Terrorismo yihadista
La coalición no logra frenar la ira yihadista
El Estado Islámico ha sabido adaptarse a la estrategia de Obama en Irak y Siria.
Puede que tú no te intereses por la yihad, pero la yihad se interesa por ti, como con tanta razón se ha dicho de la guerra y acaban de recordarnos los bárbaros fanáticos del Estado Islámico con una orgía tricontinental de matanzas en cuatro países que nos conmocionan por su proximidad, cuando ya parecemos insensibilizados ante las mucho más voluminosas, salvajes y continuas que consuman a diario por todo el Oriente Medio y aledaños islámicos, como en esta ocasión contra una mezquita chií en Kuwait. Nada que añadir con palabras a la revulsión que provoca el exterminio de familias que han invertido unos ahorros en unos días de apacibles vacaciones en una playa mediterránea, pero nada es demasiado para analizar el peligro y sopesar las respuestas.
Al parecer nadie recordó, o valoró adecuadamente, que se acercaba el primer aniversario de la fantasmagórica proclamación de un renacido califato, es decir, un Estado que unifique bajo una sola autoridad política a la umma o totalidad de los creyentes, con aspiraciones, a su debido tiempo, a imperio mundial. De eso se trata, ni más ni menos. No se repetirá el error. Es el 29 y puede que se intenten otras sangrientas conmemoraciones. Sucesivos aniversarios serán recordados con estremecimiento y alarmas policiales, lo que nos pondrá en vilo, como mínimo, una vez al año. Es de esperar, y temer, que los devotos traten de superarse a sí mismos y de evitar que la tensión se convierta en rutina, escalando el terror a alturas siempre más elevadas. Tendrán que subir el listón cada vez o estarán apuntando a su propia decadencia, por más que tendrán a su favor la sorpresa. El calendario tiene su valor pero no es imprescindible. El hecho de que nunca hayan conseguido emular el 11-S, y además en América, le ha hecho daño a Al Qaeda y a todos su colegas y rivales, a pesar de los indudables progresos de la gran y mal avenida familia de guerrasanteros. La preparación de los recientes atentados no había suscitado sospecha, a pesar de la gran vigilancia internacional. Tres de ellos, Francia, Túnez y Kuwait han sido reivindicados por el Estado Islámico, pero, dada la carencia de indicios previos, puede que no hayan sido planificados ni coordinados, sino respuestas a un llamamiento de la organización para celebrar el Ramadán en curso con una correspondiente contribución de sangre.
El atentado de Somalia contra soldados internacionales africanos ha sido obra de la franquicia local de Al Qaeda, en una muy llamativa coincidencia de fechas. A nuestras Fuerzas de Seguridad les corresponde no sólo protegernos, sino provocar una desalentadora frustración en sus feroces espíritus. Dado que en la parte que en esta ocasión le correspondió a Francia, muy probablemente para que lo de «Charlie Hebdo» no se diluya, el terrorista no consiguió más que un cadáver, cuando buscaba una gran explosión, inmolándose en una planta química, remató la faena con decapitación. El terror es competitivo y la barbarie también. Necesitan renovar el miedo por un lado y el fervor por el otro. Tanto el británico Cameron como el ministro de Interior alemán, así como otros muchos responsables, han recordado que no todo se puede prevenir y defender y nadie puede dar garantías absolutas de seguridad, pero es un hecho sumamente destacable que el número de víctimas de este tipo de crímenes son casi inexistentes en Estados Unidos y muy escasas en Europa.
Es, una vez más, significativo que el terrorista de Lyon fuera conocido por la Policía, que lo había tenido en observación y había abandonado el seguimiento por falta de indicios amenazadores. Los «lobos solitarios» son difíciles de identificar, pero aun así son pocos los que se le escapan por completo a los Servicios de Seguridad, entre otras razones porque no son tan «solitarios». Pueden haberse fanatizado por cuenta propia en internet o dentro de un grupo reducido y aislado, pero en la inmensa mayoría de los casos buscan contactos y asesoramiento por parte de sus héroes e inspiradores internacionales. Nosotros tenemos que tener presente que estamos en una guerra y tenemos que actuar en consecuencia. En parte no es convencional, pero en su núcleo, Siria e Irak sí lo es. También en Yemen, donde el conflicto incluye otros componentes. La derrota que las tropas francesas les infligieron en Mali fue importante, pero ninguna resulta definitiva. Los hace retroceder por un tiempo y los priva de un santuario geográfico seguro, cercenando una parte importante de sus capacidades, pero nunca, hasta ahora, destruyéndolas por completo y evitando su regeneración, aunque ésta se produzca después de una metamorfosis.
En conjunto el fenómeno del terrorismo y más específicamente yihadista sigue creciendo a buen ritmo de año en año en reclutas, medios y letalidad. Sus consecuencias funestas afectan a sobre todo a las poblaciones y países islámicos. Las 32.000 víctimas mortales de 2014 se concentran sobre todo en media docena de desgraciados países que pueden considerarse o bordean la categoría de «Estados fallidos».
A pesar de su enormidad, no son más que un 7% de las 508.000 muertes violentas que tuvieron lugar en el mundo durante el pasado año. Los ciudadanos de algunos países de América Central y el Caribe tienen una mayor probabilidad de morir asesinados que los iraquíes o sirios como víctimas directas de acciones terroristas. El mundo sigue siendo muy violento.
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