Desafíos de Pekín

La jefa de la ciberseguridad británica da la alerta para frenar el "dramático ascenso de China como superpotencia tecnológica”

Lindy Cameron avisa de que Pekín quiere una supremacía y "no una paridad" con otras potencias

La jefa de la ciberseguridad británica Lindy Cameron
La jefa de la ciberseguridad británica Lindy CameronWikipedia

Las alarmas han sonado en los centros de poder en Reino Unido. El ascenso de China como potencia militar y económica va de la mano con un gran salto en el plano tecnológico que amenaza con convertir al gigante asiático en la primera potencia en materia de ciberseguridad. Este es el mensaje que trasladará Lindy Cameron, responsable de la ciberprotección del Reino Unido como directora ejecutiva del Centro Nacional de Seguridad Cibernética, un departamento clave del GCHQ, en un discurso en Belfast para advertir al Reino Unido y a sus aliados sobre el “dramático ascenso de China como la primera superpotencia tecnológica”. El centro de escuchas británico, el GCHQ, es uno de los tres servicios secretos del Reino Unido junto con el MI5 (interno) y el MI6 (externo), y es una herramienta clave para la seguridad del país.

La advertencia de Cameron durante la conferencia anual CyberUK en Belfast, que atraerá a líderes de seguridad cibernética de todo el mundo, sostiene que China quiere una supremacía técnica sobre los países occidentales "en lugar de la paridad". A su juicio, si Occidente les permite tener éxito, la fuerza china será utilizada para "lograr un papel dominante en los asuntos globales". Cameron avisa en su discurso: “Sin rodeos, no podemos permitirnos no seguir el ritmo, de lo contrario corremos el riesgo de que China se convierta en la potencia predominante en el ciberespacio”.

Existe la visión en los departamentos de la inteligencia occidentales de que una China tecnológicamente superior podría usar su dominio en la cadena de suministro mundial para dañar a sus competidores y estrangular los mercados occidentales. También se teme que China esté construyendo un sistema de satélites capaz de rastrear a personas en todo el mundo y diseñando planes para la creación de una moneda digital centralizada para protegerse de las sanciones internacionales en caso de que invada Taiwán. Las armas de Pekín no solo serán más portaaviones y aviones de combate de quinta generación sino tecnologías de vanguardia como la computación cuántica, la industria de los semiconductores y la inteligencia artificial.

¿Alarmista sobre un futuro gobernado por China? "No", sostiene Cameron. "Es un riesgo que insto a que se tomen en serio. Esto simplemente no es algo que nos permita ser complacientes”. Este mensaje va en consonancia con los discursos lanzados por varios líderes mundiales. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, dijo recientemente que China quiere imponer un nuevo orden mundial.

El propio primer ministro británico, Rishi Sunak, advirtió el pasado mes que Pekín “representa un desafío para el orden mundial” y una amenaza a largo plazo que pone en juego los valores de seguridad y las instituciones democráticas de Occidente. Jeremy Fleming, el jefe saliente de GCHQ, advirtió recientemente que China podría tomar el control del sistema operativo global del mundo si se le permitiera dominar las tecnologías emergentes clave.

El plan actualizado del gobierno británico para la defensa describe a China como un "desafío sistémico y que define una época". Las preocupaciones sobre China han llevado al gobierno del Reino Unido a prohibir a sus ministros el uso de la aplicación de TikTok en sus teléfonos de trabajo.

Esta alarma en Occidente emerge cuando China ha acelerado el paso en el Estrecho de Taiwán para frenar el impulso diplomático de Taipei. Las maniobras militares a gran escala en las que se ha ensayado el bloqueo de la isla han lanzado un claro mensaje de la determinación china en su objetivo de lograr la reunificación con la que considera "su isla rebelde". En Occidente preocupa, además, la posición de Taiwán como el principal productor mundial de semiconductores, los chips que sostienen la economía electrónica mundial. Si Taiwán cae en manos de Pekín, los mercados occidentales quedarán a expensas de lo que se decida en los salones de poder chinos.

El ascenso como actor clave de la política internacional está generando divisiones en el seno de Europa. El presidente francés Emmanuel Macron aseguró la semana pasada, tras visitar Pekín, que la Unión Europea no puede ser aceptar "el vasallaje" de Estados Unidos y abogó por una posición intermedia que convierta a la UE en el "tercer polo" a la altura de Estados Unidos y China. La ex primera ministra británica Liz Truss calificó el viaje Macron a Pekín como una "señal de debilidad".