Guerra en Ucrania
Kiev ofrece más poder al este para evitar un conflicto
El primer ministro, Arseni Yatseniuk, visita la zona y promete permitir el uso del ruso y referéndum locales pero no consigue desarmar a los separatistas
El primer ministro, Arseni Yatseniuk, visita la zona y promete permitir el uso del ruso y referéndum locales pero no consigue desarmar a los separatistas
DONETSK- El Gobierno de Kiev ha vuelto a doblegarse ante las presiones prorrusas. Después de descartar un desalojo a la fuerza de los manifestantes partidarios de Moscú, que ocupan desde la madrugada del domingo edificios oficiales en Donetsk y Lugansk, la nueva cesión de Ucrania es ofrecer más autonomía a las regiones del este y la promesa de regular por ley los referendos locales. Unas consultas que en ningún caso contemplarían la independencia. El acuerdo lo fraguó el propio primer ministro de Ucrania, Arseni Yatseniuk, que viajó ayer a Donetsk y Lugansk para tratar de convencer a los activistas prorrusos, atrincherados por tiempo indefinido. No lo consiguió, seguirán allí, dijeron, pero sí tiene el visto bueno de Rinat Akmetov, el hombre más rico de Ucrania, lo que puede ser una garantía para que no se desate la violencia.
Yatseniuk se desplazó al este del país con el objetivo desesperado de conseguir un pacto con los manifestantes que calme las intenciones secesionistas de las regiones rusófonas. Acababa el plazo dado por su propio gobierno el día anterior para que depusieran su actitud o si no se les desalojaría por la fuerza. Convocó una reunión en la Cámara de Comercio con los principales empresarios y autoridades locales en la que se trazó el plan a seguir. El gobernador de Donetsk, Serhiy Taruta, que se define como «el gestor de la crisis», ponía sobre la mesa un programa de desarrollo de la región de Donbass, de la que forman parte Donetsk, Lugansk y Jarkov. Taruta afirmó que si el Consejo de Ministros aprobaba un programa para dar más recursos y autonomía a la región, en «tres o cuatro meses» los activistas prorrusos se calmarían.
Según algunos medios locales, Taruta propuso un plan concreto de ocho puntos por el que Kiev cedería nuevas competencias para que los ciudadanos pudieran decidir sobre el futuro económico de la zona. «Luchar contra la pobreza, la corrupción, el apoyo a las pequeñas y medianas empresas, reactivar la producción industrial y desarrollar la sociedad civil» es, según este documento de Taruta, el objetivo de la zona este del país. También apareció dentro de este entramado de negociaciones a varias bandas el oligarca Rinat Akmetov, el más importante de Ucrania y el principal apoyo financiero del Partido de las Regiones del depuesto presidente Yanukovich. El magnate del acero y de la minería lleva negociando con los rebeldes desde el principio del conflicto, y es partidario de proteger la lengua rusa y no utilizar la fuerza contra los manifestantes. Ahora juega un papel fundamental en la resolución del conflicto. Es más, sus intereses se reparten entre Donetsk y Lugansk, donde a diferencia de Jarkov, no ha habido desalojos.
En primera línea de las trincheras, la noticia de un principio de acuerdo fue recibida con incertidumbre. Los propios activistas que ocupan la sede del gobierno regional de Donetsk tardaron varias horas en reaccionar, y a última hora de ayer todavía no había una postura común al respecto. Aseguran que la decisión final, por su parte, no está tomada. «El Gobierno de la república nacional de Donetsk tendrá que decidir si se abandona el edificio; de momento no hay una decisión, pero necesitamos que se nos garantice un referéndum de federalización», explicó a LA RAZÓN Tanya, una de las representantes de Prensa del autoproclamado gobierno de la república de Donetsk. Por tanto, la ocupación podría alargarse en el tiempo porque desde el principio de las protestas los asaltantes no han mantenido un discurso homogéneo.
Los rebeldes afirman que el miedo a un desalojo sigue presente en Donetsk y Lugansk, a pesar de que las fuerzas especiales de Ucrania se han negado a asaltar los edificios oficiales ocupados desde hace una semana. Desde la agencia Itar-Tass aseguraron que el grupo de antidisturbios «Alpha» mantiene que sólo actuará en misiones de lucha antiterrorista y para liberar rehenes; en estos supuestos no entra por tanto desalojar a manifestantes. «No descartamos que mañana vengan a desalojarnos o a amenazarnos con emprender acciones legales», indicó a este diario Sergei, uno de los asistentes a la rueda de prensa que dio el Gobierno autoproclamado de Donetsk.
Poco parece importar ahora el futuro de los edificios ocupados, aunque el primer ministro ucraniano volvió a pedir un desalojo pacífico con la promesa de no emprender acciones legales contra los asaltantes. En el centro del nuevo acuerdo está otorgar más autonomía a las regiones, pero sin especifiar la opción de establecer un régimen federal en Ucrania. También se sopesa la opción de regularizar los «referendos locales», que tan sólo otorgarían competencias específicas de los municipios y no tendrían nada que ver con la consulta de secesión que tuvo lugar en Crimea. Otro de los puntos importantes en la disputa es el uso de la lengua rusa. Yatseniuk señaló en la reunión con los empresarios que el Gobierno ucraniano no tiene intención de derogar la ley de 2012 que permite la existencia de dos lenguas cooficiales, ucraniano y ruso. «Nadie va a derogar esa ley», recalcó Yatseniuk. El pasado 23 de febrero, un día después de la destitución del presidente Viktor Yanukovich, el Parlamento ucraniano aprobó una resolución por la que se anulaba la ley de 2012 que permitía la coexistencia del ruso con el ucraniano como lenguas oficiales en las regiones con amplias poblaciones rusófonas. Algo que no gustó en el este de Ucrania, donde el ruso es el idioma más hablado y los lazos con Moscú son férreos.
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