Cuerno de África

Kenia y Yibuti: una frágil balanza de la paz en el Cuerno de África

Mientras el presidente William Ruto hace frente a las protestas en Kenia, la dictadura liderada por Ismail Omar Guelleh en Yibuti prosigue sin apenas oposición

Nairobi (Kenya), 09/02/2023.- Eritrean President Isaias Afwerki (L) and Kenyan President William Ruto (R) pose for a photo after addressing a joint press conference after their meeting at State House in Nairobi, Kenya, 09 February 2023. Afwerki is on a two-day state visit to Kenya where he will attend official meetings to reinvigorate bilateral relations with Kenya and explore areas of mutual cooperation, including agriculture, trade and investment, air transport, energy and mining. Other key...
Visita del presidente de Eritrea a Kenia en 2023.Daniel IrunguAgencia EFE

Mientras el mundo dirige su atención a Israel y a la creciente influencia del Eje de Resistencia liderado por Irán, relegando a Ucrania a un segundo plano informativo tras un año y medio de titulares y primeras planas en Europa, el Cuerno de África comienza a situarse como un tercer punto caliente, cada vez más candente, donde decenas de naciones e intereses se aglomeran a golpe de fusil. Que el Cuerno sea un punto caliente no es nada nuevo, pero conviene matizar cómo de caliente se encuentra en estos momentos. Discernir si los problemas persisten, y cómo. LA RAZÓN analiza así la situación en la región mediante una serie de artículos que empezaron por la actualidad de Etiopía y Eritrea.

Quedan en el Cuerno de África dos países que siguen un patrón más pacífico que sus vecinos. Kenia y Yibuti. El primero es una excolonia inglesa y de mayoría de habla suajili, el segundo perteneció durante un tiempo a los franceses y hablan árabe, o francés. Cada uno se encuentra en un extremo opuesto del Cuerno pero mantienen con sus más y sus menos el amalgama de ideales propios que formaron tras las independencias.

Asedio de protestas al gobierno de Kenia

Tierra de gente hospitalaria y acostumbrada a siglos de comercio con países asiáticos, refinada en sus costumbres y capaz de sorprender con maravillas (en abril de 2023 lanzó al espacio su primer satélite operativo), Kenia avanza contra todo pronóstico contra los obstáculos impuestos en la ruta del desarrollo y mantiene pese al número creciente de protestas populares un sistema democrático que resiste desde 2002. El Gobierno del actual presidente, William Ruto, hace meses que se enfrenta a un descontento popular alentado por cabecillas de etnias minoritarias, pero también por la oposición en el Parlamento que lidera Raila Odinga.

David Soler es director de África Mundi y su residencia actual se encuentra en Nairobi. Indica que “Kenia no es una nación que se caracterice por protestar en exceso, por decirlo así, y las protestas suelen estar politizadas en favor de la oposición” pero no rechaza que parte de las quejas se deben a la nueva Finance Bill (Ley de Finanzas) que subirá los impuestos a una buena parte de la población, igual que los giros de guion del presidente keniano desde que tomó el poder.

William Ruto, que inició la campaña que le llevó a ser presidente mostrando una actitud hostil contra China, ha reconsiderado sus ideas al visitar Pekín y encontrarse con Xi Jinping este mes de octubre. Ambos mandatarios reiteraron públicamente sus lazos, haciéndose especial mención al Belt and Road Initiative (Iniciativa de la Franja y la Ruta) liderada por China y que afecta a 150 países, y a proyectos como la ruta ferroviaria Mombasa-Nairobi. Ruto llegó a solicitar durante este encuentro un préstamo de 1.000 millones de dólares y que habría sido denegado por Xi Jinping (Kenia ya debe 8.000 millones a China), desgastando todavía más la autoridad del presidente keniano.

Raila Odinga, mientras tanto, aprovecha con astucia política el descontento popular que se presenta contra su adversario, haciendo campaña de oposición pero también liderando manifestaciones y combatiendo al Gobierno en los tribunales kenianos. Ruto, a su vez, acusa a Odinga de desestabilizar el país como respuesta a sus repetidas derrotas electorales.

David Soler señala que “para la oposición, la victoria de Ruto siempre ha sido ilegítima, teniendo en cuenta que el actual presidente ganó con un 50.49% de los votos. Kenia es un país dividido, y se ha utilizado este discurso de un gobierno ilegítimo desde que los jueces denegaron el recurso de Raila Odinga. Llegaron a un acuerdo [Ruto y Odinga] en un primer momento, pero las protestas se han reanudado por el coste de vida y la inflación”. Esta acumulación de protestas sumó 31 muertos en las semanas previas al pasado mes de agosto.

En este mes de octubre, la tasa de inflación aumentó en Kenia un 6.9% respecto al mes de septiembre y pudo apreciarse un encarecimiento en los gastos de transporte (+16.6%) y de los gastos en alimentación (+7.8%), cifras que contribuyen de manera irremediable al malestar social. Que William Ruto haya acordado una subida de impuestos, como el IVA, en una medida que afecta a los kenianos más desfavorecidos, tampoco contribuye a calmar los ánimos.

Yibuti, una dictadura para la paz

Yibuti se refugia en la otra punta del Cuerno de África En términos generales, podría considerarse hoy como la nación más estable y que más lejos se encuentra de las acciones que protagonizan las guerras de la región, enfrentamientos étnicos y ataques terroristas liderados por el grupo somalí conocido como Al Shabaab. ¿El precio de esta calma? Una dictadura. Una calma aplicada únicamente a quienes acatan esta dictadura.

El actual presidente del país, Ismail Omar Guelleh, ostenta el poder desde 1999, habiéndose celebrado en 2021 las últimas elecciones que le concedieron una victoria empañada por las dudas de su legitimidad electoral. Esta nación del tamaño aproximado de Israel se encuentra situada en el puesto número 137 de 167 países publicados cada año por The Economist según su índice de democracia. Reporteros Sin Fronteras englobó en 2023 a Yibuti dentro de las 20 naciones con una menor libertad de prensa, entre que son habituales las persecuciones contra cristianos y opositores políticos. Sólo en el pasado mes de abril fue arrestado Moustapha Ahmed Ali, coordinador para el partido político Movimiento por la Renovación Democrática y el Desarrollo, en el momento en el que regresaba de su exilio en Bélgica para visitar a su familia.

Que la nación más estable del Cuerno de África sea una dictadura supone un indicativo ideal para comprender la difícil situación en la región. Igualmente, el país posee una fuerte presencia militar extranjera que viene de la mano, principalmente, de diferentes bases operadas por Estados Unidos, Japón, Italia, China y Francia; pero también podrían encontrarse aquí efectivos alemanes y españoles, entre otras fuerzas europeas que colaboran en la lucha antiterrorista de Somalia. En total, el número de militares extranjeros con base en Yibuti superan los 10.000, a lo que habría que sumarle la fuerza marítima que acompaña a las tropas.

Yibuti supone un jugoso objetivo para el yihadismo somalí como resultado de la presencia militar europea, igual que su posición estratégica entre el mar Rojo y el golfo de Adén lo vuelven una posición fundamental para garantizar el corredor del comercio que se dirige desde Asia hasta el Canal de Suez. La dictadura liderada por Ismail Omar Guelleh no cuenta en la actualidad con opositores fuertes y no parece que su liderazgo peligre por el momento, siempre que cuente con el apoyo de sus aliados extranjeros.