Bruselas

La UE auxiliará a Ucrania con 50.000 millones de euros después de que Orban levante su veto

Los Veintisiete permiten una revisión dentro de dos años, como ligera concesión a Hungría

Hay pocos líderes europeos que se sientan tan cómodos como el primer ministro Viktor Orban en el papel de enfant terrible y David contra Goliat. Pero a nadie se le escapa que en estas últimas semanas las presiones han sido demasiadas, incluso para el mandatario húngaro. Budapest ha levantado su veto al paquete de ayuda a Ucrania por valor de 50.000 millones de euros durante los próximos cuatro años a cambio de concesiones menores, tras apenas 15 minutos de reunión, y algunos encuentros previos preparatorios. Hungría no podrá ejercer capacidad de veto cada año, tal y como pretendía Orban, y a cambio obtiene tan sólo la posibilidad de revisar el desembolso de las ayudas de manera anual. Además, el texto de conclusiones abre la puerta a una revisión general del presupuesto dentro de dos años si la unanimidad de las capitales así lo dicta. Algo que parece muy difícil de conseguir.

El texto también recuerda que el mecanismo pactado en el año 2020 sobre el Estado de derecho y que permite la congelación de los fondos si un país no respeta el Estado de derecho debe realizarse de manera proporcionada. Una referencia que no exime a Hungría de continuar con los fondos retenidos. Aunque estas concesiones de los Veintisiete pueden parecer meras migajas, permiten a Orban vender el acuerdo en casa. Ya ha comenzado a hacerlo. “Misión cumplida. Los fondos de Hungría no acabarán en Ucrania y tenemos un mecanismo de control al final del primer y segundo año. Nuestra posición sobre la guerra en Ucrania sigue siendo la misma: necesitamos un alto el fuego y conversaciones de paz”.

Según ha anunciado el presidente del Consejo, Charles Michel, este paquete financiero asegura una “financiación firme, predecible y a largo plazo para Ucrania”. Justo lo que los Veintisiete querían, ante el temor de una sucesión de vetos constantes por parte de Hungría. “Hoy Europa se hace más fuerte”, ha celebrado la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen.

El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, ha expresado su agradecimiento por esta luz verde y ha subrayado que una acuerdo a Veintisiete ejemplifica la “unidad europea”. Kyiv necesita dinero de manera imperiosa para que el país pueda seguir funcionando y estas necesidades se han incrementado tras el bloqueo de fondos en el Congreso de Estados Unidos. Michel ha confiado en que el paso dado por la UE pueda servir como ejemplo al otro lado del Atlántico.

Aunque los países barajaban la posibilidad de poner en marcha una decisión ad hoc a Veintiséis si el veto de Orban continuaba, no ha sido necesario. En la pasada cumbre de diciembre, Orban dejó de bloquear la apertura de negociaciones de adhesión con Ucrania gracias a una estratagema diplomática coordinada con el resto de los socios. A instancias del canciller alemán Olaf Scholz, se ausentó de la sala mientras el resto daba luz verde. Pero este tipo de triquiñuelas no funcionan en el caso del paquete de ayuda al país invadido por Putin.

Durante las última semanas, las presiones de los Veintisiete han ido in crescendo. Este pasado lunes el periódico "Financial Times" informó de un documento interno en el que los países europeos estarían estudiando dejar a Hungría sin todos los fondos europeos si persistía en su veto, lo que abocaría al país a fuertes consecuencias económicas. Aunque después fuentes diplomáticas quitaron hierro a este documento, todo indica que la presión ha acabado surtiendo efecto.

El digital Político también aseguró la semana pasada, citando fuentes diplomáticas anónimas, que los líderes europeos estarían barajando dar un nuevo impulso al artículo 7, el denominado botón nuclear, que en su último estadio puede dejar a un país sin derecho de voto en el Consejo, si se detecta un incumplimiento sistemático del Estado de Derecho. La alianza entre Hungría y el gobierno anterior polaco había hecho que este procedimiento quedara en punto muerto, ya que para avanzar en los trámites se necesita la unanimidad de las capitales. Aunque después la Comisión Europea y los líderes han negado estar pensando en dar este paso, todo indica que Orban ha entendido el mensaje y ha preferido no encender los ánimos.

Además, la Eurocámara amenazó el pasado 18 de enero a la Comisión Europea con emprender acciones legales si el Ejecutivo comunitario desbloqueaba más fondos para Hungría. La institución presidida por von der Leyen decidió desembolsar el pasado 13 de diciembre 10.200 millones de euros al país magiar, al considerar que éste había llegado a cabo parte de las reformas comprometidas en el ámbito de la justicia. A pesar de esto, la Comisión Europea sigue reteniendo 20.000 millones de euros hasta que Budapest no complete las reformas requeridas sobre libertad académica y corrupción y todo indica que tras la advertencia del Parlamento Europeo, el examen de Bruselas será duro.

Aunque se barajó poner en marcha un mecanismo a Veintiséis fuera del presupuesto comunitario si Hungría no daba su brazo a torcer, esto hubiera significado romper prácticamente todos los puentes con el país y entrar en una peligrosa deriva. A las implicaciones políticas se unían también las técnicas ya que una solución de estas características hubiese implicado que algunos países europeos tuvieran que proceder a la ratificación parlamentaria de esta ayuda, lo que hubiese retrasado todo el proceso, justo cuando Ucrania necesita dinero contante y sonante de manera rápida.

Salvado este último escollo, la gran pregunta es si Orban utilizará su poder de veto en las fases posteriores del proceso de adhesión europeo. Todo indica que la batalla continuará. “No tenemos fatiga de Ucrania, tenemos fatiga de Orban”, ha asegurado el primer ministro polaco, Donald Tusk, en lo que resume un estado de ánimo generalizado. A estas tensiones en el seno del club europeo, se une el veto de Hungría a la entrada de Suecia en la OTAN después de que Turquía haya dado luz verde.