucha contra los independentistas. Y ya pueden observarse nuevos movimientos de las FAMA dirigidos, por primera vez en más de tres meses, a combatir de forma directa al terrorismo islámico.

La primera acción relevante, más provechosa en términos propagandísticos que militares, tuvo lugar el 21 de enero, cuando Abdoulwahab Ould Choghib fue abatido junto con otros 13 terroristas durante una operación aérea realizada por las fuerzas malienses. Aunque Abdoulwahab, miembro del Estado Islámico del Gran Sáhara, no era un sujeto de gran importancia dentro de la organización terrorista (el periodista Wassim Nasr incluso le señala como intermediario entre Bamako y el EIGS), la maquinaria propagandística al servicio de Assimi Goita vendió su muerte como la de un “gran dirigente” e incluso como la del “líder” del EIGS en el país. Independientemente del impacto que pueda tener la muerte de Abdoulwahab en las capacidades operativas del grupo terrorista, el bombo propagandístico que se le ha concedido, a sabiendas de la importancia que ha cobrado la propaganda en el Sahel, vino a señalar una reanudación de la lucha antiterrorista tras el parón sucedido para estabilizar la situación en torno a Kidal.

Cabe a recordar que la situación actual en los territorios independentistas, aunque más estable con respecto a los meses que siguieron a verano, aún no puede darse por concluida. Fuentes próximas a las autoridades del CMA aseguraron a LA RAZÓN que todavía quedan reductos de resistencia al oeste y al sur del territorio autodenominado como Azawad, mientras siguen registrándose acciones cometidas por las FAMA en las zonas indicadas.

Igualmente, las FAMA fueron capaces de repeler tres ataques cometidos entre el 25 y 26 de enero en las zonas de Gossi, Kimparana y Leré, poniendo fin a la mala racha de huidas y derrotas que venían sufriendo las fuerzas malienses desde verano. El ataque sucedido en Leré, según comunicó la Alianza de Estados del Sahel, incluso se produjo durante una “ofensiva de reconocimiento”, lo que implica que las FAMA están actuando, de alguna manera, con miras a retomar la lucha antiterrorista. Son pequeños detalles que señalan un posible nuevo cambio de rumbo en las decisiones de Assimi Goita, aunque todavía no pueda hablarse de acciones relevantes y que provoquen serios daños a los grupos yihadistas instalados en Mali.

Ruptura del Acuerdo de Argel

El acontecimiento más relevante en Mali en las últimas semanas es, sin embargo, la ruptura del Acuerdo de Argel, firmado en 2015 entre las autoridades malienses y los grupos independentistas integrados en la Coordinación de Movimientos de Azawad (CMA). La importancia del acuerdo (roto hace meses de facto por ambas partes) tenía como objetivo el entendimiento entre Bamako y Kidal, como medio de colaboración para la estabilidad del país y la lucha contra el terrorismo. La ruptura oficial del acuerdo tuvo lugar este 25 de enero y vino acompañada de acusaciones de las autoridades malienses contra Argelia, a la que señalaban por colaborar y dar refugio “a líderes yihadistas e independentistas”. Las relaciones entre Mali y Argelia, que comenzaron su declive durante el pasado mes de diciembre, atraviesan así uno de sus puntos más bajos de los últimos 10 años.

La Alianza de Estados del Sahel preguntó a los usuarios de la red social X, el mismo día de la ruptura del acuerdo, si creían que Argelia apoya a grupos armados separatistas para promover sus propios intereses geopolíticos. Un 90% de los usuarios contestaron de forma afirmativa.

Un punto reseñable es la ruptura definitiva entre el CMA y Bamako a la hora de cooperar en la lucha antiterrorista. Aunque esta falta de entendimiento venía ocurriendo a trancas y barrancas desde la firma del acuerdo en 2015, igual que determinados movimientos independentistas han colaborado en el pasado y de forma más o menos esporádica (dependiendo del grupo) con el JNIM, el término de su asociación en lo referente a la defensa del territorio puede considerarse oficial, y grave.

A cambio, Assimi Goita anunció el 27 de enero la creación de un comité de “diálogo inter-maliense” enfocado hacia la “búsqueda de la paz y de la estabilidad en Mali”. Debe considerarse que dicho comité, liderado por el ministro de Reconciliación, Paz y Cohesión Nacional, Ismael Wague, ha sido aceptado en un primer lugar por grupos de Azawad caracterizados por su corte regionalista y su mayor compenetración con el Gobierno, antes que ser bienvenido por los grupos inclinados hacia el independentismo absoluto de Azawad.

El Grupo de Autodefensa Tuareg Imghad y Aliados (GATIA) ha abrazado el nuevo proceso de diálogo propuesto por Bamako, mientras sus miembros animaron en un comunicado emitido el 27 de enero a que todos los malienses “participen de manera cualitativa en los trabajos de diálogo inter-maliense”. GATIA ha colaborado en repetidas ocasiones con el gobierno de Bamako en su lucha contra el independentismo de Azawad, lo que hace que su apoyo al nuevo proceso de diálogo no sea representativo a la hora de lidiar con los secesionistas.

En cambio, desde el Cuadro Estratégico Permanente (CSP, que agrupa a la mayoría de los movimientos nacionalistas de Azawad) denunciaron “la gravedad de esta decisión unilateral” tomada por las autoridades de Bamako, igual que lamentaron que se impidiera una mediación internacional y, más concretamente, la de Argelia. Goita ha dejado claro que la solución al nacionalismo de Azawad dependerá a partir de ahora de los medios de los que dispongan los malienses, después de décadas donde la mediación de Naciones Unidas, Argelia y Francia ha resultado infructuosa. El CSP concluía el comunicado indicando las “graves consecuencias” que acarreará la ruptura del Acuerdo de Argel entre la población maliense y denunciando las violaciones de derechos humanos cometidas contra civiles por parte las fuerzas conjuntas FAMA-Wagner.

Que los grupos más inclinados a la independencia rechacen las nuevas alternativas para el diálogo, que denuncien la falta de representantes legítimos de Azawad en la mesa de negociaciones y que el acuerdo que podría haber unido a Azawad y Bamako contra el yihadismo se haya dado por concluido tras meses de guerra abierta entre ambos bandos, sólo ofrece una solución: queda un largo recorrido para concluir la reconciliación entre Azawad y Bamako. Tanto, o más, como falta para erradicar al yihadismo del país.