Un año después del 7-O
Hamás está desarbolada pero su capacidad de recuperación es innegable
El empecinamiento de la organización islamista ha destrozado Gaza, ha perdido entre 10.000 y 20.000 combatientes, pero puede reclutar entre los 1.000 millones de suníes dispersos por el mundo
Sin lugar a dudas la dirección de Hamás ha logrado su propósito inicial, cortar de raíz el acercamiento de Israel a Arabia Saudí, impidiendo así que otras naciones musulmanas moderadas estrechasen lazos con Israel en la línea que actualmente está ya, desde hace tiempo, Marruecos. Con esta nueva guerra, de un año de duración, Hamás ha recordado al mundo que el conflicto palestino no ha terminado. Ha logrado que grandes sectores de la población mundial, los zurdos que diría Milei, se vuelvan a posicionar de forma decida y militante contra Israel.
Hamás es un pseudo partido política palestino, suní, dotado de una fuerte y combativa milicia, que se auto declara yihadista, nacionalista e islamista. Tiene como objetivo principal la creación de un Estado islámico en Palestina, que comprendería los actuales Israel, Cisjordania y la Franja de Gaza, con capital en Jerusalén. Desde 2017 reclama el establecimiento de un Estado de Palestina completamente soberano e independiente, con Jerusalén como capital, en las fronteras del 4 de junio de 1967, lo que supone la desaparición del Estado de Israel. Remarcando Hamás su carácter nacionalista por encima del religioso, afirmando que la lucha armada es la principal vía para lograr sus propósitos, siempre sin reconocer a Israel.
Este año de guerra ha demostrado la debilidad militar de Hamás pero también su gran capacidad como fajador. Hamás ha perdido en combate casi 10.000 de sus milicianos, 20.000 según Israel, entre los 40.000 muertos palestinos que ha provocado la nueva guerra.
Hamás está desarbolada, pero su capacidad de recuperación es innegable pues tiene reclutas potenciales entre los más de 1.000 millones de suníes que están dispersos por el mundo. El precio de su empecinamiento ha sido la casi absoluta destrucción de la Franja de Gaza y de Cisjordania, pero han puesto políticamente a Israel contra las cuerdas en los político, aunque no en los militar.
El otro gran enemigo de Israel es Hizbulá (Partido de Dios, en árabe) partido político y grupo paramilitar de los chiíes libaneses. Tienen una milicia del tamaño de un ejército tipo medio. Hizbulá nació de la mano de un imán en 1982 en el Líbano como respuesta a la invasión israelí del sur del país, aglutinando a chiíes entrenados y organizados por la Guardia Revolucionaria iraní.
Hamás y Hizbulá son la dos grandes enemigos de Israel. Hizbulá obedece las instrucciones de Teherán y como hemos visto desde el Líbano lleva adelante una guerra abierta y sin cuartel contra Israel, en nombre bajo la dirección de Irán, que provocado una nueva entrada de los carros Merkava judíos en la hace ya muchos años devastada tierra libanesa.
Israel posee, por necesidad de supervivencia, uno de los mejores ejércitos del mundo. Duro, eficaz, bien entrenado y pertrechado. Una fuerza que, a pesar de que Hamás les congio desprevenidos con su ataque de octubre de 2023, cuenta con uno de los mejores servicios que existen en la actualidad.
Dada la evolución de las guerras árabes israelíes a lo largo de la historia (Guerra de 1948, Guerra de Suez de 1956, Guerra de los Seis Días 1962, Guerra de Desgaste 1967-1970, Guerra del Yom Kipur 1973, 1ª Guerra del Líbano 1982, 1ª Intifada 1987-1993, 2ª Intifada 2000-2005, 2ª Guerra del Líbano 2006, Conflicto de la franja de Gaza 2008-2009) todo hace pensar que la actual guerra en Gaza y Cisjordania y la 3ª Guerra del Líbano que ahora comienza contra Hizbulá será una guerra más en esta larga lista de conflictos armados en la zona. Una guerra que se cerrará cuando ambos contendiente queden agotados y se retiren a su cuarteles de invierno para prepararse para la siguiente.
El problema más grave para Israel radica en que una larga guerra, que obliga a la movilización de una gran pare de su población, ralentiza su economía, esto unido al enorme coste económico de cualquier guerra, puede suponer un problema para el futuro de esta nación. Pero en el pasado han tenido que afrontar guerra muchos más costosas y el pueblo judío, de dentro y de fuera de las fronteras de Israel, ha resistido al fantasma y las penurias de muchas guerras. Israel sabe que si pierde una sola guerra desaparecería como nación.
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