Estado Islámico
Guerra contra el EI: año uno
EE UU lanzó el verano pasado una campaña aérea contra el Estado Islámico, pero apenas le ha arrebatado posiciones
A escasos 21 kilómetros se encuentra el territorio del autoproclamado califato islámico. Desde que los hombres de Abu Bakr al Bagdadi tomaron Mosul en junio del año pasado, el frente del Estado Islámico se mantiene en la misma posición hacia la región autónoma del Kurdistán. El sábado se cumplió un año desde que la coalición internacional, liderada por Estados Unidos, bombardeó por primera vez posiciones de los yihadistas cerca de Erbil para hacer retroceder al EI y la situación no ha mejorado. El grupo terrorista se mantiene tan fuerte o más que hace un año.
Los «peshmerga» tienen posiciones de defensa a lo largo del borde con el califato islámico. Su estrategia se limita a mantener esas posiciones de defensa para impedir que el territorio kurdo pueda ser invadido por los yihadistas. «No podemos avanzar si no contamos con la colaboración de la coalición internacional y el Ejército iraquí. Para nosotros avanzar solos hacia Mosul sería un suicidio», explica a LA RAZÓN el general Dedawan Khorshed en la base de Hazil, a apenas siete kilómetros del frente del EI. «Nuestra posición es muy estratégica tanto para los combatientes yihadistas como para los ‘peshmerga’. La carretera conduce desde Erbil a Mosul y a Dohuk. Por lo que si los yihadistas llegaran a controlar esta carretera, no tardarían en conquistar todo el Kurdistán», advierte el general kurdo. Hace cuatro meses, combatientes destruyeron con dinamita el puente de Al Khazar para cortar el camino hacia Mosul.
Los «peshmerga» siguen llevando un equipamiento militar obsoleto. Los trajes militares son los mismos que les dió Estados Unidos en 2003. «No tenemos más armas que viejos fusiles Kalashnikov. Ahora las fuerzas internacionales nos han enviado una pequeña cantidad de minas antitanque, y unas cuantas ametralladoras. Todo el nuevo equipamiento que ha enviado Estados Unidos para combatir al EI está en Bagdad», denuncia el general Khorshed. El Gobierno del Kurdistán y el iraquí siguen manteniendo una fuerte rivalidad, lo que impide que haya coordinación entre los dos bandos para combatir al EI. «Desde hace dos años el Gobierno de Bagdad ha congelado el presupuesto para el Kurdistán. Desde hace cinco meses los ‘peshmerga’ no cobramos nuestros salarios, mientras que los funcionarios del EI en Mosul reciben regular y puntualmente su paga mensual», denuncia el militar kurdo. «Necesitamos mucha pero que mucha ayuda internacional para poder derrotar al Estado Islámico y todo son promesas, pero no llega nada», denuncia. Desde hace unos meses las fuerzas internacionales han empezado a entrenar a unidades de los ‘peshmerga’ en Erbil. «Todos los formadores son europeos. Desde hace un año, la mayoría del personal del Consulado de EE UU se ha marchado de Erbil», critica un ex militar alemán que trabaja en una empresa de seguridad privada. «La situación es crítica. Creemos que en cualquier momento yihadistas suicidas podrían atacar centros comerciales u hoteles de lujo», advierte el formador antes de agregar que en el lujoso hotel Diwan hay entre 30 y 40 agentes kurdos e internacionales vestidos de paisano para velar por la seguridad de los huéspedes.
«Nos ha llegado información de que hay más de 200 suicidas en Erbil que pertenecen a células durmientes. Están listos para atacar en todo momento», asegura. Precisamente, el pasado 17 de abril, un terrorista suicida hizo estallar un vehículo cargado de explosivos frente al consulado de EE UU. El atentado, el peor en años en la capital del Kurdistán, dejó la cifra de tres muertos, uno extranjero, y varios heridos. «Estamos luchando contra unos enemigos que utilizan tácticas del siglo XVI en el siglo XXI», insiste el ex militar extranjero, antes de detallar que «los terroristas no utilizan móviles para que no puedan identificar a otros miembros de la red si son detenidos y se comunican a través de mensajes escritos que esconden en lugares que sólo ellos conocen».
La nueva campaña de ataques aéreos de Turquía contra posiciones del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en Irak es vista por muchos kurdos como parte de una estrategia del presidente Erdogan para ganarse de nuevo al electorado nacionalista turco. «Habrá que esperar a saber si se adelantan las elecciones, pero lo que sí es seguro es que el Gobierno turco ha llevado a cabo está campaña para prevenir la unificación de cantones kurdos en el norte de Siria», explica a LA RAZÓN el analista holandés Wladimir van Wilgenburg, especialista en la guerrilla del PKK. «Con la recuperación de Kobani, las unidades de Protección del Pueblo Kurdo han unido de Tel Abiad con Kobani y querían tomar el control del norte de Siria», arguye.
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