Protestas en Hong Kong

Hong Kong, de «un país, dos sistemas» a «un país, un sistema»

El temor de los hongkoneses a perder sus libertades crece en paralelo a la injerencia china

El temor de los hongkoneses a perder sus libertades crece en paralelo a la injerencia china.

El 1 de julio de 1997 acabó el dominio colonial británico. Ese día, en una ceremonia formal, Reino Unido devolvió la soberanía de Hong Kong a la República Popular China. Los británicos se habían hecho con este territorio a finales del siglo XIX tras las Guerras del Opio. Londres devolvía Hong Kong, pero con una condición: que durante 50 años se respetaran sus libertades y su sistema. Fue una idea propuesta por el entonces presidente chino, Deng Xiaoping. Era lo que se conocía como «un país, dos sistemas». Hong Kong podía mantener sus privilegios, después sería totalmente china.

Como resultado, ahora tiene su propio sistema legal y sus fronteras, y sus derechos incluyen la libertad de reunión y la libertad. Por ejemplo, en Hong Kong se conmemora todos los años la masacre de la plaza de Tiananmenn de 1989, es uno de los pocos lugares en el territorio chino donde la gente tiene libertad para hacerlo. Y disfruta de libertades que no se ven en China continental.

Pero los críticos denuncian una constante erosión de las mismas. Acusan a Pekín de intromisión y citan ejemplos como los fallos judiciales contra los legisladores prodemocracia. También les preocupa el «secuestro» de cinco libreros y un magnate que luego aparecieron en China continental. Los libreros vendían textos que no gustaban a Pekín y desaparecieron de sus casas en plena noche.

Otro punto de fricción ha sido la reforma democrática. El líder de Hong Kong, el jefe ejecutivo se designa por un comité electoral de 1.200 miembros, un cuerpo mayoritariamente pro-Pekín elegido por solo el seis por ciento de los votantes elegibles. Algo muy lejos del sufragio universal. Tampoco todos los 70 miembros del cuerpo legislativo del territorio, el Consejo Legislativo, son elegidos directamente por los ciudadanos. La mayoría de los escaños no elegidos directamente están ocupados por legisladores pro-Pekín. La «miniconstitución» de Hong Kong, conocida como la Ley Básica, dicta que en última instancia debería elegirse a su líder de una manera más democrática. El Gobierno chino dijo en 2014 que permitiría a los votantes elegir a sus líderes de una lista aprobada por un comité pro-Pekín, pero los críticos calificaron a esto de «democracia falsa» y fue rechazada en la legislatura de Hong Kong.

En 28 años, en 2047, la Ley Básica expira, y cada vez está menos claro qué pasará entonces con la autonomía de Hong Kong. La mayoría de la gente la excolonia no se ve a sí misma como china: aunque la mayoría de sus habitantes son de origen chino, y aunque Hong Kong es parte oficialmente de China, un gran porcentaje de los residentes no se identifica como tal. Las encuestas de la Universidad de Hong Kong muestran que la mayoría se identifican como «hongkoneses» y que solo el 15% se definen como «chinos». Algunos jóvenes activistas incluso han pedido la independencia de Hong Kong de China, algo que alarma al Gobierno de Pekín.