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Kenia: el «revival» de Al Qaeda

Los movimientos inspirados en la red terrorista ganan terreno tras las primaveras árabes

Kenia: el «revival» de Al Qaeda
Kenia: el «revival» de Al Qaedalarazon

Mientras Kenia sigue enterrando a sus muertos y buscando a decenas de desaparecidos, el asedio al centro comercial Wastgate de Nairobi plantea muchos interrogantes, no sólo a las autoridades del país sino a todos los posibles objetivos de la yihad o guerra santa, en África y más allá. Con este asalto espectacular y mortífero, el grupo islamista radical Al Shabab ha demostrado que el espíritu de Al Qaeda sigue presente. Desde África, hasta Siria, pasando por la península arábiga, los grupos islamistas afiliados o inspirados en la red terrorista están resurgiendo y movilizando una vez más a combatientes, armas y dinero: aunque la organización matriz esté debilitada y su líder, Osama Bin Laden, haya muerto, su idea de yihad está más viva que nunca y está ganando terreno después de laPprimavera Árabe. Las revoluciones dejaron espacio físico e ideológico para el fortalecimiento de los movimientos islamistas, no sólo los moderados –como los Hermanos Musulmanes en Egipto y en Túnez–, sino para el resurgimiento de la tendencias más radicales, que encuentran su caldo de cultivo en la inestabilidad política, la frustración por el fracaso de las revueltas y la abundancia de armas y de jóvenes dispuestos a luchar.

El propio presidente tunecino, Muncef Marzuki, ha dicho que Al Qaeda es la principal amenaza a la que se enfrenta el mundo Árabe, después de la Primavera que fue protagonizada por laicos y liberales. En Libia y en Túnez surgieron grupos radicales alqaedistas que se hacen llamar «ansar al sharia» (seguidores de la ley islámica) aunque no tienen suficiente fuerza aún para actuar más allá del ámbito local. En Egipto, la península del Sinaí se está convirtiendo en una nueva base para los islamistas radicales, ideal para lanzar ataques contra Israel. Además, el derrocamiento de los Hermanos Musulmanes el pasado 3 de julio constituye la excusa ideológica ideal para llamar a una yihad contra el Gobierno egipcio y, por consiguiente, contra todos aquellos considerados enemigos del islam.

Pero Siria es sin duda el principal foco yihadista en Oriente Medio, adonde llegan cientos de combatientes de toda la región e incluso de Europa y EE UU, para luchar en contra del presidente Bashar al Asad, en una guerra que es cada vez más religiosa y sectaria. «Ahora mismo el objetivo de estos grupos es establecerse en Siria, el Sinaí, Libia y en la frontera entre Túnez y Argelia», explica Tarek Radwan, del centro de investigaciones Rafik Hariri para Oriente Medio. «Por ahora no pueden operar más allá de la zona porque no tienen la fuerza ni la coordinación suficientes, pero pueden suponer una amenaza para los intereses occidentales en la región».

Al Shabab eligió el centro Westgate porque era un símbolo del estilo de vida occidental, a él acudían diplomáticos y miembros del Gobierno enemigo de Kenia y, además, en el complejo comercial figuran empresarios judíos. La filial de Al Qaeda en la Península Arábiga hizo que se ordenara el cierre de las embajadas estadounidenses en todo Oriente Medio el pasado mes de agosto por razones de seguridad. Esta misma semana, después de los acontecimientos de Nairobi, EEUU anunció que permanecen en alerta ante posibles ataques en África y Oriente Medio contra objetivos gubernamentales o privados ligados de alguna forma al país o percibidos como tales. «Por el momento, los grupos yihadistas (en Oriente Medio y el norte de África) no tienen la capacidad para cruzar el Atlántico, pero una vez que sean fuertes y estables en su territorio, podrán coordinarse y establecer una red global», asegura Radwan. Ya existe un sentimiento de solidaridad y cierta cooperación entre los distintos movimientos regionales, que podrían convertirse en el nuevo núcleo de la yihad internacional, atrayendo a combatientes de otras zonas donde Al Qaeda se ha visto golpeada y debilitada, principalmente, Pakistán y Afganistán, que era la cuna y base de Bin Laden.

Occidentales en las filas yihadistas

La llamada a la yihad o guerra santa es escuchada más allá del mundo árabe y musulmán: alcanza a las capitales europeas y cruza el Atlántico, llegando incluso al corazón del enemigo estadounidense. En los pasados años, combatientes europeos y norteamericanos se han unido a los grupos terroristas sobre el terreno o les han ayudado a llevar a cabo ataques en Occidente. Hasta hace poco, Somalia era una importante escuela de la yihad hasta donde se desplazaban para entrenarse los occidentales, que ahora se dirigen a Siria. Desde que comenzó la guerra en 2011, se calcula que decenas de jóvenes europeos y también estadounidenses están luchando en las filas rebeldes, cada vez más radicalizadas y sectarias.