Cuba

Fariñas: «Cuba será una dinastía militar. El mundo no lo puede aceptar»

El disidente cubano asegura que a partir de ahora comenzarán las luchas internas entre las facciones del régimen para hacerse con el poder.

El disidente cubano Guillermo Fariñas.
El disidente cubano Guillermo Fariñas.larazon

El disidente cubano asegura que a partir de ahora comenzarán las luchas internas entre las facciones del régimen para hacerse con el poder.

El activista cubano Guillermo Fariñas, de 54 años, ha secundado 25 huelgas de hambre dentro de la isla como protesta contra el Gobierno de los Castro. La última, el pasado mes de agosto. En entrevista telefónica con LA RAZÓN, asegura que comienza un momento «definitorio» dentro de Cuba.

–¿Cómo ve a Fidel en la historia de Cuba? ¿Algo bueno?

–Lo único bueno que ha tenido es que sacó del poder a otro dictador. Lo otro que haya podido hacer en bien del pueblo cubano lo consiguió en función de manipularlo y aterrorizarlo. Fidel ha sido el hombre que dividió la nación y que llevó al país a un desastre económico, moral y antropológico de unas magnitudes que todavía no se pueden calcular.

–¿Hacia dónde camina Cuba?

–Cuba va hacia una dinastía militar. Raúl no quiere abandonar el poder bajo ningún concepto. Pero ahora, con la muerte de Fidel, van a comenzar las luchas intestinas de las facciones del régimen para ver cuál se impone. Ahora lo que necesita el pueblo cubano es la solidaridad internacional. No debe haber impunidad. La opinión pública mundial tiene que pedir la democratización de Cuba. No puede aceptar una junta militar o un militar vestido de civil. Va a venir una etapa muy dolorosa para la nación cubana, pero también muy interesante y definitoria.

–¿Por qué dolorosa?

–Porque los nuevos personajes en el poder van a tratar de mantener el control social a cualquier precio, y esto implica que se va a arreciar la represión.

¿Van a cambiar las relaciones de poder dentro del régimen?

–Sí, porque Fidel significa la cohesión dentro del régimen. Es el icono de la Revolución. Raúl y su hijo Alejandro Castro Espín están tratando de crear un grupo de personas afines a ellos desde hace diez años, pero el símbolo acaba de morir y con él gran parte de la revolución muere también.

–¿Qué personas se postulan como sucesores?

–El general Álvaro López Miera, que está al lado de Raúl Castro desde los 14 años. Es el jefe del Estado Mayor y viceministro primero del Ministerio de las Fuerzas Armadas. Es el hombre fuerte. De manera sutil, el coronel Alejandro Castro Espín, quien desde 2008 está dirigiendo el Consejo de Seguridad Nacional, que aglutina la contrainteligencia cubana. Desde el punto de vista económico, el general Rodríguez Lopez Calleja, yerno de Raúl Castor, es el hombre fuerte.

–¿Por qué hay tantos cubanos que aprecian a Fidel Castro?

–Se ha hecho una operación de márketing durante muchos años. Se ha explotado la noción del héroe y de la ética. Se le ha comparado con los padres fundadores de la nación, José Martí, Maceo y Máximo Gómez. Esto ha calado en la conciencia de los cubanos. Pero ese trabajo no se ha hecho con Raúl. Fidel era una especie de semidiós y Raúl es alguien normal.

–¿Cuál es el momento más revelador de la personalidad de Fidel?

–Cuando Fidel es capaz de pedir a la Unión Soviética que combatiera nuclearmente a Cuba y Estados Unidos. Prefirió desaparecer como país a perder el poder. Eso nos da la medida de quién era Fidel Castro y su afán de gobernar.

–En muchas partes se tiene la idea de que Fidel era un dictador bueno. Bastantes líderes políticos actuales han querido posar con él.

–No hay dictadores buenos. Se olvidan quienes así piensan de los miles de fusilados que hubo al principio de la Revolución y de los más de 20.000 presos políticos en los sesenta y setenta, además de los guerrilleros anticomunistas que fueron aniquilados de manera brutal. Fidel pensaba que nadie podía ir contra él. Se veía como un semidiós.

–¿Ha sido un dirigente más querido fuera que dentro de la isla?

–Se convirtió en un referente moral para la izquierda de todo el mundo, pero lo logró avasallando, dividiendo, encarcelando y expulsando a la mayoría de su pueblo.