Alemania

La debilidad de Berlín inquieta a Europa

La crisis de la Gran Coalición, el enfriamiento económico, las dudas sobre la salud de Merkel y su pérdida de protagonismo europeo frente a Macron lastran a la locomotora de la UE.

Angela Merkel ha anunciado que en 2021 no se presentará a un quinto mandato como canciller / Reuters
Angela Merkel ha anunciado que en 2021 no se presentará a un quinto mandato como canciller / Reuterslarazon

La crisis de la Gran Coalición, el enfriamiento económico, las dudas sobre la salud de Merkel y su pérdida de protagonismo europeo frente a Macron lastran a la locomotora de la UE.

Shakespeare se preguntó en numerosas ocasiones a lo largo de su carrera dramatúrgica cómo es que un país entero puede caer en manos de un tirano. Una cuestión que centra el último libro del profesor Stephen Greenblatt en el que, sin mencionar a Donald Trump, traza un ataque velado y una efusiva analogía contra el presidente de EE UU y su aparición en la democracia norteamericana. El análisis narrado en «Tirano, Shakespeare en política» fue una de las lecturas de verano de Angela Merkel. Lejos del bullicio de Berlín, la canciller fue retratada leyendo este estudio en el balcón de un hotel del Tirol italiano. La lectura resulta premonitoria y una declaración de intenciones.

De vuelta a la capital alemana, Merkel se enfrenta a un nuevo curso colmado de preocupaciones y que, a pesar del paréntesis estival, marca un solo punto y seguido en el suceder de la canciller. Así, y como estreno de su agenda política, la dirigente recibió el miércoles al presidente lituano en Berlín y, tal y como se vio antes de sus vacaciones, lo hizo sentada en el patio de la Cancillería, lo que reavivó las dudas sobre su verdadero estado de salud. Fue la tercera vez que eligió sentarse para una recepción estatal después de sus comentados temblores y el detonante para que, ni recién iniciado el nuevo curso político, se acrecienten los rumores sobre el precipitado final de la «era Merkel».

Si bien las elecciones alemanas están programadas para el otoño de 2021, las circunstancias –políticas y personales– podrían modificar el calendario. No obstante, Merkel sigue empecinada en concluir su mandato. Según sus palabras, «hay todavía mucho por hacer», y en este orden de cosas, ayer mismo arrancó la primera ronda de la Gran Coalición tras un verano con numerosos y polémicos temas sobre la mesa y con el fantasma de una cada vez más pertinente posible ruptura del Gobierno.

Esta semana Merkel recibirá a Boris Johnson y viajará a Francia para asistir a la cumbre del G7. Tras más de tres lustros como adalid de Europa, la cita posiblemente magnificará el ocaso de su liderazgo en este tipo de citas internacionales, denostada por el presidente francés, Emmanuel Macron, que, tras el reparto de altos cargos en Bruselas, ha conseguido auparse en las últimas semanas como figura central en la UE. La ecuación, aplicada al caso estadounidense, repliega a la canciller hasta un nimio lugar a tenor de las frías relaciones entre Washington y Berlín.

Asimismo, el horizonte alemán viene colmado de citas electorales que en el país se convierten en barómetros para testar al Gobierno central y, que haciendo caso a las encuestas, auguran sucesivos varapalos para el partido de la canciller. El 1 de septiembre hay regionales en Brandeburgo y Sajonia y ya se da por hecho que el partido populista Alternativa para Alemania (AfD) se anote sendas victorias. Una posibilidad que presumiblemente se repita en octubre, cuando el estado de Turingia vaya a las urnas.

La Unión Cristianodemócrata (CDU) no pasa por su mejor momento. Muchos en sus filas siguen reticentes a la nueva presidenta del partido –la actual ministra de Defensa, Annegret Kramp-Karrenbauer–, que no acaba de convencer al ala derechista de la formación. ÉSta, a pesar de haber perdido en la segunda vuelta, ha vuelto a traer a primera línea a Friedrich Merz. Un político que nunca contó con la simpatía de la canciller, pero que a través de una doctrina más conservadora podría encandilar y volver a unir a las distintas familias de la CDU.

