Guerra en Ucrania
Hollande y Merkel ofrecen un plan desesperado de paz para Ucrania
Los líderes occidentales reactivaron ayer sus esfuerzos diplomáticos para contener la sangría en Donbás, apremiados por las cada vez más numerosas opiniones que desde Washington abogan por suministrar a Ucrania armamento letal. Angela Merkel y François Hollande, que insisten en agotar la vía diplomática, se reunieron en Kiev con el presidente Petro Poroshenko, un viaje relámpago que tendrá hoy parada en Moscú, donde presentarán a Vladimir Putin un plan de paz que garantice, según el presidente francés, «la completa integridad territorial de Ucrania». «La paz está amenazada a las puertas de Europa, se utilizan armas pesadas y mueren civiles a diario. Vamos a intentarlo todo para alcanzar la paz. Francia no va a entrar en la lógica del suministro de armas», prometió Hollande, que mostró su oposición a la integración de Ucrania en la OTAN. Una fuente diplomática rusa citada por Interfax apunta a que la propuesta europea sería una solución de mínimos que pasaría por «congelar» el conflicto, como en Abjasia y Osetia, regiones de Georgia escindidas en 2008 tras un conflicto relámpago con Rusia.
También visitó ayer Kiev el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, que volvió a denunciar el patrocinio de Moscú a las milicias. «Seguimos buscando una solución diplomática, pero no cerramos los ojos a los tanques y tropas rusas que cruzan la frontera con total impunidad», comentó Kerry, que insistió en la necesidad de cerrar la frontera para garantizar la integridad de Ucrania.
Por su parte, el primer ministro, Arseni Yatseniuk, denunció que Kiev está combatiendo «no contra unas milicias, sino contra el Ejército regular ruso». También se reunió con Kerry Poroshenko: «Ucrania agradece a EE UU la ayuda económica, Kerry no ha venido con las manos vacías», dijo en referencia a los 16 millones de dólares de ayuda humanitaria. Sin embargo, el sentimiento en Kiev era de decepción porque se esperaba que el secretario de Estado aprovechase la visita para anunciar el anhelado suministro de armas. «El presidente Obama estudia diferentes variantes, entre las cuales figura la posibilidad de suministrar armamento y sistemas a Ucrania», explicó Kerry.
Según filtraciones, el inventario de armamento para Ucrania que Obama guarda en el cajón incluye misiles antitanque, radares y drones. Que se abra el cajón depende sólo del presidente, en principio reacio, pero cuya opinión podría cambiar en función de cómo se desarrollen los acontecimientos en el frente, de la opinión pública estadounidense y de los aliados europeos. De cristalizar, sería el primer enfrentamiento entre Rusia y Estados Unidos en un tercer país desde la Guerra Fría. Desde Moscú se ve con recelo el posible suministro de armas. «La intención de Washington de entregar a Kiev –directamente o mediante intermediarios– armamento moderno letal nos produce gran preocupación. Teniendo en cuenta los planes revanchistas del partido de la guerra [en referencia a la formación de Yatseniuk], no sólo supondría una escalada de la situación en el este, sino que amenazaría la seguridad de Rusia, cuyo territorio fue disparado más de una vez desde el lado ucraniano», dijo el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Alexander Lukashevich.
Sobre el terreno, Ucrania está perdiendo la contienda pese a su superioridad numérica, por la ventaja técnica de los separatistas gracias al armamento ruso y a sucesivos errores tácticos del alto mando. El resultado es que los separatistas están ganando territorio, no rápidamente, pero sí de forma continua, más de 300 kilómetros cuadrados desde el regreso de las hostilidades, un territorio que exigen incluir en las nuevas fronteras que se tracen en las negociaciones de paz. «El 13 de enero los grupos rebeldes cambiaron de estrategia y desde entonces llevan a cabo operaciones ofensivas en distintas zonas del este», relató ayer Poroshenko. Algunos diplomáticos occidentales señalan que el objetivo de Putin con esta ofensiva de las milicias sería ampliar someramente el espacio vital de las repúblicas autoproclamadas (unos 25.000 kilómetros), concediéndolos territorio suficiente para crear un Estado viable. Es decir, que no se repita un escenario de Estado fallido como en Transnistria, escindida de Moldavia en 1990, con apenas 4.000 kilómetros y sostenida económicamente por Moscú. Poroshenko insistió ayer en su oferta de otorgar un estatus especial de autonomía a las regiones sublevadas. Desde Donetsk le contestó el jefe del Parlamento de la república autoproclamada, Andrei Purguin: «La unión política con Ucrania es imposible, pero estamos dispuestos a dialogar a cualquier nivel sobre los espacios económico, cultural, de transporte y seguridad».
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