Elecciones en Reino Unido
La carrera para ocupar el número 10 de Downing Street
Excentricidad y ambición
Boris Johnson / Alcalde de Londres
Todavía le queda un año al frente de la Alcaldía de Londres, pero su paso al frente al presentarse de nuevo para ocupar un asiento en Westminster tras siete años fuera de la Cámara de los Comunes deja entrever sus aspiraciones dentro del Partido Conservador. Boris Johnson (Nueva York, 1964), desde el jueves miembro del Parlamento por Uxbridge y South Ruislip, ha sido recompensado por David Cameron y pasará a ser miembro del gabinete político. Excéntrico, polémico e irreverente, Johnson ha protagonizado una carrera política con altibajos. Tras dejar su profesión de periodista, ocupó la portavocía de las Artes en el gabinete de Michael Horward y después fue responsable de Educación Superior con Cameron. Su gran oportunidad llegó en 2008: consiguió el primer éxito «tory» en la capital tras más de una década de triunfos laboristas al arrebatar a Ken Livingsonte la Alcaldía. Sin embargo, sus años en el cargo no han estado exentos de polémica, como cuando en 2011 no quiso renunciar a sus vacaciones mientras Londres vivía una de las más fuertes protestas de su historia. Su ley contra el consumo de alcohol en el transporte público o la instalación de un sistema de bicicletas son otros éxitos de este «chico de Eton» –allí conoció a Cameron– que ha sabido dejar a un lado su imagen de «niño bien» y atraer el voto laborista de la capital.
Un discreto corredor de fondo
George Osborne / Ministro del Tesoro
Cuando fue nombrado ministro del Tesoro en 2010, pocos pensaban que su gestión al frente de un ministerio tan cuestionado en plena crisis económica le catapultaría al estrellato. Sin embargo, su buen trabajo en los años de austeridad le ha posicionado como el hombre fuerte de Cameron y principal responsable de la victoria «tory» en las elecciones. George Osborne (Londres, 1971) tiene por lo tanto una sobresaliente carta de presentación para heredar el liderazgo «tory» en el futuro. Su carrera en el seno del Partido Conservador ha sido constante, pero siempre a la sombra de los políticos adictos a los focos. A los 23 años fue nombrado líder del departamento de Investigación del partido y en 1995 tuvo que lidiar con la crisis de las «vacas locas» en el Ministerio de Agricultura. Durante cuatro años fue secretario de William Hague (le preparaba las sesiones de control al Gobierno de Tony Blair) hasta que en 2001 consiguió entrar en el Parlamento por el distrito de Tatton. Aunque fue él mismo quien decidió cambiar su nombre de pila, Gideon, por George «porque suena más ministerial», explicó, ha sido su mujer, Frances, la artífice de dar forma a su imagen pública (dieta y corte de pelo incluidos). Sin embargo, no ha podido esquivar algunos escándalos, para más inri, relacionados con ciertos impagos a Hacienda, por los que es investigado.
La irreverente y «felina» ministra
Theresa May / Ministra del Interior
Hay quien la describe como la versión británica de Angela Merkel o la digna sucesora de Margaret Thatcher, pero Theresa May (Eastbourne, 1956) ha preferido mantenerse al margen de los paralelismos y forjarse un sello propio, que en ocasiones ha planteado ciertas dudas sobre su ideología. Su golpe de efecto lo dio en 2002 al criticar sin reparos a su propio partido. Artífice de la expresión «nasty party» (partido desagradable) hizo que algunos se rasgaran las vestiduras durante su discurso en el congreso del partido, donde sus zapatos «animal print» no dejaron a nadie indiferente. Entonces apostó por una visión renovada del partido más cercano al centro que a la derecha. Sin embargo, en los últimos años ha retomado la vertiente más conservadora para ganarse aliados. Así, no ha dudado en argumentar con fuerza a favor de la salida de la UE o en respaldar las políticas contra la inmigración. Tras varios intentos fallidos, por fin en 1997 consiguió un asiento en el Parlamento por Maidenhead. Desde ese momento ocupó varios cargos dentro del partido e incluso fue su líder entre 2002 y 2003. David Cameron fue quien en 2010 le dio su gran oportunidad al nombrarla ministra del Interior y una de sus personas de confianza. May, durante la campaña, cerró filas en torno a Cameron, aunque en los corrillos ya apuntaba a sucederle en caso de derrota.
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