Por otro lado, su socio de coalición, el Partido Socialdemócrata (SPD), celebra su congreso federal a principios de diciembre y Merkel tendrá que calcular que los designados no quieran poner fin a la Gran Coalición, ya que tendría que buscar nuevos aliados, pasar a gobernar en minoría o aceptar nuevas elecciones. Hasta entonces, algunos dentro de la CDU ven como una carga a sus colegas del SPD, que, tras la renuncia de su líder y el fracaso en las europeas, siguen luchando por recuperar su intención de voto.

A partir del próximo año, la agenda de la canciller viene marcada por tres citas. En julio, Alemania asumirá la Presidencia de la UE y podría ser la última oportunidad para que Merkel recupere su rol como líder europea. Meses más tarde, en noviembre, Estados Unidos celebra presidenciales y del resultado dependerá la futura relación transatlántica. En otoño de 2021, Alemania volverá a las urnas y, si todo se cumple según lo previsto, Merkel se despediría de la Cancillería después de 16 años como canciller. Hasta entonces, sus preocupaciones más inmediatas pasan por la creciente popularidad de Los Verdes y el tema del cambio climático. El otro talón de Aquiles será el económico. Tras una nueva contracción del PIB germano, se intuye que Berlín pase a tomar un rol más intervencionista, tal y como se lo han exigido numerosas instituciones y trate asimismo de equilibrar el presupuesto.

La que fue descrita como la mujer más poderosa del mundo ha vuelto al trabajo arrastrando las losas que cargó antes de su descanso en el Tirol, tras perder el control ante la caída de las encuestas de opinión y liderando un Gobierno de coalición impopular e ineficaz. Con todo, esta semana y durante una sesión de preguntas con el periódico local «Ostsee», alguien preguntó a Merkel cómo le gustaría ser recordada dentro de 50 años en los libros de historia. La canciller enmudeció durante unos segundos y finalmente respondió: «Como alguien que lo intentó».

Merkel aumentará el presupuesto dedicado a Defensa

«Es algo que también nos interesa a nosotros». Así de rotunda se mostró Angela Merkel tras anunciar que Alemania aumentará su gasto en defensa, con lo que respondió a una promesa anunciada desde hace años, pero sobre todo dejando claro que lo hacen por su propio interés, no por las presiones del presidente estadounidense, Donald Trump. «Nos mantenemos firmes en todas las facetas del compromiso con la OTAN», añadió la canciller, al tiempo que resaltó el hecho de que Alemania es el segundo mayor suministrador de tropas de la Alianza Atlántica.

A pesar de un aumento en el gasto militar, fijado en un 1,36% para este año y con un promedio estimado de un 1,5% del PIB para 2024, Alemania sigue estando lejos del 2% fijado por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). «Esto no es un requisito cualquiera, que ni siquiera viene de la época del presidente Trump, sino que es algo que decidimos con el presidente Obama y uno debe sentirse obligado a cumplir», comentó Merkel.

Desde hace años en Alemania están en el punto de mira los maltrechos equipamientos de la Bundeswehr, que en los últimos años han provocado sonados escándalos en el país. De hecho, un informe confidencial del Ministerio de Defensa que se filtró hace unos meses a los medios de comunicación desveló que Alemania, la primera potencia europea, contaba con uno de los ejércitos peor equipados del la Alianza Atlántica. Entonces salió a la luz que los soldados alemanes no solo estaban escasos de tanques, sino que iban incluso desprovistos de chalecos de protección o ropa de invierno apropiada.

Por otro lado, el embajador de Estados Unidos en Alemania, Richard Grenell, reiteró la amenaza de una retirada parcial de las tropas estadounidenses en el país germano antes de la visita del presidente Donald Trump a Europa. «En realidad, es ofensivo esperar que el contribuyente estadounidense siga pagando a los más 50.000 estadounidenses en Alemania, mientras que los alemanes emplean su superávit comercial para fines domésticos», declaró Grenell.

Al respecto, Merkel calificó a las bases alemanes como «buenos lugares» para las tropas estadounidenses, al destacar lo mucho que se ha invertido en ellas. Ayer, AKK insistió en declaraciones al diario «Bild am Sonntag» en que «la presencia de tropas estadounidenses en Alemania es de interés mutuo para la seguridad».