170 detenidos
La calle intensifica su pulso a Macron con nuevos disturbios: "Somos los herederos de la Revolución”
Las masivas protestas contra la reforma de las pensiones concluyen en violentos choques con la Policía. Manifestantes incendian la puerta del Ayuntamiento de Burdeos y la entrada de una comisaría de Policía
“¡Alza la bandera revolucionaria que llevará al pueblo a su emancipación!” –suena en París un refrán de la popular canción “A las barricadas”, que identificó el sindicalismo de España durante la guerra civil y que es hoy el himno de la Confederación Nacional del Trabajo.
Guitarra en mano y tratando de cantar en español lo mejor posible, Alex -trabajador de la construcción de 46 años- da fuerza a la manifestación de este jueves revolviendo las viejas energías sindicales españolas y francesas. Eleva su voz en nombre de la solidaridad, el hambre, “el despertar de las masas y el poder del pueblo obrero”.
Es la novena jornada de huelga general que se convoca en Francia contra la reforma de las pensionesy su polémico artículo 7, que retrasa la edad de jubilación de 62 a 64 años. Una jornada de protestas de calle aún más enardecida que otros días, pues se produce horas después de que Emmanuel Macron se dirigiera a toda Francia para reiterar su posición: no se retirará la reforma.
Las más de 300 manifestaciones convocadas en el país concentraron 3,5 millones de personas, según los datos sindicales, lo que supone igualar el récord del 7 de marzo, aunque las cifras del Gobierno hablan de un millón.
Durante la tarde, las protestas pacíficas degenaron en nuevos disturbios cuando los manifestantes arrojan piedras y botellas a la policía antidisturbios en varias ciudades. Al menos 149 policías resultaron heridos durante los enfrentamientos y más de 170 personas fueron arrestadas.
En Burdeos, los manifestantes prendieron fuego a la puerta del ayuntamiento. "Me siento herido y conmocionado por esta acción", lamentó el alcalde de la ciudad, Pierre Hurmic, a "Le Monde".
En la ciudad de Lorient, los manifestantes atacaron varios edificios gubernamentales. France 24 informa que los manifestantes prendieron fuego a la entrada de una comisaría de Policía. "Ataques inaceptables y vandalismo contra la subprefectura y la comisaría de Lorient. Los pensamientos están con los oficiales heridos. Estos actos no quedarán impunes", escribe en Twitter el ministro del Interior, Gérald Darmanin.
En el corazón de las protestas, LA RAZÓN conversó con diferentes representantes de los sectores que paralizaron sus actividades este jueves y salieron a la calle en franca protesta.
Bertrand porta una pancarta muy particular: un retrato que funde los rostros de Macron y Margaret Thatcher en uno solo, comparando al mandatario francés con la primera ministra británica que atacó ferozmente a los sindicatos y disminuyó significativamente su poder por años. “No es solamente la reforma de jubilaciones, sino toda un modelo de sociedad nos quieren imponer. Un sistema con desigualdad fiscal, lleno de injusticias sociales”.
Como buen maestro, Bertrand explica por qué Francia se ha encendido de esta manera por un retraso de la edad de jubilación a los 64 años, mientras en otros países como Italia o Grecia, alcanza los 67: “La seguridad social para nosotros es una cuestión vital. Estamos aferrados visceralmente a esa protección del Estado que cubre nuestra salud, nuestro retiro, nuestros hijos. Hay otros países que no lo tienen y, justamente, no queremos ser como ellos”.
Con su chaleco de la Confederación General del Trabajo (CGT) Frédéric resume el sentimiento general de sus colegas: “Es una injusticia, sentimos que no somos escuchados. Tenemos un presidente que está a las órdenes de la Unión Europea y no de sus compatriotas, alguien que no quiere oír a su pueblo ni se preocupa por sus necesidades. Sentimos que tenemos el apoyo de la mayoría de la población, pero quisiéramos que salieran a la calle también”.
