Gira europea

Xi Jinping realiza una visita histórica a Serbia en el 25 aniversario del bombardeo de la OTAN

El presidente serbio Aleksandar Vučić recibe con honores al líder chino, uno de sus principales aliados internacionales

Serbia desplegó la alfombra roja el miércoles para recibir a Xi Jinping y a su esposa, Peng Liyuan, en la segunda etapa de una gira europea que busca fortalecer los lazos políticos y económicos, a pesar de las tensiones derivadas de la guerra en Ucrania. Xi llegó a Belgrado el martes por la noche después de una intensa visita de Estado a Francia, donde mantuvo enérgicos intercambios con Emmanuel Macron y la presidenta de la Comisión de la Unión Europea, Ursula von der Leyen, sobre el desequilibrio comercial de China conEuropa o su apoyo tácito a Rusia. Sin embargo, los otros dos países seleccionados en su primera visita a Europa desde 2019, siendo Hungría el último destino después de Serbia, mantienen estrechos vínculos con Moscú.

Este viaje marca el retorno de Xi a Europa después de un lapso de cinco años, y su objetivo principal es fortalecer la influencia de su país en asuntos clave en el continente. Su estrategia parece clara: busca expandir su presencia y consolidar alianzas estratégicas que le permitan tener un papel relevante en la configuración del futuro de Europa. Tras una ceremonia de bienvenida frente al Palata Srbije, un fastuoso complejo de la era socialista, Xi fue recibido en medio de estrictas medidas de seguridad con una salva de honor y el himno nacional chino, mientras helicópteros sobrevolaban la ciudad. Más tarde estrechó la mano de funcionarios como el primer ministro y el gobernador del Banco Nacional de Serbia.

La llegada de Xi coincidió con el vigésimo quinto aniversario del bombardeo de la embajada china en 1999, donde perdieron la vida tres periodistas y varios miembros del personal resultaron heridos. En la recepción del líder chino, y en medio de una multitud eufórica que ondeaba banderas chinas, el presidente serbio Aleksandar Vučić recordó: «No olvidemos que nuestros amigos chinos estuvieron junto a nosotros hace 25 años, cuando este país estaba siendo devastado y sometido a bombardeos». Funcionarios de la OTAN aseguraron entonces que la misión fue atacada por error durante la intervención militar destinada a proteger a la mayoría étnica albanesa de Kosovo de la masacre perpetrada por las fuerzas de Slobodan Milošević. Aunque Washington y otros aliados de la Alianza respaldaron la decisión de utilizar la fuerza en lo que entonces era Yugoslavia, el legado de ésta es más complicado en los Balcanes y en Pekín.

Durante los 78 días de ataques aéreos, perdieron la vida numerosos civiles. La organización de derechos humanos Human Rights Watch cifró el número de muertos en 500, mientras que las autoridades serbias afirmaron que la cantidad se acercaba más a los 2.000. Por su parte, la administración serbia ha mantenido su compromiso de no formar parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte. El ataque a la sede diplomática china suscitó una indignación generalizada, desencadenando protestas inusuales y un incidente diplomático entre Washington y Pekín. Ni las autoridades chinas ni gran parte de la opinión pública creyeron –y siguen sin hacerlo– que se tratara de un simple accidente.

En un artículo publicado el martes en el periódico serbio Politika, Xi hizo hincapié en que dicho bombardeo de la misión china en Yugoslavia fue un acto flagrante y advirtió con firmeza que su país no tolerará que una tragedia similar se repita en el futuro. Además, elogió la «férrea amistad» existente entre las naciones «forjada con la sangre de nuestros compatriotas». En el mismo diario progubernamental serbio, Xi hizo hincapié en que «la multipolaridad es un aspecto crucial de la estrategia de política exterior china», frase que a menudo sirve de velo para el objetivo explícito de sus actuales dirigentes de desafiar el dominio estadounidense en la política mundial. Serbia, conocida por sus estrechos lazos con Rusia y sus frecuentes críticas a la política de Bruselas, resulta ser un instrumento útil en este empeño, a pesar de su modesto tamaño e influencia económica.

Como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, Pekín es de especial importancia para la República de Serbia como protectora de la su soberanía nacional e integridad territorial y guardiana de la resolución 1244 del CSNU. Además, apoyó la postura serbia respecto a la independencia declarada unilateralmente de la provincia meridional serbia de Kosovo y Metohija, la llamada «República de Kosovo», manteniendo así una actitud sólida en defensa de sus intereses.

El Gobierno chino y el país candidato a la UE firmaron el miércoles un acuerdo para construir un «futuro compartido», lo que convierte al estado balcánico en el primero del continente en suscribir un documento de este tipo con Pekín. Ambos presidentes anunciaron que «profundizarán y elevarán su asociación estratégica integral y construirán una nueva era de una comunidad con un futuro compartido». Sin embargo, algunos expertos apuntan a que más allá de los beneficios económicos y comerciales, el recibimiento de Xi por parte de Serbia encierra un mensaje político relacionado con los esfuerzos de Moscú y Pekín por desafiar la influencia de Estados Unidos y remodelar el orden internacional.

Cabe destacar que estas relaciones bilaterales se han reforzado gradualmente desde que el partido SNS de Vucic llegó al poder hace 12 años. Se galvanizaron aún más en 2016 con la primera visita a la capital serbia de un dirigente chino en tres décadas, así como la resistencia conjunta a las reacciones occidentales a la pandemia de COVID-19, que estalló en 2020.

La segunda economía mundial ha invertido unos 6.000 millones de dólares en el país balcánico en la última década, destinados a minas de cobre y una acería, así como a grandes proyectos de autopistas e infraestructuras, unas ayudas que han sido criticadas por algunos como parte de acuerdos poco transparentes y excesivamente arriesgados entre gobiernos. Estas inversiones han sido parte de una estrecha colaboración, ya que ambos firmaron un acuerdo de asociación estratégica en 2016 y un pacto de libre comercio el año pasado.

Esta nación sin acceso directo al mar en el corazón de los Balcanes ha desempeñado un papel central en la iniciativa china de la Franja y la Ruta con la que pretende aumentar su influencia en Europa a través de importantes inversiones económicas. Ciertos críticos sostienen que esta estrategia podría servir de caballo de Troya y puerta de entrada a Europa.