Política

Guerra en Ucrania

Kiev y los rebeldes regresan a Minsk con el autogobierno en la mesa de las negociaciones

El Gobierno ucraniano y los separatistas prorrusos reanudarán mañana viernes las conversaciones en Minsk tras dos semanas de alto el fuego y con el autogobierno para los rebeldes en la mesa de negociaciones.

"Hay que decidir qué competencias estamos dispuestos a conceder a esas zonas de estatus especial. En cualquier caso, no reconoceremos la federalización", dijo hoy Leonid Kuchma, expresidente ucraniano y representante de Kiev en las negociaciones de Minsk.

Aunque los combates no han cesado, según han reconocido Rusia y la OSCE, y ambos bandos han aprovechado la ocasión para reagrupar sus fuerzas y reforzar sus posiciones, las dos semanas de tregua no han pasado en balde.

En virtud del protocolo firmado el 5 de septiembre en Minsk, ambas partes han canjeado prisioneros de guerra, un convoy humanitario ruso distribuyó alimentos y mantas en Lugansk -aunque sin supervisión ucraniana ni internacional-, y Kiev cumplió su palabra al aprobar una ley de tres años de autogobierno.

El presidente ucraniano, Petró Poroshenko, mantiene que la citada ley no pone en peligro la integridad territorial del país, ya que la autonomía será temporal y afectará sólo a las zonas de Donetsk y Lugansk controladas por los separatistas.

"A las zonas bajo control rebelde se les concede el autogobierno local para solucionar el conflicto por medios no militares", aseguró Irina Gueráschenko, emisaria presidencial para el arreglo del conflicto.

Los anunciados comicios del 7 de diciembre permitirán a los habitantes de esas zonas rebeldes elegir a sus representantes, que serán los interlocutores ante Kiev, que prefiere negociar con funcionarios prorrusos elegidos en las urnas que con milicianos alzados en armas o enviados por Moscú.

Además, según Kiev, la ley contempla el futuro retorno de esos territorios al redil ucraniano, una vez se estabilice la situación y se reconstruyan las infraestructuras destruidas por cuatro meses de cruentos combates.

Rusia calificó la ley, que aún no ha sido promulgada por Poroshenko -de visita en Estados Unidos-, de "un paso en la buena dirección"y ha animado al Gobierno ucraniano a ponerla en práctica lo antes posible.

En su opinión, el estatus especial es un buen punto de partida para la reforma de la Constitución ucraniana con el fin de reconocer los derechos e intereses de la minoría rusohablante del país, y así lograr la reconciliación nacional entre este y oeste.

Poroshenko ya ha dicho que en breve pondrá en marcha una reforma constitucional para descentralizar el país y se ha mostrado dispuesto a otorgar a las zonas prorrusas toda clase de derechos y competencias políticas y lingüísticas, pero siempre que permanezcan en el seno del Estado unitario.

En cambio, los separatistas prorrusos no las tienen todas consigo y, de hecho, ya han rechazado la posibilidad de que sea Kiev el que organice las elecciones del 7 de diciembre, aunque no se mostraron contrarios a la presencia de observadores internacionales.

Aunque Rusia parece darse por satisfecha con una autonomía limitada para esas dos regiones limítrofes, los insurgentes aún parecen albergar la esperanza de que el Kremlin apoye sus aspiraciones independentistas.

El viceprimer ministro de la autoproclamada república popular de Donetsk, Andréi Purguin, quien ya se encuentra en Minsk, insistió en que los rebeldes no renuncian a la secesión, pero se mostró abierto al diálogo con Kiev, ya que la ley incluye "puntos interesantes".

"Entre los asuntos principales figurará la ley de estatus especial", dijo a medios rusos.

Curiosamente, las mayores críticas a la ley provienen de la misma Ucrania, especialmente de los ultranacionalistas que derrocaron en febrero pasado al presidente Víktor Yanukóvich, que huyó a Rusia, y combatieron durante los últimos meses a los milicianos prorrusos.

"Si Poroshenko no se lo piensa, tendremos un nuevo presidente. Si alguien no se lo cree, que escriba a Yanukóvich. Él confirmará que lo imposible es posible", dijo su líder, Dmitri Yarosh, en una velada amenaza.

Yarosh y la ex primera ministra Yulia Timoshenko han instado al presidente a vetar la ley, al considerar que es una capitulación ante los "terroristas".

La urgencia de un acuerdo político la constató el mando militar ucraniano, que acusó hoy a los insurgentes de aprovechar la tregua para recibir de Rusia refuerzos y armamento.

"Están recibiendo nuevos equipos, munición y nuevas unidades que llegan a la zona en la tercera ola de movilización. Los militares ucranianos están listos para cualquier acción", declaró Ígor Lisenko, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa.

Además, denunció que Moscú ha concentrado a unos 4.000 soldados con armamento pesado en la frontera entre la península de Crimea, anexionada por Rusia, y el resto de Ucrania.

Mientras, Poroshenko aprovechó hoy su intervención ante el Congreso norteamericano para pedir a Estados Unidos armamento letal, ya que "la guerra no puede ganarse con mantas".