A pesar de su indignación, Frédéric está consciente de que la reforma no será retirada, ya que fue aprobada por decreto por el mismo Macron: “Hay que tener lucidez, la reforma sólo va a ser retirada si hay acciones de fuerza, si hay bloqueos, sabotaje. Hay que paralizar el país. Dentro de unos años, quiero verme en el espejo y saber que luché contra esta reforma lo mejor que pude”.
Liena está en primera fila del sector estudiantil en la calle. Lleva una pancarta roja que reza “La Sorbona en la lucha”. Con determinación pero con una sonrisa, la joven se confiesa feliz de estar presente en la protesta.
“No había podido manifestar porque estaba en exámenes parciales, pero hoy estoy aquí y me satisface mucho ver tanta gente en la calle. Eso me da esperanzas” – dice Liena, revindicando el rol universitario en la manifestación. “Si los estudiantes nos involucramos más en este movimiento social, todo va a cambiar porque somos una fuerza importante y no dependemos del salario que los trabajadores dejan de percibir con cada jornada de huelga. En este momento ya hay clases suspendidas, campus cerrados y un descontento general. Yo hago un llamado a todos los estudiantes franceses a que salgan a la calle”.
Sarah marcha con paso decidido, acompañando al grupo de trabajadores de la cultura que exhiben una pancarta gigante con el lema “¡Trabajar más tiempo: claro que no!”. Es agente del Louvre y sus tareas cotidianas son orientar a los turistas en sala, vender boletos en caja y proteger el patrimonio cultural de cualquier daño. Su trabajo está en la lista de oficios pesados.
Sarah hace huelga este jueves y describe el impacto directo que tiene en el Museo del Louvre, uno de los mayores íconos de Francia: “La huelga de agentes se traduce en una visita muy reducida para los turistas. La mayoría de las salas están cerradas. Sólo permanece abierto el pabellón Denon que exhibe a la Mona Lisa y las esculturas italianas”.
Le preguntamos a Sarah si cree que esta huelga le hace daño a Francia como destino turístico: “Eso es lo que nos quieren hacer creer pero no lo creo. El Louvre siempre será el Louvre. Nosotros estamos defendiendo nuestros derechos. Somos los herederos de la Revolución”.
En medio de la multitud que marcha en la Plaza de la República, se escucha de pronto una avalancha de aplausos. Los curiosos se acercan para conocer la razón: se trata de un nutrido grupo de bomberos que participan en la protesta. Con sus cascos y su uniforme, se unen a la caminata como cualquiera. Resulta raro verlos. En general, se considera que los bomberos son agentes del orden que se mantienen neutrales en estos casos. Sin embargo, Pierre dice que él y sus colegas tienen tanto derecho como los otros a protestar contra la reforma: “Los bomberos estamos aquí porque somos el último eslabón de la cadena social. Afrontamos dificultades para pagar la renta a fin de mes, para comprar la comida. Es una angustia social que vivimos todos los días”.
En los últimos días de protesta, las imágenes que han dado la vuelta al mundo son principalmente los incendios de basura cerca de los sitios más hermosos de París: la Opera, el Louvre, la Torre Eiffel. Le preguntamos a Pierre qué significa para un bombero ver la ciudad en llamas.
“Creo que se está produciendo una revolución popular. Pienso en la Comuna de París de 1871 cuando se instauró el primer Gobierno obrero. Si hay incendios de basura es porque los basureros no quieren trabajar hasta los 64 años. Imagínese recoger basura hasta los 64 años. ¿Esa es la sociedad que queremos?” pregunta Pierre.
Durante la mayor parte del recorrido de la marcha, Frédéric, Sarah, Liena y Pierre, junto a miles de manifestantes, muestran su descontento de manera pacífica. Pero más tarde, al llegar al barrio de la Opera, la protesta pierde la calma y revienta en acciones más violentas: fuegos, destrozos y choques contra la Policía. Es una escena que se ha vuelto cotidiana y que no parece detenerse pronto
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