París
Hollande no consigue el aprobado en su primer año
No sólo Nicolas Sarkozy le ha adelantado en las encuestas de opinión, sino que la cota de popularidad de François Hollande está en caída libre.
Diez meses después de acceder al Elíseo y la función suprema, el socialista no convence. Su afable personalidad suscita indiferencia y su lentitud y blandura para tomar decisiones se interpreta como una incapacidad para imprimir un rumbo claro a su acción política. Varias de sus promesas electorales se han descolgado ya del programa por el que fue elegido.
En materia económica no ha podido evitar el rigor ni los tijeretazos, pese a que dijo que no habría austeridad. El resultado: recortes del gasto público y subida de impuestos para las rentas medias y altas. Esto es, un ajuste presupuestario de 35.000 millones de euros para 2013 que, sin embargo, no serán suficientes para cumplir con el objetivo del 3% de déficit al que se comprometió.
Como tampoco logrará invertir la curva ascendente del paro a final de este año, a juzgar por las cifras del desempleo, que supera ya el 10% y no ha dejado de incrementarse ininterrumpidamente durante 18 meses. Y aunque prometió aumentar la presión fiscal a los más ricos, la famosa tasa del 75% sobre los ingresos a partir del millón de euros todavía no ha visto la luz. En septiembre pasado, casi la mitad de los franceses estimaba que, si hubiera sido reelegido, Sarkozy habría dirigido una política económica «más eficaz» que Hollande. Además, la «operación reconquista» de esta semana durante una visita de dos días a Borgoña no habría dado los frutos esperados en términos de comunicación, después de que todas las cámaras recogieran la expulsión de un sindicalista con una pancarta en la que preguntaba al dirigente socialista: «¿Dónde están las promesas?». Sus primeros meses en el poder no han resultado, ni mucho menos, el cambio que sus votantes esperaban.
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