Central nuclear

Kishida degusta un «delicioso y saludable» pescado de la central nuclear japonesa de Fukushima

El primer ministro japonés protagonizó la escena días después de que se vertieran al Pacífico toneladas de aguas residuales procedentes de la instalación

El primer ministro japonés, Fumio Kishida, degustó pescado de Fukushima que calificó de «saludable y delicioso» días después de que se vertieran al Pacífico toneladas de aguas residuales tratadas de la accidentada central nuclear Fukushima Daiichi. Tras la prohibición por parte de China de todas las importaciones de productos del mar de su país vecino, a raíz del vertido que comenzó el 24 de agosto, el Gobierno nipón difundió un vídeo en el que se ve al líder devorando y gozando de sashimi de la zona afectada.

Haciendo frente a los rumores y mientras mordisqueaba una rodaja de lubina, el presidente japonés dio fe de que estaba todo «buenísimo», destacando su seguridad e instando a los espectadores a disfrutar de los «inocuos y exquisitos» pescados y mariscos japoneses para apoyar a la región nororiental. En el videoclip, acompañado de música ambiental, se ve al dirigente conservador junto a otros tres ministros en su despacho oficial saboreando una variedad de sashimi de pescado plano, lubina y pulpo capturados en la costa de la prefectura.

El almuerzo demostró el «firme compromiso de Kishida de asumir el liderazgo en la lucha contra los daños a la reputación, defendiendo al mismo tiempo los sentimientos de la comunidad pesquera de la región», manifestaron las autoridades. «Es importante mostrar seguridad basada en pruebas científicas y difundir información con decisión».

La campaña tiene por objeto promocionar los productos de la zona, 12 años después de que el gran terremoto y tsunami que asolaron Fukushima desencadenaran una de las peores catástrofes nucleares del planeta. Y es que, ya antes de que se produjera el vertido de aguas residuales, la industria pesquera japonesa temía por la reputación de sus productos marinos, tanto en el país como en el extranjero. No obstante, el Gobierno central anunció que tiene previsto un paquete de ayudas financieras para la industria pesquera local, al tiempo que contribuirá a encontrar nuevos mercados de exportación.

Se prevé que la evacuación, equivalente a más de 500 piscinas olímpicas, se prolongue durante décadas y permita a los ingenieros proceder a la retirada del combustible radiactivo altamente peligroso de los tres reactores siniestrados.

China decidió vetar todos los productos marinos japoneses en respuesta al vertido, lo que aumentó el temor de los habitantes de las comunidades costeras cercanas a la planta afectada a que el bombeo de agua «contaminada» al mar suponga la sentencia de muerte para la industria pesquera local. «Las comunidades pesqueras niponas se sienten cada vez más angustiadas ante esta situación» a pesar de las garantías ofrecidas por el Gobierno, declaró en un comunicado el director de la cooperativa del país.

Por su parte, Tokio ha exigido a China —su mayor mercado de pescado— que levante la prohibición de importar marisco y ha advertido de que presentará una queja ante la Organización Mundial del Comercio.

La empresa operadora de la central, Tokyo Electric Power (Tepco), emplea un sistema de filtración in situ para reducir las cantidades de más de 60 radionucleidos a los niveles fijados por las autoridades. Sin embargo, esta tecnología es insuficiente para reducir el tritio, un isótopo radiactivo del hidrógeno que las autoridades japonesas, respaldadas por el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) y numerosos científicos, insisten en que no tiene efectos perjudiciales para la salud humana en dosis bajas. De hecho, el director del OIEA, Rafael Grossi, reiteró el miércoles que el agua vertida era segura, de acuerdo con el organismo de control de la ONU.

Entretanto, el Ministerio de Asuntos Exteriores japonés emitió el domingo un aviso de viaje instando a sus ciudadanos a extremar la precaución en China, citando una escalada de acosos y protestas violentas por el vertido en proceso. Asimismo, el secretario jefe del Gabinete, Hirokazu Matsuno, señaló que las embajadas, consulados y escuelas de Japón en China habían sido blanco de lanzadores de piedras. «Es muy lamentable y estamos preocupados», declaró Matsuno. También insinuó la posibilidad de llevar el caso ante la Organización Mundial del Comercio. El funcionario aseguró que Japón ya ha planteado en el pasado cuestiones en el marco de la OMC en relación con las restricciones comerciales de China sin base científica, y que su país «considerará varias opciones mientras sigue trabajando en el marco de la OMC para decidir los pasos necesarios».

Por otra parte, funcionarios afirman que miles de llamadas de broma procedentes de China han tenido como objetivo las oficinas gubernamentales de Fukushima y el operador de la central nuclear. Según la televisión pública japonesa NHK, muchas de las personas que llamaban lo hacían en chino, y algunas gritaban «estúpidos» y otras groserías.

Mientras parte de la comunidad internacional y la mayoría de los habitantes de la zona de Fukushima respetan los fundamentos científicos de la decisión de verter al mar las aguas contaminadas durante los próximos 30 a 40 años, algunos estiman que la administración no ha logrado convencer a los consumidores de la inocuidad de las futuras capturas.