Guerra en Ucrania
Kiev redobla su ofensiva en el este
Al grito de «Nunca olvidaremos Odesa», cientos de manifestantes prorrusos salieron ayer a las calles en Donetsk para mostrar su apoyo por los fallecidos en el incendio que arrasó la casa de los sindicatos de Odesa.
Al grito de «Nunca olvidaremos Odesa», cientos de manifestantes prorrusos salieron ayer a las calles en Donetsk para mostrar su apoyo por los fallecidos en el incendio que arrasó la casa de los sindicatos de Odesa. Durante la concentración, los manifestantes quemaron banderas ucranianas y se escucharon proclamas en apoyo a Rusia. También, un nuevo edificio fue asaltado por los activistas cercanos a Moscú en Donetsk. En esta ocasión se trató de la sede de la compañía de Taruta del gobernador de Donetsk, un oligarca cercano a Kiev. Durante el incidente los activistas rompieron cristales y lanzaron sillas y ordenadores por las ventanas bajo la atenta mirada de la Policía, que una vez más no hizo nada para impedir los asaltos. También atacaron las instalaciones de la Seguridad estatal, llevándose archivos y rompiendo ventanas. «Esto es por lo de ayer», dijo Tatiana Kamniva a las afueras de la oficina del Gobernador. «Son monstruos, peores que monstruos». Los choques en Odesa han demostrado que la violencia ya no está sólo en el corazón separatista de Ucrania, sino en una muy lejana a la frontera con Rusia, elevando la tensión en un país de unos 45 millones de personas y del tamaño de Francia.
El Kremlin, que ha desplegado a decenas de miles de soldados en su frontera con Ucrania y se guarda el derecho a invadir el país para proteger a rusoparlantes, dijo que el Gobierno de Kiev y sus aliados de Occidente fueron los culpables de las muertes en Odesa. Mientras que Kiev centra sus acusaciones en Transnistria, una región moldava anexionada a Rusia donde Moscú tiene un fuerte despliegue militar. El baño de sangre en Odesa llegó el mismo día en que Kiev lanzó la hasta ahora más grande operación para tomar el control de las regiones separatistas del este, a cientos de kilómetros de distancia, donde porrusos han proclamado «la República Popular de Donetsk».
Los rebeldes quieren convocar un referéndum el 11 de mayo para secesionarse de Ucrania, algo similar a lo que hizo Crimea en marzo, creando la peor crisis diplomática desde la Guerra Fría. Ayer, el Gobierno indicó que estaba presionando con la ofensiva por segundo día, y que había retomado una torre de televisión y un edificio de seguridad de manos separatistas en Kramatorsk, un municipio cercano al bastión prorruso de Slaviansk. Las autoridades del departamento de Sanidad reconocieron que seis personas murieron durante los en- frentamientos. «No vamos a parar», aseguró el ministro del Interior ucraniano, Arsen Avakov. La región administrativa de Donetsk señaló por su parte que francotiradores estaban disparando desde los tejados en Kramatorsk, que las tiendas tuvieron que ser cerradas y que había una atmósfera de pánico. Un corresponsal de la agencia Reuters señaló, no obstante, que el pueblo estaba en calma. Vasyl Krutov, jefe de la operación antiterrorista en el este, admitió en rueda de prensa que «lo que nos estamos encontrando en la región de Donetsk y en las regiones del este no son solamente levantamientos, es, de hecho una guerra». Los residentes de la ciudad ucraniana de Slaviansk, controlada por los rebeldes prorrusos, se preparaban al cierre de esta edición y en medio de una tensa calma para un posible asalto de las fuerzas del Ejército ucraniano. Ayer se escucharon disparos en las afueras de la ciudad.
Los activistas prorrusos han levantado barricadas en las principales carreteras de acceso a la ciudad y se temen que el ataque se produzca en las próximas horas, según informa la agencia de noticias rusa RIA Novosti. La operación militar en el este se ha visto ensombrecida por la violencia sin precedente en Odesa, ciudad portuaria multiétnica que había vivido manifestaciones pero nada como lo que ocurrió el viernes. La expansión de la violencia hasta Odesa pone al país todavía más contra las cuerdas y abre una brecha más amplia entre la población. «Nos están empujando a la destrucción de nuestro país», señaló el presidente interino Turchinov.
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