Estados Unidos

Intervención de EE UU en Siria: 1.500 millones al mes

Un grupo de sirios trata de sacar a un hombre quemado en un ataque en Damasco perpetrado por las fuerzas leales a Asad
Un grupo de sirios trata de sacar a un hombre quemado en un ataque en Damasco perpetrado por las fuerzas leales a Asadlarazon

El dinero manda, y cuando alguien no se pone de acuerdo en Washington, suele ser lo que hace inclinar la balanza. El jefe del Estado Mayor, el general Martin Dempsey, se sirvió de los altos costes de una eventual operación en Siria para pedir precaución al Congreso sobre una mayor intervención en el conflicto. En una carta de tres páginas dirigida a dos legisladores, detalló que una intervención en Siria podría costar a los contribuyentes estadounidenses miles de millones de dólares, intensificarse de forma rápida y acarrear grandes riesgos para Estados Unidos. Cifró en 500 millones de dólares el entrenamiento inicial y en mil millones de dólares mensuales declarar el cielo de Siria zona de exclusión aérea.

En Washington son conocidas las divisiones entre congresistas, diplomáticos y funcionarios de la Administración del presidente Barack Obama, pero hasta ahora el Pentágono había evitado ofrecer detalles sobre sus reticencias a una participación directa en esta guerra y las opciones de los posibles tipos de intervención de Washington. Todo ha ocurrido después de una tensa audiencia la semana pasada en Washington en la que Dempsey se enfrentó al senador republicano John McCain, uno de los grandes defensores de la intervención estadounidense en Siria. La carta llega después de que el político conservador amenazase con bloquear el nombramiento de Dempsey como jefe del Estado Mayor durante dos años más, hasta que no proporcionase detalles de las opciones militares en Siria.

En su misiva, Dempsey advirtió sobre «las inesperadas consecuencias» de una mayor intervención en Siria. «Una vez que entremos, debemos prepararnos para lo que vendrá después. Será difícil evitar una gran participación», relató Dempsey al senador republicano de Arizona y al senador demócrata de Michigan Carl Levin, presidente del Comité de la Cámara Alta de los Servicios Armados, en su misiva, escrita tras la tensa comparecencia en el Congreso.

«Hemos aprendido durante los últimos diez años que no basta con alterar el equilibrio del poder militar sin una consideración cuidadosa de lo que es necesario para mantener un Estado que funcione. Si las instituciones del régimen se derrumban sin una oposición viable, podríamos fortalecer a los extremistas o dar rienda suelta a las armas químicas que intentamos controlar», indicó Dempsey en referencia –aunque sin mencionarlo de forma directa– a las situaciones creadas en las guerras de Irak y Afganistán.

El general recordó, de paso, que la opción preferida por McCain de crear una zona de exclusión aérea sobre Siria costaría mil millones de dólares al mes, lo que también podría provocar la pérdida de aviones estadounidenses. Esto, además, obligaría a tener que reponer tripulaciones. Asimismo, recordó que la opción intermedia, que sería crear una zona neutral dentro del país, cerca de las fronteras con Turquía y Jordania, requeriría miles de tropas estadounidenses sobre el terreno, con un coste de más de mil millones de dólares al mes.

Otro de los riesgos de adentrarse en el pantanoso avispero sirio sería que el régimen de Damasco respondiera con el lanzamiento de misiles. Entonces, las áreas afectadas podrían convertirse en bases de operaciones para los extremistas. Los posibles ataques militares de Estados Unidos llevados a cabo a larga distancia también se traducirían en miles de millones de dólares y conllevarían contrataques y daños colaterales dentro del país.

Ya hace semanas se filtró a la Prensa norteamericana los planes de la CIA de proporcionar armas ligeras a los rebeldes. Pero la Administración Obama ha mostrado su resistencia a una mayor participación en el abastecimiento de artillería pesada. Esta operación se encontró con una fuerte oposición entre los miembros del Congreso, por el temor a que las armas caigan en manos de terroristas de Al Qaeda, que están luchando contra Asad apoyando a los rebeldes. De esta forma, las dudas continúan en Washington sobre qué hacer en Siria, ya que los políticos quieren garantías de éxito para Estados Unidos.