Giuseppe Conte

Italia promete erradicar el «negocio» de la falsa inmigración solidaria

El Gobierno populista acelerará la expulsión de migrantes y pide a la UE que obligue a los socios a acogerlos.

El «premier» Giuseppe Conte, en el centro, rodeado de Luigi di Maio (izqda.) y Matteo Salvini (dcha.), sus dos vicepresidentes, ayer en el Senado
El «premier» Giuseppe Conte, en el centro, rodeado de Luigi di Maio (izqda.) y Matteo Salvini (dcha.), sus dos vicepresidentes, ayer en el Senadolarazon

El Gobierno populista acelerará la expulsión de migrantes y pide a la UE que obligue a los socios a acogerlos.

El nuevo Gobierno italiano utiliza la política migratoria para mandar un mensaje en dos direcciones. De un lado, les dice a sus votantes que el Ejecutivo sostenido por el Movimiento 5 Estrellas (M5E) y la Liga pondrá «fin al negocio de la inmigración, crecido con desmesura bajo el manto de una falsa solidaridad». Y de otro, avisa a sus socios comunitarios, a los que les reprocha que «la política de los flujos migratorios ha representado un fracaso, ya que Europa ha consentido el cierre egoísta de muchos estados miembros» con el consecuente perjuicio para Italia.

El encargado de leer la cartilla fue el primer ministro, Giuseppe Conte, que se estrenó ayer como parlamentario en su discurso de investidura en el Senado. El jefe de Gobierno defendió airadamente «la superación de la Reglamentación de Dublín», que establece que los migrantes deban solicitar el derecho de asilo y permanecer en el primer país europeo al que lleguen. Pidió una «igual repartición de la responsabilidad» y la «recolocación obligatoria de los solicitantes de asilo en otros países».

Conte mantuvo que acelerarían los procedimientos para conceder el estatus de refugiado y extraditar a quienes no lo consigan. «No somos y no seremos nunca racistas», remachó, escoltado por sus vicepresidentes Luigi Di Maio y Matteo Salvini, respectivos líderes del M5E y la Liga. Su discurso le venía escrito en el acuerdo de Gobierno que firmaron ambas fuerzas, aunque tomó distancias con Salvini.

El también ministro del Interior se ausentó de la cumbre que sus colegas europeos celebraron este martes en Luxemburgo para votar como senador la investidura de su Ejecutivo en la Cámara alta. Sin embargo, desde allí se felicitó por el rechazo de otros países a la propuesta lanzada por Bulgaria, que ejerce la presidencia de turno de la UE. «Han demostrado que no estamos solos en decir que es una pésima reforma», dijo Salvini a los periodistas en un receso. Insistió en que el documento «perjudica a los italianos» y anunció que presentarán una «contrarreforma», de la que no especificó más detalles.

Anteriormente, el vicepresidente italiano había asegurado que había hablado con el primer ministro húngaro, Victor Orban, con el que «cambiaría la Unión Europea». Un mensaje contradictorio, ya que Hungría no quiere aceptar refugiados, mientras que Italia pretende que el resto de socios del club acojan a los que ya se encuentran en su territorio. La idea de fondo, sin embargo, es el cierre de las fronteras, a la que la Liga aspira.

Salvini, que ya había llamado «vicetraficantes» a las ONG, tampoco desaprovechó ayer la oportunidad de seguir con la ofensiva verbal. «La buena vida para los clandestinos se ha terminado, en estos momentos 500.000 clandestinos están viendo la televisión en un hotel pagado por todos los italianos», sostuvo. En las últimas horas el futbolista italiano de padres ghaneses Mario Balotelli había asegurado que le gustaría que todos los ciudadanos obtuviesen la nacionalidad italiana al nacer en este país, algo que ahora no ocurre. «La próxima vez, que Balotelli se presente a presidente del Gobierno y cambie la ley», le respondió Salvini desde el Senado.